La diputada provincial Stefanía Cora (Frente Creer Entre Ríos) presentó en la Cámara Baja un proyecto de modificación del reglamento del cuerpo deliberativo con el objetivo de introducir una diposición que erradique «expresiones, imágenes y comunicaciones sexistas o discriminatorias hacia toda persona, e impulsar la promoción de herramientas para convertir el lenguaje excluyente y sexista en igualitario».
Y propuso en el ámbito de la Cámara de Diputados «la utilización de lenguaje inclusivo y no sexista en la expresión verbal y redacción escrita de todo documento oficial, comunicación y dispositivo legal». Al respecto, en la iniciativa que presentó en la Legislatura, aclaró que entiende por «lenguaje no sexista al que evita el sesgo hacia un sexo o género en particular».Y aclaró: «Se entiende por lenguaje inclusivo aquel que ni oculte, ni subordine, ni jerarquice, ni excluya a ninguno de los géneros y sea responsable de considerar, respetar y visibilizar a todas las personas, reconociendo la diversidad sexual y de géneros».
“Los proyectos de ley, de resolución, de declaración y los pedidos de informe deben redactarse usando lenguaje inclusivo y no sexista”, propuso la legisladora oficialista.
El legislador opositor Manuel Troncoso (PRO) dijo que una iniciativa de ese tipo “atenta contra la libertad, no se puede forzarnos a formular nuestras propias ideas, propuestas y proyectos de una manera que no compartimos plenamente. Esta es una idea un poco absurda que atenta contra derechos constitucionales inalienables que no pueden ser normativizados: libertad de conciencia y de expresión”.
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El legislador –que aclaró que “no estamos en contra del uso del lenguaje inclusivo” y da “por descontado las buenas intenciones que poseen los legisladores que impulsan estas iniciativas”- supone que proponer este tipo de iniciativas resulta un “exceso de corrección política que debemos combatir. Porque quiera reconocerse o no, la jerga inclusiva representa una forma legítima de identificación de un sector ideológico, y obligar a todos a usar los códigos de un sector es pretender someter al conjunto a esa cosmovisión particular, lo que sin duda resulta lesivo y antidemocrático”.
Troncoso encuentra otra razón para oponerse a la instrumentación del lenguaje inclusivo en la Cámara de Diputados radica que en las normas “deben ser redactadas de acuerdo a una técnica legislativa que permita el mayor grado de neutralidad temporal, espacial y sectorial. Usando formas que tiendan a aumentar las posibilidades de lograr interpretaciones unívocas. Contrario a ello, el lenguaje inclusivo pretende modificar el idioma en su totalidad y cambiar una gran mayoría de los sustantivos, pronombres y adjetivos, como mínimo. Esto implica una transformación de miles de palabras que se utilizan a diario, por no decir del cien por ciento de las frases que construimos, creando suma confusión”.
Stefanía Cora y Manuel Troncoso.
“Un cambio así, más allá de ser increíblemente complejo, es completamente artificial y va en contra de esta tendencia natural hacia la simplificación y economía del lenguaje. En este sentido, siendo el habla un proceso cotidiano, de construcción social, estaríamos buscando imponer determinados códigos que no han sido acatados por la mayoría de los entrerrianos. El proceso natural y democrático sería el inverso: aguardar a que, si la sociedad lo decide, los códigos propuestos se configuren como representativos de la población y en tal caso avanzar en reglamentaciones, ya que habría acuerdo social. Esto no pasó aún, ni en el país ni en nuestra provincia, y en ninguna localidad”, justificó el legislador.
Y citó a la Real Academia Española (RAE) que, dijo, “ha sido clara al respecto. Ni siquiera ella norma el castellano, porque las Academias no crean la lengua, sino que la estudian y auditan respecto de cómo la utilizan las personas en lo cotidiano. Nuevamente, no se puede desfigurar a propósito y por razones ideológicas nuestra lengua, imponiendo a fuerza de ley nuevas reglas. Que, en última instancia, tampoco va a resolver la discriminación de minorías ni las formas de violencia que asumen combatir”.
Pero además, abundó el legislador que integra el interbloque de Juntos por el Cambio, el uso del lenguaje inclusivo “no posee efecto alguno sobre las realidades e injusticias a las que aún son sometidas las mujeres, ni otros colectivos sociales. Existen idiomas modernos con un género neutro, como el griego, el alemán y en gran parte el inglés; y en estos se registran niveles de machismo muy distintos. Más allá, el chino y el japonés son dos idiomas que no contienen el concepto de género y que aun así pertenecen a culturas con roles de género muy estrictos y tradicionales. Esto demuestra que no existe correlación alguna entre el lenguaje y lo que estos proyectos buscan solucionar”.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora