(Sí, así, con la tilde en la primera sílaba: “La Néuquen”)
Fue mucho más que una escuela. Fue un remolino, un remolino fundante. En sus aulas escuché, incorporé y esgrimí palabras que nunca antes había conocido. Términos y categorías que de a poco se convirtieron en mi modo de caminar. Vivimos discusiones largas, acaloradas, amparadas en la mirada tierna, seria y estimulante de docentes que buscaban traspasar la llama, la curiosidad. La Néuquen fue una usina, una forja y el puerto en el cual empezó un viaje que jamás me hubiera imaginado.
Pasaron exactamente 20 años desde que egresé de la Escuela Secundaria Provincia del Neuquén. Ayer volví (20 años es nada). Fue en el marco de una actividad laboral. Se abrían los sobres de la licitación pública para construir una parte del edificio a nuevo, con un patio para realizar deportes. Gustavo Bordet y Adán Bahl encabezaban el acto junto a la directora Rosana Rutilli, que tanto luchó para hacer posible esa obra, y que ni bien me vio, me reconoció. También Adrian Alberto Francisconi que tanto esfuerzo y vida le ha dedicado a nuestra escuela, con su compromiso militante y su enorme sensibilidad.
Antes de que empiece el acto me tomé un instante para caminar despacio por el patio. Miraba a los gurises y las gurisas envueltos en camperas, buzos y gorros de todos colores. Charlaban, se reían, se hacían bromas y cada tanto pegaban algún grito. Pero tardé en darme cuenta que en realidad era a mí a quien buscaba.
Caminé un poco más, lamenté que hayan sacado el sauce debajo del cual solíamos tener clases en las tardes de otoño, y llegué al mural en la pared exterior de la que fue nuestra aula de 5to año. “Memoria”, está escrito, junto a los pañuelos blancos de las Madres de Plaza de Mayo. Ese sería el escenario (como lo fue también antes, en la época que era el Atlético Neuquén Club, y donde tocarían tantos grandes de la música popular) para hacer una foto, un recuerdo. Imagen que con mucho amor captó Pablo Merlo
Llegué a casa emocionado. Había vuelto, como dijo Tejada Gómez, a uno de esos sitios donde amé la vida y, parafraseando a Kavafis, al puerto desde el cual zarpé en el largo viaje con destino a Ítaca.
Foto: Pablo Merlo
(*) Nicolás Rigaudi es comunicador.