Mónica Ruiz Díaz es maestra.
De guardapolvo.
Vestida con el trajecito blanco de maestra, se paró en medio del aula y encontró que algo no encajaba.
El pizarrón. Eso pensó: el pizarrón no podía seguir un año más así.
Entonces hizo lo que no se espera de una maestra.
Una maestra enseña, orienta, aconseja, corrige. Se para en el frente del aula, habla, gesticula, mira atenta, pone nota, dice saquen una hoja, apura para que entreguen el examen.
¿Pinta una maestra? ¿Pinta el pizarrón de su aula?
La maestra Mónica Ruiz Díaz se dedicó a pintar. A pintar el pizarrón de su aula en su escuela.
Antes.
Después.
-¿Por qué pintar? -se pregunta.
-Para que los chicos tengan un espacio lo más lindo posible para estudiar -se contesta.
Mónica Ruiz Díaz se reincorporó a su escuela el lunes 18 de febrero, como el resto de la docencia en Entre Ríos.
Ese día el Consejo General de Educación (CGE) emitió la circular N° 03/19.
«Por la presente -ordena la circular del CGE- se informa a los equipos de conducción de las instituciones educativas que dependen del Consejo General de educación de la provincia de Entre Ríos que está prohibido cobrar cuota de inscripción en las instituciones de educación de gestión pública que dependen del organismo educativo central».
¿De qué otro modo se financian las escuelas? ¿Con qué dinero compran tizas, pintan los pizarrones, asean el edificio, limpian los depósitos de agua, desinfectan las aulas, reemplazan los vidrios que se rompen, las lamparitas que ya no?
No hay modo.
El 97% del presupuesto del Consejo de Educación se va en salarios. No queda casi nada para mantenimiento, reacondicionamiento, refacciones menores.
Mónica Ruiz Díaz eligió la ironía para hacer notar la escasez.
«Che, Marta… Esto está permitido? O vos vas a garantizar que los pizarrones estén en condiciones?
«Te paso la lista: pintura de pizarrón, thinner y lijas (para devolverle al compañero que me prestó). Y para el año: tizas blancas y de colores (de las buenas porfa porque sino no se puede escribir) y borrador.
Gracias Martita».
Marta, o Martita es Marta Landó, presidenta del Consejo de Educación.
Eso posteó en su muro de Facebook con dos fotos: una, del pizarrón estropeado; otra, con el pizarrón recién pintado.
-Decidí pintar el pizarrón porque el pizarrón no estaba en condiciones. Soy maestra del pizarrón a tiza y ese es, hasta ahora, el único pizarrón que tengo en el aula. El maestro de carpintería me está acondicionando otro.
Cuenta, además, que decidió publicar ese posteo por dos razones: porque está de acuerdo con la decisión de que las escuelas no cobren cuota de cooperadora ni derecho de inscripción al año escolar; pero reprocha el «cinismo» de establecer esas prohibiciones y a la vez no aportar los recursos necesarios a las escuelas.
-Entonces, las escuelas que pueden cobrar y están en contextos donde las cooperadoras pueden recaudar, ofrecen pizarras magnéticas y variedad de recursos, mientras que las escuelas públicas somos denigradas y bastardeadas por políticas excluyentes y exclusoras.
Dice la maestra que pintó el pizarrón de su aula. Aunque no es el único maestro que hace eso. Otros maestros, otras maestras hacen lo mismo.
Porque la educación a veces se sostiene así: con voluntarismo, con el Estado demasiado lejos.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.