
- Por Juan Menoni (*)
Tengo una indignación y una tristeza que no me entran en el cuerpo, me desbordan, y necesito decirlo.
Hace un tiempito, las autoridades de la Escuela Normal de Concordia, con la anuencia de la Dirección Departamental de Educación, taparon los emblemáticos murales de la pared de esa Institución Educativa lindante con la calle Quintana.
Las pintadas en cuestión recordaban a los compañeros y compañeras de Concordia desaparecidos en la última dictadura, y a los crímenes cometidos con responsabilidad del Estado por acción u omisión durante los gobiernos democráticos, como el caso emblemático de Santiago Maldonado.
La impotencia de ver los muros blanqueados, la memoria ocultada, la hipocresía de pintar el afuera, mientras el interior de la escuela se desmorona, hubiera llevado a cualquiera de nosotrxs a tomar un aerosol y esa misma noche volver a pintar el muro.

Pero primó la cordura, y vino ese fantástico y reconfortante proceso de construcción colectiva, de transformar la bronca en acción.
Primero virtuales y luego presenciales, con distancia y protocolo, nos juntamos un grupo numeroso de personas y colectivos de lo más diversos y heterogéneos: de género, de trabajadorxs de la educación, de comunidades originarias, de artistas, de agrupaciones ambientalistas, y de allí salió la idea.
Pintar un nuevo mural el 24 de marzo, para reparar en parte, esa memoria ocultada.
-Vamos y pintamos- propuso alguien.
-Hagámoslo bien- dijeron otrxs.
Convocamos a artistas locales, definimos el contenido entre todxs , fundamentamos desde el punto de vista histórico, educativo, artístico y político-cultural aquello que pensábamos hacer.
Pedimos las correspondientes autorizaciones a la Dirección Departamental y a las autoridades de la Escuela con el tiempo suficiente, razonable y necesario para que pudieran tratarlo y respondernos.
Ahí llegaron las demoras, los cuestionamientos, las exigencias absurdas.
Y lo que es peor, expresiones como: “Maldonado ya fue, decir que el Estado es responsable es violento, la imagen del mural es muy fuerte, ¿para qué remover el pasado?”
Al día de hoy, 22 de marzo, la voluntad de las autoridades es clara y contundente: No dejarnos pintar.
Un sector de la sociedad, ese que cree que la escuela es un lugar neutro y aséptico (no sabe o no reconoce que la escuela tradicional siempre adoctrinó políticamente), ese que cree que la mugre se guarda debajo de la alfombra, ese que cree que lo mejor es olvidar, festejó la acción de blanquear los muros, y nos mandó a “pintar nuestras casas”.
Detrás de esta acción de construir un mural hay una mirada política ¿Quién no la tiene?
Pero también hay un hecho artístico, educativo, social.
No somos vándalos, somos personas que pensamos diferente a aquellos que creen que es mejor olvidar y ocultar.
Tenemos un posicionamiento pedagógico.
Muros blancos, pinturas ingenuas y asépticas, o un mural colectivo que recuerde, que interpele, que denuncie las injusticias de ayer y de hoy.
La suerte está echada, la responsabilidad ahora no es nuestra, es de las autoridades educativas.
Una vez más la pelota está del lado del Estado.
La catarsis de escribir me permite amenguar la bronca, la tristeza se va despejando de a poquito, recuerdo a esa señora que me preguntó “¿Por qué en el muro de la Escuela?». Me vienen a la memoria mis hijos, que no hace mucho tiempo, transitaban orgullosos esa escuela, en épocas en que la memoria andaba suelta y circulaba por sus aulas, sus textos, y claro, por las paredes.
Se me presenta como una aparición fantasmal pero bella y oportuna, Ileana Esther Gómez, aquella joven mujer de Concordia desaparecida y asesinada en 1977 por los dictadores genocidas, recuerdo que su padre fue el rector de la Escuela Normal de Concordia, la tristeza y la bronca me invaden nuevamente.
Me siento impotente, lloro.
Fotos: Gentileza La Lucha en la Calle
(*) Juan Menoni es narrador de historias orales, gráficas, visuales y audiovisuales. Profesor de Historia, diplomado en Educación, Imágenes y Medios. Fue docente y rector del Profesorado Superior de Ciencias sociales de Concordia. Entre otros libros, ha escrito Crónicas de Ayer, Hoy y Mañana. Contramanual de Ciencias Sociales. Panza Verde. 2012; Próceres sin bronce. Contramanual de historia de la Patria Grande. Panza Verde. 2013; Apuntes. Panza Verde. 2015; El oficio de contador. Panza verde. 2017; De pesadillas y sueños. Panza verde. 2018.