• Por Francisco Albarenque Rausch (*)

Toda película o serie que nos gusta es porque hace vibrar algo en nosotros, nos remonta a alguna experiencia personal. Un claro ejemplo de esto para mi es la recientemente estrenada miniserie Poco Ortodoxa, inspirada en la historia de Deborah Feldman, que a sus 23 años huye de la secta judía jasídica en la que fue criada, en Nueva York, para vivir una nueva vida en Berlín, liberada de las prescripciones religiosas a las que se sentía atada. También podría decirse que esta miniserie de 4 capítulos está inspirada en miles de historias reales, ya que la violencia real o simbólica en nombre de Dios no sólo se da en grupos cerrados como la comunidad de la que huye la protagonista, sino en muchos otros grupos religiosos, entre los cuales se encuentra también la Iglesia Católica. No en el medioevo. No en lugares alejados. Aquí y ahora.

De hecho, me fue imposible no vincular desde el minuto 1 la historia de Esty, y las de Silvia (de quién soy hermano) y Roxana, ex monjas del Carmelo de Nogoyá, cuya historia culminó en la condena en julio de 2019 de Isabel Toledo por el delito de privación ilegítima de la libertad agravada en dos casos. Hay mucho en común entre las carmelitas de ese monasterio y los judíos de la comunidad de Esty. En ambas comunidades las mujeres no tienen formación. Esty fue rapada para evitar la vanidad, un ritual que me recordó el corte de pelo que se le hace a una carmelita de Nogoyá antes de recibir el hábito. Esty no podía disponer de un teléfono celular, ya que esto era permitido sólo a las autoridades de la comunidad. Lo mismo pasaba en Nogoyá. La madre de Esty fue echada de la fiesta de casamiento de su hija, lo que me recordó el día cuando a nuestro padre no se le permitió ir a la profesión solemne de Silvia (algo similar a un casamiento con Jesús) por ser divorciado vuelto a casar. Tanto él como la madre de Esty eran considerados pecadores públicos, y por lo tanto, excomulgados de facto de la comunidad.

Y finalmente, el parecido más triste es que tanto la protagonista de Poco Ortodoxa como Roxana escapan de esa prisión en que viven, de ese mundo lleno de reglas que se volvió insoportable, y son perseguidas para que vuelvan. Silvia, si bien no escapó, tuvo que soportar que se le niegue salir por seis años. Tanto la vida matrimonial de Esty como la vida religiosa de Roxana y Silvia  empezaron llenos de ilusiones (la sonrisa de Esty al casarse y la de Silvia cuando profesó también se parecen).

Poco Ortodoxa, en fin, retrata eso: El camino de una mujer para salir de una comunidad cerrada que la limitaba en nombre de Dios y de la tradición, que había sido empujada a la anulación para no poner molesto a Dios, un Dios centrado en las tradiciones más que en el amor. Un camino que no es exclusivo de Esty ni de sectas dentro del judaísmo. También se da en sectas dentro del catolicismo.

En las tres historias, la de Esty, la de Silvia y la de Roxana, lo que pude experimentar es que no hay que limitarse, ni por barreras físicas ni por aquellas simbólicas; nuestra única obligación es salir, y enfrentar los demonios con los que tantas veces nos asustaron. Seguramente encontraremos que tal vez Dios no es el que nos mostraron. Y que esos demonios no existen. Y en el caso de Esty, hija de un pueblo que fue perseguido tantas veces, (persecuciones que también se dieron en el cristianismo, creando mártires y santos), el mensaje que da, y creo que es uno de los mensajes de Poco Ortodoxa es que a los muertos no se los honra limitándonos y anulándonos. A los muertos se los honra viviendo.

(*) Francisco Albarenque Rausch es docente, hermano de Silvia Albarenque, que junto a Roxana Peña llevaron a juicio a la priora del convento carmelita de Nogoyá, Luisa Toledo, finalmente condenada por la Justicia de Gualeguay a 3 años de cárcel.