El arzobispo emérito de Paraná, el cardenal Estansilao Esteban Karlic, cumple este lunes 96 años de vida. Lo celebrará en el Monasterio Nuestra Señora del Paraná, de las monjas benedictinas de Aldea María Luisa, donde se encuentra alojado por estos días.
Karlic es cordobés. Nació el 7 de febrero de 1926 en Oliva. Es hijo de inmigrantes croatas: Juan Karlic y Emilka Mavric, y el único de los cuatro hermanos que todavía vive.
Sus hermanas, Milka, religiosa de la congregación de la Virgen Niña, y Catalina, docente, ya están muertas. El cuarto hermano, Juan, nació en Croacia, y no llegó a embarcarse rumbo a América con sus padres: murió en el viejo mundo.
Milka, la mayor de los tres hermanos, nació en 1922; Catalina, la segunda, en 1923; y Estanislao, en 1926.
En abril de 2012 falleció Milka, y en septiembre de ese año, Catalina.
En los años de adolescencia de los hermanos Karlic, entre la década de 1930 y de 1940, Oliva todavía estaba en gestación.
Por eso, una vez que concluyeron el séptimo grado en la Escuela Mariano Moreno, los hijos de Juan y Milka tuvieron que marcharse a la capital cordobesa a continuar con la educación secundaria.
Las dos mujeres, al Instituto Mercedarias; Estanislao, al Colegio Montserrat.
Luego de un año en el que intentó seguir Abogacía en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba, decidió seguir el llamado de la vocación sacerdotal e ingresó en 1947 en el Seminario Mayor Nuestra Señora de Loreto de la Arquidiócesis de Córdoba.
Y al año siguiente, en 1948, viajó a Roma para estudiar Filosofía y Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Fue ordenado sacerdote precisamente allá, en Roma, el 8 de diciembre de 1954. En 1965 se doctoró en Teología en la Universidad Gregoriana de Roma.
Desde entonces ejerció su ministerio en la Arquidiócesis de Córdoba y fue profesor en el Seminario de dicha diócesis, en la Facultad de Teología de Buenos Aires y en la Universidad Católica de Córdoba, además de otros institutos de formación.
El 6 de junio de 1977 fue preconizado obispo auxiliar de Córdoba y titular de Castro. El 15 de agosto de ese mismo año fue consagrado obispo en la Catedral de Córdoba por el cardenal Raúl Primatesta.
El 19 de enero de 1983 fue elegido arzobispo coadjutor de Paraná y administrador apostólico sede plena. Asumió el 20 de marzo de 1983. Al fallecer Monseñor Adolfo Tortolo, el 1º de abril de 1986, Karlic asumió como arzobispo de Paraná.
En 2001, al cumplir los 75 años, y tal como lo establece el Código de Derecho Canónico, presentó su renuncia al Papa Juan Pablo II, la que no le fue aceptada sino hasta abril de 2003.
En 2007, el papa emérito Benedicto XVI lo hizo cardenal, aunque ya a una edad en la que no podría votar en la elección de un nuevo pontífice.
Fue durante dos décadas arzobispo de Paraná y durante dos períodos presidente del Episopado y participó de la redacción del Nuevo Catecismo de la Iglesia Universal. Pero su figura fue opacada con el escándalo de los abusos del cura Justo José Ilarraz, ocurridos nada menos que en el Seminario Nuestra Señora del Cenáculo, cuando Karlic fue arzobispo.
Karlic fue quien lo ordenó cura a Ilarraz en 1984 -incluso ambos convivieron por un tiempo breve en la residencia episcopal de la Costanera Alta-; en 1985, lo designó prefecto de disciplina en el Seminario Arquidiocesano, función que Ilarraz retuvo hasta 1993.
En ese período, mientras fue prefecto de disciplina, ocurrieron los hechos que denunciaron 7 víctimas en la Justicia: los abusos y la corrupción de menores, que permanecían como pupilos cursando el ciclo básico de la escuela secundaria en el denominado Seminario Menor, y por los que fue condenado a 25 años de cárcel.
En su primera declaración en la Justicia en la causa Ilarraz, Karlic dijo que supo de los abusos de Ilarraz cuando ordenó investigarlo, en 1995. Esa investigación concluyó en 1996, con el testimonio de cuatro víctimas y de varios testigos, y la aplicación de la sanción del destierro para Ilarraz. “Como consta en la documentación entregada, al Pbro. Ilarraz se le puso como pena la prohibición de estar en el territorio de la Arquidiócesis, ejercer el ministerio en ella y tener contacto con los seminaristas. Esta medida se tomó como consecuencia de que se dieron por acreditados los hechos denunciados, que fueron admitidos por el Pbro. Ilarraz ante mí y de los cuales me expresó su arrepentimiento”, dice la declaración por escrito de Karlic.
