El párroco del templo adonde dicen que hay una imagen de la Virgen que llora interpretó rápidamente ese hecho y dijo esto: “Después de vivir momentos difíciles, la Virgen nos está diciendo que no estamos solos, que nos cubre con su manto. En la Arquidiócesis estamos haciendo mucho bien. Yo creo que es un mimo también para monseñor Juan Alberto Puiggari que hace tanto con su entrega”.
Lo dice Walter Minigutti, párroco de Santo Domingo Savio, el templo donde está la Virgen que llora.
La Virgen, esa Virgen, tiene una historia polémica.
La bautizaron Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús pero casi todos la conocen como Virgen del Cerro.
La bautizó así María Livia Galliano de Obeid, la mujer salteña que desde comienzos de la década de 1990 dice recibir mensajes de la Virgen María, y que a comienzos de 2000 fue protagonista de un fenómeno que no ha parado de crecer: las peregrinaciones al santuario de la Virgen del Cerro, que creó a pedido de la Virgen, dijo, y con ayuda de las carmelitas del Monasterio de San Bernardo, que han apoyado las visiones de María Livia.
Esas visiones y esos mensajes, puestos en el tamiz de la jerarquía eclesiástica, han dado como resultado una situación conflictiva.
Oficialmente, la Iglesia no reconoce las apariciones de la Virgen ni da como certeros los mensajes que María Livia dice recibir.
El lunes 7 de abril de 2003, el Arzobispado de Salta dio a conocer un extenso documento, denominado “La cuestión pastoral de la ermita del Cerro”, en el que señaló que “la impresión es que estamos ante un fenómeno de revelaciones sin contenido” y que en María Livia se da “el peligro de confundir convicciones subjetivas (por ejemplo la coincidencia de su deseo de construir un Santuario con la llegada de la postal del sobrino desde Bologna) con revelaciones de la Virgen”.
“No hay un aporte nuevo significativo: la devoción a la Eucaristía es ya patrimonio de la Iglesia”, agrega el documento.
Y agrega: “No aparece muy clara la dimensión eclesial. El protagonismo de la vidente es manifiesto. Tiene un grupo de elegidos que se organizan en una estructura selectiva (reuniones especiales y cerradas; signos especiales de pertenencia, por ejemplo pañuelos de diversos colores). Este punto podría constituir un peligro de sectarismo”.
Las observaciones al fenómeno de la Virgen del Cerro fueron publicadas por el arzobispo de Salta, y actual miembro del comité ejecutivo del Episcopado, Mario Cargnello, y tuvieron como resultado la prohibición a María Livia de la imposición de manos a los enfermos, y seguir publicando los supuestos mensajes de la Virgen.
Pero la institucionalidad eclesiástica no impidió que el fenómeno siguiera creciendo.
Ahora, el impacto de la Virgen Milagrera llegó a Paraná: en la Parroquia Santo Domingo Savio hay una réplica de la Virgen del Cerro que, dicen, llora con aroma a rosas.
El párroco Walter Minigutti entiende que “la Virgen llora porque acompaña el dolor de sus hijos, pero con esperanza. Ella nos dice que nos cubre con su manto”.
Lo dijo a la radio de la curia, FM Corazón.
“Comenzó hace un tiempo en un hogar. Después, yo visité a la familia y comprobé estos hechos extraordinarios y dejé que sigan sucediendo para ver qué nos manifestaba la Virgen. Ella decidió, por uno de los propietarios, que quería estar acá en la parroquia y así fue. Es un hecho que se está tornando muy especial para todos nosotros”.
Eso dice Minigutti.
A comienzos de diciembre de 2015, Dante Bernacki, vicario de la diócesis de Salta y exconfesor de María Livia, relativizó lo de los mensajes de la Virgen, y dijo que “lo de la Virgen del Cerro se convirtió más bien en un fenómeno de turismo religioso más que otra cosa. De hecho, la gente de afuera es la que más viene. La de Salta es poca”.
Minigutti, de frente al fenómeno incipiente de la Virgen del Cerro que llora en Paraná, previene que “no fomentamos estas cosas, pero tampoco las apagamos. Si la Virgen se manifiesta es porque nos quiere regalar cosas del Cielo. Esta imagen está para venerarla las 24 horas del día porque está en la Capilla de Adoración Perpetua. Solo pedimos silencio, respeto y acercarse con devoción. No solo por curiosidad. Esperamos todas las visitas. Y seguramente María tiene muchas gracias para regalarnos”.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.