Ni las bajas temperaturas ni la lluvia de la noche y de la madrugada lograron vencer a los peregrinos que este viernes, puntualmente a las 17, partieron desde Hasenkamp con destino a Paraná, a lo largo de 90 kilómetros. «La Peregrinación no se suspende», habían anunciado el viernes los organizadores después de unas horas de zozobra a raíz de distintos posteos en redes sociales que ponían en duda su realización.

La edición númer0 40 de la Peregrinación de los Pueblo tuvo, como cada año, una gran presencial juvenil que alentaron las extenuantes jornadas de caminatas y espera en medio del frío y la noche. Las paradas previstas apenas alcanzan para reponer fuerzas y seguir caminando, durante más de 24 horas. La fenomenal logística que rodea a la Peregrinación -con cientos de servidores- permite que la marcha se realice con total tranquilidad.

Miles de peregrinos acompañaron la marcha a pie que volvió después de dos años virtual producto de la pandemia de coronavirus. José María Velázquez, que participa de la organización, contó que la lluvia no fue lo más difícil de soprotar -apenas llovió al momento de la salida- sino las bajísimas temperatura de la noche y de la madrugada. «El tramo que más costó es el que va de Cerrito a El Palenque, adonde se llega a las 4,30 a 5 de la mañana», indicó.

Este año el número de peregrinos en la ruta, según cálculos de los organizadores, llegó a las 20 mil personas. Sucede que aunque fue masiva no alcanzó las cifras récord de los años previos a la pandemia, cuando llegaron a alcanzar las 40 mil personas. Este año, como en todo, la crisis económica que golpea los bolsillos obligó a muchos a desistir de participar.

Sucede que para participar de la Peregrinación de los Pueblos, además de fe, resistencia física y devoción por la Mater -Nuestra Señora de Schoenstatt, la imagen que guía a los peregrinos- se debe contar con recursos, y el transporte, con costos altísimos, fue un serio impedimento. Las delegaciones de las parroquias de Paraná pagaron, por cada peregrino, valores de entre $4.000 y $5.000. Pero las que llegaban desde el interior, debían hacer frente a un costo de $8.000 por el transporte. «El costo del transporte fue un gran problema para muchos, sobre todo para aquellos que están sin trabajo y venían a pedir por trabajo, precisamente», contó Velázquez.

A las 18, con una misa en el Santuario de La Loma, se cierra esta edición 2022 de la peregrinación que une Hasenkamp con Paraná.

 

40 años

En este 2022, la Peregrinación de los Pueblos cumplió 40 años.

¿Cómo empezó todo?

El cielo se caía en pedazos y la noche era una nube negra y espesa. La inmensidad y la intemperie cavaban más hondo el pozo del desamparo en aquel refugio desolado.

Llovía con furia y pasión. El horizonte era una línea de agua y barro, de siembra y relámpagos. El miedo no es zonzo, pensaron entonces aquellos dos muchachos que se habían agazapado malamente debajo de un eucalipto, al costado de la ruta, cerca de nada, lejos de todos.

Jorge Quirós y Amelio Rodríguez, aquel día de aquel año de aquella tormenta eran dos muchachos de veintipico. Se habían propuesto caminar casi 90 kilómetros siguiendo un designio misterioso: unir a pie su pueblo, Hasenkamp, con Paraná, andando casi todo el tiempo de noche.

El viernes 14 de octubre de 1983, a las 19, rezaron el rosario en la Parroquia San José, y media hora después estaban en la ruta, la ruta provincial 32, las mochilas al hombro, comida y agua en las mochilas al hombro, una imagen de la Virgen María en los brazos, y más nada. Más nadie.

Era un viernes abierto, una tarde azul. Quince kilómetros más adelante el cielo se transformó como en una escena bíblica: nubes y truenos, viento aciago y relámpagos, y estos dos muchachos caminando en la ruta, mochilas al hombro, rezando.

Una lengua de luz partió el cielo en dos, y un sonido de fin del mundo los paralizó. Decidieron salir de donde estaban, cobijados por aquel eucalipto, y empezaron a caminar. Llegaron hasta una estación de servicio, en el empalme de las rutas 126 y 127. La luz se había cortado y diluviaba.

Ocurrió el primer misterio: cuando pisaron la estación de servicio, volvió la luz. Y enseguida, paró de llover.

Pero la peregrinación había fracasado.

 

 

Ese fue el principio de la Peregrinación de los Pueblos: dos muchachos caminando en medio de la noche, una tormenta arisca, los peregrinos vueltos a casa, ateridos, arriba del auto de un tío que, por providencia, había pasado a cargar nafta por aquella estación de servicios.

-Era cerca de la 1 de la mañana. Nosotros estábamos mojados, con frío y sin nada para comer porque todo lo que llevábamos en la mochila estaba mojado. Hicimos una pequeña oración sentados. Y en eso vemos que entra un auto a cargar nafta, y la casualidad o el misterio: era un tío de Jorgito, que nos llevó de vuelta hasta Hasenkamp.

Jorgito es Jorge Quirós, y el que recuerda aquella primera vez es Amelio Rodríguez.

Aquella primera vez, la caminata había sido planeada con mucho tiempo. Desde finales de la década de 1970, estos dos muchachos, más otros más, se habían propuesto hacer aquello que todavía no tenían muy en claro qué era.

-Esto no nació como decir: ´Vamos a caminar mañana´. No. Esto fue una cosa que fue sentida, nos sentimos llamados. Todo empezó a ser un misterio. Y un misterio que tenía que ver con la Virgen. Dijimos: ´Vamos a ofrecerle a la santísima Virgen algo, vamos a ofrecerle algo que a ella le complazca´. Pensábamos en aquel tiempo que se le estaba provocando demasiadas ofensas a Dios. Veíamos que había muchas situaciones a nivel social que hacían que la sociedad no estuviera bien como sociedad. Pero cuando empezamos a hablar de la idea de peregrinar, muchas voces se fueron acallando, y el apoyo que necesitamos, no estuvo. No teníamos la intención de peregrinar y hacer que nos siguiera toda gente del pueblo. No lo hacíamos con esa intención. Lo único que queríamos era que nos acompañaran nuestros compañeros, otros jóvenes. Pero no se dio.

Los dos caminantes, antes de ser caminantes, antes de peregrinar en medio de la noche oscura, se habían sumado a un movimiento católico incipiente, Schoenstatt, una corriente mariana fundada por el sacerdote alemán José Kentenich. Kentenich, perteneciente a la orden de los palotinos.

Kentenich había creado un santuario en Schoenstatt, y había impulsado la idea de peregrinar a ese santuario para conseguir favores del cielo. De modo que peregrinar desde Hasenkamp hasta el santuario ubicado en La Loma, en Paraná, resultó un hecho natural.

Antes fue preciso superar pruebas. Los católicos suelen hablar así: pruebas, misterio, llamados.

Amelio Rodríguez lo cuenta así:

-Nosotros le dimos muchas vueltas al asunto, pero no había caso, no conseguíamos que los compañeros del Movimiento se sumaran. Si hasta propusimos hacer la peregrinación en bicicleta. Pero no hubo caso. Nadie se sumaba.

-¿Siempre el objetivo fue llegar hasta Paraná?

-Siempre fue el objetivo. Pero no me pregunte por qué. Es un misterio. Por ahí la, Virgen no nos hace conocer lo que ella quiere. Es como que nosotros sentimos lo que tenemos que hacer, pero no nos damos cuenta en seguida de por qué lo hacemos. La Virgen nos decía: Anímense y vayan.

 

 

 

Y un día fueron. Y ese día fue en octubre, cerca del 18 de octubre, una fecha clave: la fundación del Movimiento de Schonenstatt, en1914. Otro misterio.

-Un día surge la decisión de salir, de arrancar. Esa decisión fue caminando. Es un gran misterio. Lo pudimos haber hecho en marzo, en abril, en mayo. Pero lo hicimos en octubre. Cerca del 18 de octubre. Pero muy poca gente creyó en nosotros, muy poca gente nos acompañó. Les parecía una locura. ¡Caminar de noche! Viajando en colectivo hacia Paraná, habíamos calculado más o menos las paradas, pero en colectivo es una historia y caminado, es otra. Es un misterio muy grande: la mayoría de las primeras paradas en aquella primera peregrinación, son las mismas paradas que se siguen haciendo ahora.

Claro, aquella primera vez no pudo ser. Otro misterio.

-Habremos hecho unos 15 kilómetros. Y se levantan nubarrones, fue impresionante: se largó a llover, una tormenta tremenda. Nos refugiamos debajo de un eucaliptus, y estando ahí, cubiertos de la lluvia, cayó un rayo. Nos asustamos muchísimo. Salimos de ahí y seguimos caminando. Logramos llegar hasta el cruce de la 127 y 126, a la estación de servicios, y se había cortado la luz. Pero cuando llegamos nosotros, pisamos la estación de servicios, y la energía vuelve, y para de llover.

Un misterio.

Y una reprimenda.

-No fue nada lindo estar de nuevo allá, en Hasenkamp, sin haber podido cumplir lo que nos propusimos. Las cosas que nos dijeron. Pero no nos quedamos quietos. Al otro día nos reunimos con Jorge. Y le digo: yo pienso que hay que seguir.

-Bueno, vamos el viernes que viene.

-Bueno, dale, pero vamos a organizarnos de otra forma. En vez de hacer un solo rosario, vamos a rezar dos rosario. Salimos a la misma hora. Cuando salimos de vuelta, ni nos miraban. Otra vez los locos, pensaban los demás.

Fue el viernes siguiente, el viernes 21, octubre, 1983, siete de la tarde, la hora señalada.

De noche, peregrinando, haciendo altos, recobrando fuerzas, rezando, dándose ánimo. En la ruta. Primero El Palenque; después La Picada, y en La Picada, la posibilidad de hacer un alto en un comedor, pero en el comedor no los quisieron.

-Nos habíamos untado con un aceite verde, que producía mucho olor, para distender los músculos y que no nos dolieran tanto. Y caminando de noche, nos caímos varias veces, así que estábamos todos embarrados. Cuando el dueño del comedor nos vio así, nos echó. Acampamos un poco más adelante, en la zona de los puentes, cerca de las vías. Y así seguimos. Llegamos cerca de la noche del sábado al Santuario de La Loma.

Pero la llegada de los hijos pródigos, de los primeros peregrinos, encontró desinterés y algo de desdén.

-Nosotros habíamos avisado antes de salir que llegaríamos peregrinando. Pero quizá no nos creyeron, así que nadie nos esperaba. Y cuando llegamos, nos vieron embarrados, y con olor a de todo, y no sabían quiénes éramos. Se habían olvidado que íbamos nosotros.

Así fue el principio de todo. Al año siguiente serían cinco, y después más, y al otro año, más, más: hasta que el más se convirtió en miles.

Amelio Rodríguez se corre de cualquier lugar posible:

-Nosotros no nos pensamos como iniciadores ni fundadores. Fuimos meros instrumentos.

 

 

 

Fotos: Gentileza Gastón Vera/www.elonce.com

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora