El kiosco de Celia siempre estuvo ahí. En los 90, cuando en esa esquina, Gualeguaychú e Irigoyen, funcionó la oficina central de la vieja Empresa Provincial de Energía de Entre Ríos (Epeer), antes de mudarse al edificio que hoy ocupa Vialidad, en Ramírez y López y Planes, ese kiosco tenía una vida ajetreada de clientes. En los 90, el papel era clave: no había internet, ni redes sociales ni, claro, celulares. Se leían revistas, diarios en papel. Celia, que siempre atendió ese kiosco, se las ingeniaba para anexar otros rubros a su local. Viajaba Uruguayana, en Brasil, cuando el cambio lo beneficiaba, y traía café, remeras Hering, cajas de Garotos, castañas de cajú, chucherías que vendía entre su clientela del kiosco de diarios y revistas. El tiempo fue transformando todo después. Ya nadie viaja a Brasil para revender y sacar tajada de la diferencia cambiaria, ni hay lectores de diarios y revistas en papel. El kiosco quedó ahí, solo, vacío, con restos de viejas publicaciones. La maleza cubre el kiosco, esa forma redondeada que siempre le dio una característica peculiar. Pero ya no hay clientes. Ni kiosquera.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora