Pueblo Liebig, a 16 kilómetros de Colón, en la costa del Uruguay, es otro de los destinos turísticos que brilló este fin de semana largo. Entre otras actividades planeadas para locales y visitantes. la Municipalidad de Pueblo Liebig por intermedio de la Coordinación de Cultura organizó el II Encuentro de Coleccionistas de la región.  Intervinieron diversos expositores como ser de Numismática, Piedras, Butterflies, Instrumentos, Campanas, Frascos y Botellas, Maquetas en Papel entre otros. Liebig es como el patio de atrás de San José, y allá hay otro gigante, ahora dormido para siempre, la fábrica Liebig, donde desde 1903 se enlataba carne, y después, sólo se sacrificaban vacas en el matadero. Entonces, todos buscaban y todos encontraban trabajo en Liebig: 3.500 obreros, jornales bien pago, una administración germano inglesa. Hoy, de todo eso, no queda nada: sólo hierros oxidados, puertas cerradas, y un pueblo, Liebig, que busca afanosamente empezar de nuevo. Liebig –a 253 kilómetros de Paraná, en el departamento Colón- es un pueblo con nombre prestado. El antiguo Campo Santa María, adonde se asienta, tres leguas cuadradas, arrinconadas entre el arroyo Perucho Verna y el río Uruguay, fue pasando de mano en mano hasta que el negocio de los saladeros fue rentable y empezaron a venir caras extrañas: el irlandés Juan O’ Connor llegó en 1871 y compró el saladero que antes había sido de Apolinario Benítez. Pero aquel recodo de Entre Ríos empezaría a ser lo que fue recién en 1903 cuando desembarca la Liebig Extract of Meat Co. Ltd., la compañía de capitales ingleses y alemanes que haría de Liebig, entonces conocido como Fábrica Colón, un complejo fabril. Y con ese complejo fabril, un pueblo, y un pueblo en medio de las lomadas entrerrianas que tendría para siempre el inconfundible sello británico. La planta cerró, los obreros ya no trabajan en el frigorífico y de todo aquel esplendor fabril no queda nada. Pero después del cierre, surgió el renacer turístico de la región.

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora