El teatro «lambe lambe» es teatro en miniatura. Se espía por una mirilla y la función se desarrolla dentro de una caja en exclusiva para un espectador.

Durante el ciclo Corriendo la Coneja, que se hizo durante Semana Santa en Paraná, hubo la presentación de una modalidad que deslumbró a grandes y chicos: las cajas del teatro «lambe-lambe». Estuvieron a cargo de Pola Ortiz, Silvia Ayala, Mónica Borgogno y Marcelo Amorosi.

Es teatro en muy pequeña escala, con muñecos que llevan adelante la acción dentro de una caja. Un único espectador se asoma a través de una mirilla, se calza un par de auriculares y disfruta de la representación que se monta en exclusiva para él.

Es la magia del teatro «lambe lambe», una técnica que surgió como iniciativa de dos maestras de Brasil con el objetivo de difundir enseñanzas sobre el embarazo y el parto en un ámbito de intimidad y prosperó cruzando fronteras y sumando disciplinas artísticas.

 

Miniatura

 

“Es un teatro en miniatura. Es un teatro en una cajita. Las historias que se cuentan son breves, son tres minutos o cinco como máximo. Se espía por una ventanita, es decir que es para uno o dos espectadores. Hay cajitas hasta para tres, pero no más que eso. Por eso tiene una serie de características que lo define y lo hacen singular. Que sea una historia de tres minutos hace que sea una historia simple. Uno tiene que hacer el esfuerzo de simplificar y quedarse con lo esencial de la historia”, contó Mónica Borgogno, una de las artistas locales del teatro lambe lambe, en diálogo con Laurentino.

—¿Siempre son historias pensadas para el público infantil?

—No, de hecho la última cajita que estoy haciendo es para todo público. Tiene que ver con la desmemoria de una viejita. Hay cajitas para todo tipo de público. Inclusive hay cajitas eróticas.

—¿Tomás historias de otros autores o las armas vos?

—Se pueden adaptar historia de otros. La cajita de la Sebastiana que presenté en el Corriendo la Coneja es la adaptación de un cuento de Sandra Siemens, una escritora santafecina, y el cuento se llama La tortilla de papas. La historia me gustó y la adapté. La primera cajita que hice se llama Otra Alfonsina, y la creé yo. El proceso puede surgir en base de un títere, o con un objeto de miniatura, o con el disparador de un texto.

—¿Cómo llegaste al teatro «lambe-lambe»?

—En 2018, fuimos a cubrir para La Otra Butaca (revista sobre la actividad teatral que dirige Borgogno) el Festival de Teatro de Rafaela. Ahí siempre vemos cosas innovadoras de la escena. Ahí vi por primera vez una cajita lambe-lambe. Era de una chilena, Romina Herrera, que venía con una trilogía de cajitas con adaptaciones de obras de Shakespeare. ¡Era una cosa increíble! Me dije que me gustaría hacer eso. Así arranqué. En 2019 hice un taller con Pola Ortiz en el Museo de la Ciudad. Ahí terminé mi primera cajita. La estrenamos y después vino la pandemia. Entre el 2020 y 2021 asistí a festivales virtuales de Brasil y vi muchas obras muy buenas. Tomé un taller virtual con una artista chilena sobre dramaturgia lambe-lambe. Participé también de un festival del sur Chile. También, presenté un proyecto en el Instituto Nacional de Teatro para hacer una trilogía lambe-lambe y me lo aprobaron.

—¿Todo el trabajo lo hacés vos o tenés colaboración de otros artistas?

—Depende. La primera caja la hice toda yo, pero ya en la segunda invité a Gabriela Travisani y a Guillermo (Meresman) para que hicieran las voces de los personajes. En una caja de madera invité a un carpintero que trabaja para teatro y me hizo todo el dispositivo de madera. En otra lo convoqué a Jaimo para dibujar y pintar la escenografía.

—¿Lleva mucho tiempo el proceso de creación?

—Sí, lleva mucho tiempo. Por ejemplo, exige que en el proceso de producción de las cajitas haya alguien que te mire para que corrijas los movimientos, porque uno no ve cómo se aprecia desde el otro lado. De esa manera se corrigen pequeños detalles.

—No es un proceso solitario…

—No. Uno dirige el proyecto y a partir de ahí se va convocando a otra gente. Por ejemplo, el tema de luces no es algo que me guste, así que llamo a Sergio Fabri para que me ayude.

—¿Esta modalidad de teatro tiene una larga tradición o es más bien reciente?

—El teatro en miniatura es de vieja data, de la Edad Media. Hay una vieja tradición de teatrillos en los carromatos. Pero como lambe-lambe, con ese nombre, viene del Brasil en el año 89 con dos maestras. Su primer espectáculo surgió porque las mujeres negras a las que les daban clases desconocían cuestiones relacionadas con la educación sexual, el embarazo, el parto. A partir de eso surgió la primera cajita. Vieron la necesidad de hacer una representación en un ámbito de intimidad y se inspiraron en las cajas oscuras de los fotógrafos de plaza. Ese fue el primer dispositivo. Lambe viene del portugués lamer, porque así revelaban las fotografías.

Fuente: Laurentino