Un poco antes de iniciar el ciclo lectivo 2023, Lorena Kuhn llegó una noche hasta lo que sería su escuela, la Nº 106 Soldado Entrerriano, de nivel primario, ubicada en Paraje Los Talas, un lugar remoto del departamento La Paz. El rostro se le desencajó: el edificio estaba abandonado y todo hacía pensar que tendría un destino aciago. El cierre por falta de alumnos.

El 9 de febrero se presentó a trabajar, y lo primero fue echar manos a la obra y poner en condiciones el edificio. Tenía una certeza: las clases comenzarían con una única alumna, de 6º grado, por lo que al finalizar el ciclo la escuela se quedaría sin alumnos. Ahora, casi al concluir el año escolar, cuenta con 6 estudiantes, todas mujeres, repartidas en los distintos grados.

Lorena Kuhn vive en Bovril pero tiene su casa pegada a la escuela, y allí pasa buena parte de la semana. En teoría, la actividad escolar es por la mañana pero siempre se las arregla para organizar tareas a contraturno: tienen una huerta con verduras de estación, que cosecha con sus alumnas y que les sirve, ora para proveer al comedor -en realidad, comparte la comida en su casa con las alumnas- y también para vender y conseguir ingresos extra. Ella cocina a mediodía, ella hornea el pan que sirve en el desayuno, las alumnas aprenden y también se ocupan de poner la mesa, e ayudar en la cocina, de la cosecha.

El fantasma del cierre por falta de alumnos de la Escuela Soldado Entrerriano de momento se disipó. Para que eso ocurra así utilizó las redes sociales -todo lo muestra y lo cuenta en sus estados de whatsapp, de Facebook- y realizó una convocatoria los vecinos de la zona para que inscribieran a sus hijos. “La comunidad no se estaba acercando mucho a la escuela y entonces lo primero que hice fue poner en condiciones el edificio. Estaba bastante abandonada la escuela cuando llegué.  Y de a poco, con mi manera de trabajar y mis proyectos, se sumaron nuevas alumnas. Y hoy puedo decir felizmente que tengo cinco niñas hermosas más en la escuela”, cuenta.

-¿Por qué tan poca matrícula? ¿No hay población cercana?

-Sí es poca, es muy poca la población que hay en la zona. Si no hay familias, no hay niños en la zona. Las chicas que se sumaron a la escuela son de parajes cercanos, como Quebracho. Creo que a las familias les agradó mi manera de trabajar, los proyectos que tengo.

-¿Y, qué proyectos están desarrollando?

-Me enfoco en el en el trabajo, en la enseñanza de cosas básicas, tenemos un proyecto de huerta muy lindo y también de cocina. Lo de la huerta surgió porque a mí me parece que en todas las escuelas rurales  debe haber una huerta por ahí para consumo propio pero también para enseñarle a los chicos a producir. La idea era enseñarles a las niñas y también obtener algún recurso como para vender. Lo que se cosecha ayuda al comedor. En realidad, no tenemos comedor en la escuela.

-¿Cómo hacen con la comida todos los días, con qué recursos?

-Empezó así: al principio de año, tenía una sola alumna, que no comía en la escuela. Le dije a la familia que la niña se quedara conmigo y comiera en la escuela. Y bueno, después se sumaron más alumnas, y es como que se hizo un poco más difícil preparar la comida todos los días. De todos modos, siempre recibimos donaciones. Pero además apostamos a agrandar la huerta, y recibimos colaboración de las familias. Al vivir yo en la escuela, cocino yo y las chicas ayudan.

 

-¿Cómo es un día en la escuela?

-Las niñas llegan temprano porque los papás trabajan. Desayunan: casi siempre tenemos pan rasero que lo hago yo y si no, tenemos algunas galletitas, desayunan temprano. Después, tenemos nuestros tiempos de clase, y un día en la semana lo dedicamos a la huerta. Las alumna comen en la escuela y ayudan en la cocina: dos ponen la mesa, dos ayudan en la preparación de la comida, y así.

-¿Y qué siembran en la huerta?

-En invierno, verduras de temporada. Acelga, repollo, perejil, zanahorias. Se cosecha para el consumo propio y también para la venta. Además, cosechamos cebollas y mucho rabanito.

-¿Cómo es que te sumaste a este proyecto? ¿Vos venís con trayectoria de docente rural?

-Yo siempre he trabajado en el campo, y siempre lo hice por elección. Ahora, cuando fue el concurso grande de titularización de cargos tuvo la oportunidad de quedarme en mi ciudad, Bovril. Pero siempre trabajé en el campo y me gusta lo que hago. Antes estuve cinco años en una escuela de Raíces Oeste, en el departamento Villaguay. Pero cuando llegué el primer día acá fue bastante impactante por el estado de abandono. Fue terrible. Lloré varios días. Pero con la colaboración de todos la pusimos en condiciones.

La escuela, antes y después.

 

-Pediste ayuda por redes sociales.

-Así fue. Estaba desesperada. Era 9 de febrero y el 27 de febrero empezaban las  clases. No podía hacerme a la idea de trabajar en un lugar así, con tanto abandono. Subí fotos de la escuela a mi estado de whatsapp, y las vio un señor que me había llevado en su auto cuando yo hacía dedo en la ruta. Ese señor se comunicó conmigo y me dijo: `¿Qué ncesitás? No supe qué contestarle. Así empezó todo. Jamás me voy a olvidar de la primera vez que vine a conocer mi escuela: todo abandonado y oscuro, y yo mirando por las ventanas adentro del aula, iluminando con mi teléfono, todo abandonado. Había venido con mi hija, que también es docente. Y mi hija me dijo: `Mami, es hermosa la escuela`. No podía creer que me dijera eso. Pero tenía razón: es hermosa mi escuela.

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora