Hubo un viento feroz -superó los 50 kilómetros por hora-, un cielo amenazante, una temperatura que bajó más de lo esperable para octubre, una lluvia mansa pero persistente, pero en la ruta, en esta ruta, una lengua de gente se afana en sostener un ritmo de marcha, atender los cánticos que salen de los altoparlantes y aferrarse a los Rosarios que llevan colgados al pecho.

La 43ª edición de la Peregrinación de los Pueblos cumplió su ritual acostumbrado: partió puntualmente a las 5 de la tarde de este viernes desde uno de los acceso a Hasenkamp, y trazó un recorrido que tiene una meticulosidad militar. Una logística aceitada movió a miles de personas -¿20 mil, 30 mil?- con un destino que se cumplirá recién este sábado, circa 19, cuando todos alcancen el punto final, el Santuario La Loma de la Virgen de Schoenstatt, en el barrio Paracao.

Apenas se inició la marcha se disipó el pronóstico más aciago y entonces se diagramaron los descansos, los recorridos, la alimentación y la hidratación de peregrinos que caminan más de 90 kilómetros de día y de noche y que unen dos ciudades, Hasenkamp con Paraná. Nadie, de igual modo, había pensado en desistir. Se resiste, se avanza, se reza y se canta, y todo eso en medio de la ruta, una escena sobrecogedora.

En sus orígenes esta convocatoria fue obra de dos jóvenes de la localidad de Hasenkamp seguidores del Movimiento Apostólico de Schoenstatt, la obra que fundó el sacerdote alemán José Kentenich. Lo hicieron como forma de honrar a la Mater, como se conoce a Nuestra Señora de Schoenstatt, justo en una fecha que es próxima a la celebración del Día de la Madre.

Fue en 1983 cuando Jorge Quiroz y Amelio Rodríguez dieron el puntapié inicial a esta caminata, y esa primera vez los sorprendió una fortísima lluvia que los obligó a desistir de la iniciativa. Pero no se dieron por vencidos: al año siguiente estaban de nuevo en la ruta, y al poco tiempo no estuvieron solos. Con el tiempo, cientos, miles de peregrinos fueron sumándose a esta peculiar demostración de fe.

En 1992, nueve años después, el gobierno de la ciudad de Hasenkamp declara de “interés municipal” a la peregrinación, y lo mismo hace la Provincia, y para entonces a la ruta se volcaban apenas 1.200 personas.  Una década después, aquella cifra se multiplicó por  veinte. Los organizadores escapan al dato estadístico del número de asistentes, y prefieren mirar la extraordinaria demostración de fe que supone peregrinar 90 kilómetros. Y llegar al desetino, final, este sábado, a La Loma.

 

Fotos: Mauricio Garin

De la Redacción de Entre Ríos Ahora