Una reja, de color negro, alta, clausurada, impide pasar al otro lado.

Al otro lado está el precioso edificio de la Capilla Norte de San Miguel, cuyas obras de restauración se inauguraron el viernes 27 de septiembre con la presencia del gobernador Gustavo Bordet, el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, y el titular nacional de la Pastoral Social, Jorge Lugones.

“Era difícil imaginarse el lugar, porque estaba vedado el acceso a los vecinos. Cuando vine por primera vez, tuve que hacer un ejercicio de imaginación importante para descubrir lo que hoy vemos, que es la Capilla Norte de San Miguel”, dijo entonces Bordet.

Un mes después de la inauguración, el lugar sigue vedado. Sólo hay esporádicas visitas guiadas. Pero el resto del tiempo, el edificio y el predio adyacente -que pertenece al Estado- siguen vedados. Para lo único que se utiliza es para que, en un sector lateral de la Capilla Norte los curas de San Miguel estacionen su vehículos.

Por lo demás, la remodelación de la Capilla Norte supuso la mudanza del acceso de los sin techo al comedor comunitario que funciona en San Miguel, de lunes a viernes, a mediodía. Ahora, acceden por el templo parroquial. Son entre 60 a 70 personas, número que varía según los días, los comensales que asisten al comedor.

 

El templo


Este edificio fue construido en 1822 y es la construcción más antigua tanto de la ciudad como de la provincia. La inversión total ronda los $9,4 millones, y se ha trabajado en la recuperación integral del edificio, restaurando las molduras al interior de la cúpula así como la fachada del lado externo de la misma. La provincia entregó $700.000  en concepto de aportes no reintegrables.

Los trabajos corresponden a un proyecto presentado por los arquitectos Mariana Melhem, Gabriel Terenzio y Alejandro Yonson en el XIV Congreso Internacional de Rehabilitación del Patrimonio en Matera Italia, cuyo objetivo principal consistió en una restauración respetuosa que preserve la originalidad y autenticidad de la estructura del edificio.

En 2000, bajo la administración del ex presidente Fernando de la Rúa, la Capilla Norte de San Miguel fue declarada monumento histórico nacional, aunque quizá pocos paranaenses recuerden ese dato: no hay un indicio, una plaqueta, un dato peculiar que indique que lo que hay allí, en ese sitio, esa añeja casona a la que se accede por un pasillo que también conduce a un comedor comunitario, es eso, un monumento histórico nacional.

El templo es uno de los cinco monumentos históricos que conserva la ciudad: los otros son Casa de Gobierno, la Catedral Nuestra Señora del Rosario, el salón de actos del Colegio del Huerto —que fuera sede del gobierno de la Confederación durante el gobierno de Justo José de Urquiza— y, desde 2009, también la Escuela del Centenario, ubicada en Avenida Alameda de la Federación y Tucumán.

 

La Capilla Norte fue construida por la Iglesia hacia 1822 —no existen registros ciertos sobre sus orígenes, ni tampoco los denominados “libros de fábrica” que den cuenta de sus inicios— para dar atención espiritual a lo que entonces se conoció como el Barrio del Tambor o Barrio del Candombe, habitado casi exclusivamente por población negra y mulata en la ahora exquisita zona conformada por calles Buenos Aires, Avenida Alameda, Ecuador, Garay, San Martín y alrededores.

La partición de la ciudad debido a los accidentes naturales dejaba a ese sector de Paraná prácticamente aislado. Una investigación que en 1997 llevaron adelante el profesor de Historia Walter Musich, y los arquitectos Alejandro Yonson, Ricardo Jaimovich y Gabriela Gallardo permitió reconstruir la historia.

“El sector norte de la población de Paraná alternaba el paisaje indómito con un núcleo de mulatos mayoritariamente esclavos liberados, de ascendencia africana. Se unía al Puerto a través de un viejo camino, pero su vínculo con la Plaza Mayor se interrumpía en tiempos de grandes lluvias por la existencia de un arroyo o zanjón que atravesaba, de este a oeste, todo el ejido (corría por lo que actualmente es el trazado de las calles Uruguay y Cervantes) —dice aquel informe—. En el Barrio del Candombe o Barrio del Tambor no se escrituraban las devaluadas tierras, que en un gran porcentaje pertenecían a la Curia, que las entregaba circunstancialmente a los morenos para su habitación y trabajo. La espontaneidad de su poblamiento y modestia de su trama urbana ha dificultado su fiel reconstrucción”.

La construcción del templo fue iniciativa de la propia Iglesia, y con el afán de dar atención espiritual a ese asentamiento. Pero no hay datos ciertos: se cree que fue cerca de 1822. El único “libro de fábrica” —los asientos contables de los templos al momento de su construcción— corresponde al nuevo templo, y allí consta el modo cómo se recaudaron limosnas y se establecieron diezmos para conseguir recursos para iniciar la construcción.

Lo único que se sabe es que la piedra fundamental se colocó el 14 de mayo de 1822. Y sirvió al culto hasta 1860, cuando quedó inaugurada la actual Capilla San Miguel.

 

La Capilla Norte de San Miguel fue declarada monumento histórico nacional a través del Decreto Nº 1.298 firmado el 29 de diciembre de 2000 por el ex presidente Fernando de la Rúa, a instancias de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, que de ese modo dio acogida a un planteo formulado por un grupo de profesionales que entonces integraban la Comisión de Preservación del Patrimonio Urbano de Paraná.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.