Por Paola Robles Duarte (*)

 

Andaba entre los niños y los libros, como en una especie de encantamiento que alimentaba su vocación pese a que en estos oficios lamentablemente abundan la falta de recursos, la desmotivación, la necesidad de un Estado ausente en casi todo.

Liliana Leonhart era bibliotecaria: por la mañana en el Instituto Agrotécnico, por la tarde en el Instituto Magnasco, ambos en Gualeguaychú. También era docente de nivel primario. Tenía 51 años, tres hijos, dos hermanos y un universo de amor que llora su partida.

 

Incluso luego de su fallecimiento, ocurrido el martes 3 de octubre, aún no se tienen certezas sobre la causa que dio origen al proceso de deterioro de Liliana. Cuenta la familia que los médicos les decían, hacia el final, en los que les avisaban que tendrían que comenzar a despedirse: «Estuvimos todo el tiempo tratando las consecuencias y no las causas» que dieron lugar al cuadro clínico de la paciente.

 

«Me atendió un especialista cordobés -de apellido Muñoz- que hace traumatología neurológica. Me dijo que lo que tenía muy inflamado era el músculo que sostiene las nalgas, que era un problema de la pierna más que un problema lumbar. Me dijo que me iba a infiltrar y que a los 10 minutos iba a salir caminando como si nada, que no tenía que hacer más reposo ni cuidarme más, excepto empezar kinesiología y hacer rehabilitación postural y aprender a caminar y hacer esas posturas. Lo concreto es que esperé 10, 20, 30 minutos. Estoy toda encintada en donde me pinchó y el médico tenía que hacer una operación al primer piso. Cada vez que lo intentaba no me podía levantar, volví en un solo grito, voy a esperar. Acostada estoy bien, pero cuando me paro me muero. Pero voy a esperar, capaz que en una hora mejora.. me infiltró a las cuatro de la tarde, pero no me podía venir del dolor», contaba Liliana en un mensaje de voz enviado a su hermana, explicándole el primero de los procedimientos practicados en la Clínica San Lucas.

La Clínica San Lucas es el mismo centro asistencial que en el verano de 2016 estuvo en medio de un escándalo por una denuncia de mala praxis. El caso llegó a la Justicia tras la denuncia de familiares de la joven Andrea  Schlotthauer, quien falleció en ese centro asistencial.

Ahora es el caso de Liliana Leonhart

«Estoy en un solo grito del dolor, no sé qué vamos a hacer, pero no le digas a mami», dijo Liliana en un nuevo. En ese breve espacio de su voz, se perciben con claridad las dificultades que presentaba Liliana para hablar ya en ese momento.

 

«Liliana fue infiltrada el pasado 29 de agosto. El segundo ingreso al sanatorio ocurrió esa misma noche, cuando tuvo 22 de presión, según los médicos, por el dolor agudo. Le dieron el alta con una bolsa de medicamentos, entre ellos codeína fosfato, pregabalina, diclofenac, entre otros. Se fue a su casa, pero inmediatamente después la vuelven a internar en la Unidad de Terapia Intensiva  con un terrible dolor de columna que luego se comprobó, a partir de una resonancia, que se debía a una hernia de disco L4-L5: un diagnóstico totalmente distinto al del inicio», contó su hermana, Lorena Leonhart.

 

«Entonces se planeó hacer un bloqueo tres días después. Liliana pasó a sala común. En ese momento, se rompe el tomógrafo de San Lucas y queda postergado el estudio. Liliana comienza el cuadro de diarrea sangrante, para después volver a Terapia por deterioro neurológico severo -compromiso encefálico y fallo renal según indica la propia historia clínica- mientras, continúa con una diarrea con gran presencia de sangre. El proceso de deterioro que cuento a partir de su segunda internación, comenzó el 2 de septiembre; tres días después de la infiltración. Y así, luego de muchas idas y vueltas con la obra social de mi hermana, se presentó el 21 de septiembre la cautelar ante el Juzgado de Familia, Civil y Penal de menores de Gualeguaychú de Héctor Vassallo”, relata.