Ilarraz pidió perdón ante Karlic. Respecto de los abusos, dijo el cardenal que Ilarraz en principio “los negaba absolutamente, más tarde admitió su responsabilidad y pidió perdón».
En su segunda declaración, durante la sustanciación del juicio a Ilarraz, Karlic reveló: “El pedido de perdón lo hizo en relación a los hechos que se le imputaban sobre su relación con algunos seminaristas. Reconoció su culpabilidad en los hechos”. El cardenal se reunió varias veces con el ahora condenado. “Me reunía con él en mis frecuentes viajes a Roma durante esos años y conversábamos mucho. No apliqué, según recuerdo, un protocolo, sino que actué sobre la base de una relación propia de un obispo con un sacerdote de su diócesis. Él estaba ciertamente al tanto de lo que acontecía aquí y de hecho respondió a los requerimientos que se le hicieron desde el Vicariato de Roma y accedió a hacer la pericia psiquiátrica que allí aconsejaron. También luego escribió la confesión pública conocida”.
«Me entero por Karlic que se estaba haciendo una instrucción, pero nunca me pude defender de esa instrucción. (El sacerdote Silvio) Fariña estuvo en la misa del sepelio (de su madre) pero nunca me dijo; nunca me llamó a hacer una declaración, nunca me pude defender porque nunca tuve conocimiento, y ni siquiera de un juicio administrativo», dijo Ilarraz en las audiencias del juicio que se sustanció en su contra en 2018 y que terminó en condena a 25 años de cárcel por abuso y corrupción de menores.
Como en su declaración en 2015, en 2018 desmiente a Karlic. Cuenta Ilarraz que en Roma «alguien» le dice que Karlic «quiere cerrar» la investigación diocesana que había iniciado en 1995, y que para ello necesita que el sacerdote haga un pedido de perdón. «Me dijo: ´Usted pida perdón por lo que tenga que pedir perdón´. E hice una carta (en 1997, NdelR) en donde en ningún momento reconocí que había abusado a alguien, me presionó con esa carta porque sino no seguía en el sacerdocio y puse ´que no era homosexual y que no tuve relaciones sexuales´ (no dice eso, NdelR); yo pensé que pedir perdón por molestarlo tanto al obispo, por haber afectado con esta revolución, yo nunca recibí una pena, nunca se me comunicó ni oralmente ni en forma escrita; solo Karlic me dijo ´no tengas comunicación con los seminaristas y por ahora no vengas a Paraná´; yo ya tenía una destino, La Rioja, para misionar; pero Karlic me dijo que había hablado a Tucumán».
A sus 95 años, Karlic otorgó una entrevista a la Agencia Informativa Católica (AICA) desde el lugar donde ahora reside, el Monasterio Nuestra Señora del Paraná que las monjas benedictinas poseen en Aldea María Luisa, a 26 kilómetros de Paraná. “Siguiendo mucho lo que aprendí de esa persona extraordinaria que es el papa Benedicto XVI, que estaba al frente nuestro en la redacción del Catecismo, el consejo que le daría a los que quieren empezar: por favor, tengan claridad en los principios de la vida espiritual, empezando por el misterio de Jesucristo”, dijo Karlic a modo de consejo a los jóvenes.
“Que busquen la claridad en los principios y sean fieles a ellos, porque son determinantes. Pasión por la verdad. Sólo en la pasión del amor y en el gozo de la pasión del amor, se puede fundar a fondo la vida cristiana. Pasión por la verdad que es Jesucristo. Jesucristo, que ama hasta la muerte, no menos”, señaló.
En 2019, un fallo de la Justicia en la causa Ilarraz se constituyó en un serio llamado de atención para Karlic. Al confirmar la condena a 25 años de prisión para el cura, la Cámara de Casación Penal dijo que “no es cierto que las víctimas de autos no denunciaron a Ilarraz en tiempo oportuno, o que no hayan dado cuenta a otras personas de lo que Ilarraz les estaba haciendo, sino que aquellas ante quienes lo hicieron o quienes pudieron tomar conocimiento de tales situaciones, se preocuparon por mantenerlas en secreto, reserva y sigilo, lo que llevó a que tales hechos nunca salieran a la luz, nunca traspasen la órbita burocrática de la Iglesia Católica local, y no llegaran a oídos de la Justicia, o de cualquier autoridad administrativa estatal y/o educacional, o incluso de los propios padres de las víctimas”.
Foto: Arzobispado de Paraná
De la Redacción de Entre Ríos Ahora