El cardenal Estanislao Esteban Karlic será uno de las piezas clave en el juicio oral que la Justicia llevará adelante contra el cura Justo José Ilarraz por los abusos denunciados en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo. Allí, Ilarraz fue prefecto de disciplina –una especie de celador– entre 1985 y 1993 de los chicos que estaban en un internado cursando el ciclo básico de la escuela secundaria cuando ocurrieron los abusos que denunciaron siete víctimas en los Tribunales, y que están contenidos en la causa “Ilarraz Justo José s/Promoción a la corrupción agravada”.
El último de los tres jueces que tuvo la causa, Pablo Zoff, elevó el expediente a juicio el 17 de agosto de 2016, y desde entonces la maquinaria judicial ha comenzado a moverse con la pereza de la burocracia. En noviembre quedó conformado un tribunal interjurisdiccional: lo componen Alicia Cristina Vivian, vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguaychú; Edwin Ives Leonardo Bastian, vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Concordia; y Darío Ernesto Crespo, vocal del Tribunal de Juicios de Gualeguay.
Ese tribunal dictó el 8 de marzo su primera resolución: aceptó las pruebas aportadas para el juicio por el fiscal Rafael Martín Cotorruelo; los querellantes Rosario Romero, Marcos Rodríguez Allende y Milton Urrutia, y el defensor de Ilarraz, Juan José Ángel Fornerón. Además, dispuso citaciones y producción de pruebas nuevas. Entre la larga lista de testigos que deberán desfilar por tribunales, se destaca Karlic, quien además durante la sustanciación del juicio será sometido a una prueba caligráfica.
“En cuanto a la medida de igual tenor que se solicita respecto del testigo Monseñor Esteban Karlic para que reconozca la carta manuscrita y firmada que acompañó la Defensa Técnica como documental nueva, teniendo en cuenta que se lo citará para prestar declaración en el debate, próduzcase el reconocimiento en tal oportunidad. Del mismo modo que en el caso anterior, ante un eventual desconocimiento de la misiva o incomparencia del testigo, el Tribunal resolverá en el debate, sobre las medidas ofrecidas por la Defensa en subsidio”, dice el texto de la resolución que firmó la jueza Vivian el 8 de marzo.
El defensor de Ilarraz aportó una carta manuscrita, firmada por Karlic. Se trata de un texto que, de momento, se desconoce su contenido.
Ni sobre Juan Alberto Puiggari, actual arzobispo, ni sobre Mario Luis Maulión, arzobispo emérito: la defensa de Ilarraz apunta a Karlic como principal testigo de la causa penal.
La estrategia defensiva del cura, acusado penalmente por abuso de menores, agravados por el rol de sacerdote, tiene que ver con la declaración que ya hizo Karlic en los Tribunales, donde desnudó la estrategia de Ilarraz y dijo dos cosas: que en Roma, durante una charla que ambos tuvieron en la década de 1990, el cura aceptó haber cometido los abusos y además le pidió perdón.
La causa contra Ilarraz se abrió en septiembre de 2012 y en todo este tiempo ha transitado un sinuoso camino judicial, sorteando una serie de planteos de la defensa del cura, que sostiene que los delitos que se le imputan al cura están prescriptos. La discusión fue finalmente cerrada el 27 de abril de 2015 cuando la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia (STJ) rechazó ese planteo, y ordenó avanzar en la investigación de los abusos. Ese planteo por prescripción, ahora, está a definición de la Corte Suprema de Justicia, con un recurso extraordinario.
Pero en la marcha del juicio resalta el rol que tuvo Karlic, que fue el arzobispo que ordenó cura a Ilarraz en 1984, que luego lo nombró prefecto de disciplina en el Seminario, y responsable de los adolescentes que cursaban la secundaria como pupilos, luego abusados por el sacerdote. Karlic contó en la Justicia que los hechos existieron y que Ilarraz asumió, ante él, su culpabilidad.
La causa judicial sobre los abusos de Ilarraz –investigado en 1995 por orden de Karlic, sancionado en 1996 por el exarzobispo, condenándolo al destierro– contiene la declaración, por escrito, del cardenal. Son doce fojas prolijamente redactadas, en las que contesta, una a una, las preguntas de los querellantes Milton Urrutia y Rosario Romero, del defensor de Ilarraz, Juan Ángel Fornerón, y del fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull.
El cardenal, en su primera intervención en la Justicia se amparó en sus fueros y declaró por escrito.
Karlic indicó en la Justicia que tomó conocimiento de los abusos por intermedio del actual arzobispo de Paraná y exrector del Seminario, Juan Alberto Puiggari. Aseguró que fue Puiggari “quien me lo dijo. Confío plenamente en su palabra”. Una de las respuestas da cuenta por qué actuó como actuó: “Tomé conocimiento de los hechos denunciados y encomendé al vicario de Justicia (el cura Silvio Fariña) que procediera conforme al espíritu de la Iglesia y la normativa propia del Derecho Canónico”.
“¿Por qué no se denunciaron antes los abusos, y recién se conocieron públicamente en 2012 habiéndolos investigado la Iglesia en 1995?”, le preguntaron. Karlic contestó que los hechos “fueron callados por los menores. Cuando los comunicaron, manifestaron vergüenza. Se respetó la voluntad de ellos y se les manifestó que dieran noticia a sus padres. Se consideró que era fundamental respetar el interés de ellos”.
Eso le respondió al querellante Urrutia.
También contestó que sólo recordaba “haberme encontrado con él (Ilarraz) en Roma, mientras él vivía allí. Después de su regreso a la Argentina (y habiendo sido sancionado por el propio Karlic, NdelR), el cardenal dijo que “no podría precisar (pero se reunió) posiblemente en Buenos Aires”.
El dato relevante de su testimonio está en la respuesta a la pregunta 26. Dijo Karlic: “No recuerdo en detalle. En principio, los negaba absolutamente (a los abusos). Más tarde, admitió su responsabilidad y pidió perdón”.
A la querellante Rosario Romero le contestó algo parecido, con un detalle muy relevante: “El padre Ilarraz manifestó ante mí su reconocimiento de los hechos, y pidió perdón”.
En respuesta al defensor Fornerón, Karlic contó por qué Ilarraz se trasladó a Roma en 1993, cuando dejó de ser responsable del Seminario.
“Durante mi episcopado envié a hacer estudios a Roma y a otros lugares de estudio a unos veinte sacerdotes. El envío del presbítero Justo Ilarraz a Roma en 1993 se enmarcó dentro de ese programa de formación del clero diocesano para la docencia en el Seminario y el desarrollo de tareas pastorales. Él fue a estudiar Misionología en la Universidad Urbaniana, para promover la actividad misionera en la arquidiócesis cuando regresara, y su envío tuvo lugar dos años antes de que se hicieran las denuncias”, contó Karlic.
Respecto de la sanción que se le impuso al cura acusado de abusos, el cardenal señaló que “al presbítero Ilarraz se le puso como pena la prohibición de estar en el territorio de la arquidiócesis, ejercer el ministerio en ella y tener contacto con los seminaristas –sostuvo–. Esta medida se tomó como consecuencia de que se dieron por acreditados los hechos denunciados, que fueron además admitidos por el presbítero Ilarraz ante mí y de los cuales me expresó su arrepentimiento”.
“Lo determinante para la sanción fue la admisión del presbítero Justo Ilarraz de su responsabilidad en los hechos denunciados y su pedido de perdón”, apuntó.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.