Las calles adoquinadas forman parte de ese patrimonio arquitectónico que resguardan la historia de esa parte de la ciudad que ya fue. Son como un museo a cielo abierto, testigo del paso de los años, de los siglos. A veces sobreviven a las malas mañas, otras son sometidas ante el avance del pavimento, o, lo peor, se desgranan ante la impavidez de muchos. Es lo que ocurre en calle Güemes, cerca del Puerto. Un gran pozo en medio del adoquinado, y a los costados los rieles del tranvía que asoman desde abajo. La situación reclama una urgente intervencion. Que no llega.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.