 

El pedido a la obra social


«Lo que le pedíamos a su obra social (OSTRAC -Obra Social de Trabajadores de las Comunicaciones) era una derivación inmediata a un centro de mayor complejidad que el sanatorio San Lucas, ante la ausencia de un diagnóstico certero que explicara la afección -colitis isquémica y deterioro neurológico- de Liliana. Vale la pena destacar que el pedido no respondía a las buenas intenciones de nuestra familia, sino a una necesidad manifiesta por el equipo médico que la atendía, por falta de instrumental específico y ante la imposibilidad de arribar a un diagnóstico que permitiera tratar la causa de su padecimiento», explicó Lorena.

 

«Antes de la presentación de la cautelar, fueron muchas las insistencias a la obra social para que nos diera una respuesta. Sabemos que constantemente el jefe de la UTI -doctor Geuna- hablaba con el doctor Pecoraro, médico de la obra social que ofrecía la clínica de La Merced de Martín Coronado, provincia de Buenos Aires, como el destino del traslado. Según manifestaron en todo momento los médicos que trataban a Liliana, la institución propuesta por la obra social era, incluso, de menor complejidad en función de la atención que ella estaba recibiendo», continuó.

 

«Rechazar la cautelar le llevó al Juez Vassallo unas pocas horas»


«Conformar la carpeta con la que le pedimos al juez la medida cautelar innovativa o tutela anticipada, llevó mucho tiempo, estudio, y dedicación para lograr transmitir la gravedad del cuadro clínico de Liliana. Pero rechazarla le llevó al juez Vassallo unas pocas horas, mientras la situación de mi hermana se agravaba con el tiempo. A la luz de los acontecimientos, me permito preguntarme: ¿Habrá llegado esa carpeta al juez Héctor Vassallo? Lo concreto es que la medida fue rechazada. Fue terrible, porque ni siquiera tuvimos la posibilidad de trasladar a Liliana a un hospital de mayor complejidad perteneciente al ámbito público, porque como ella tenía obra social se requería la firma de un rechazo conformado de parte de la obra social para que fuera aceptada en un hospital público; ni siquiera nos dieron esa posibilidad», reclamó Lorena.

 

«Elegimos presentar una cautelar porque era la medida más expeditiva que podíamos generar para obtener una rápida respuesta; como la obra social de Liliana es nacional, en caso de presentar un recurso de amparo tendríamos que haberlo hecho en Concepción del Uruguay ante el Juzgado Federal, lo cual implicaba una mayor demora que no nos permitía resolver la situación que estábamos atravesando. La cautelar fue presentada alrededor de las 10 de la mañana del 21 de septiembre; pocas horas después, tuvimos la revocación de la medida. Quiero destacar que el informe del médico judicial que vio a mi hermana no es vinculante en función de la decisión que debía tomar el juez, más allá de que no comprendemos el criterio por el cual sí valieron los parámetros estables de esa mañana sin considerar las complicaciones previas, sin tener causa diagnosticada, entre otras preguntas que nos hacemos surge la duda sobre si leyeron – o no- la histórica clínica de Liliana», agregó.

 

Después, vino una «hecatombe de esperanzas, un derrumbe de algún modo previsto», escribió alguna vez Mario Benedetti: «Veíamos cada día como todo empeoraba, como le costaba hablar, su mirada estaba rara, sus palabras cada vez era más confusas; a partir de la traqueostomía empezó a hincharse, a hacer una sepsis generalizada», dijo Lorena.

 

«La desidia, el desamparo y falta de humanidad se cobraron la vida de mi hermana», fustigó la mujer.

 

Y cerró: «Contamos esto, porque es alarmante lo desamparados que estamos ante el accionar de la Justicia en estas situaciones, la falta de humanidad y de atención digna desde la obra social y el funcionamiento del sistema sanitario Gualeguaychú. Podría contar mil situaciones de las que vivimos a lo largo de la internación de Liliana, situaciones que demuestran lo desprotegidos que estamos ante un sistema que falla y que en cada error o situación mal resuelta, se lleva la vida de alguien. En este caso la vida de mi hermana».

 

Escribimos una vez más, para que no se pierda de vista lo importante: Liliana tenía 51 años, tres hijos, dos hermanos y un universo de amor que llora su partida.

 

Hoy su familia nos alerta, nos interpela, nos invita a mantener los ojos abiertos. Pero sin Liliana.

 

 

(*) Periodista. Publicado en Reporte 2820.