Este viernes, Paraná será sede del Open Beer, donde confluyen los cerveceros locales que ingresaron al universo de la producción artesanal como a un hobby y terminaron por desarrollar emprendimientos, algunos de ellos rentables, acompañados por una ola a escala mundial. Entre los protagonistas del fenómeno a nivel local, hay historias que destacan por su singularidad.
Javier Copetti, Gabriel Mottola, Gastón Miño y Javier Fontana, tienen una sociedad que desde la marca misma remite al origen de una amistad de larga data. Tres de ellos se conocieron en las aulas de la Facultad de Bioingeniería en Oro Verde y cursaron toda la carrera juntos.
No por nada la cerveza que producen y la que sueñan llevar a todos los bares posibles, para compartir una realización que definen de alta calidad, tiene por nombre Oro Verde. Ahí comenzó todo. Javier es de Reconquista, Gabriel de Bahía Blanca y Gastón de Paraná. Aquí se conocieron con Fontana, que es el único integrante del grupo proveniente de otro ámbito: se dedica, desde hace años, a la industria alimenticia.
Una vez finalizada la carrera, dos de los tres bioingenieros decidieron asociarse para emprender de forma independiente, sin hacer caso al camino más corriente: emplearse en una empresa nacional o extranjera, o en el Estado, para resolver sus expectativas económicas más o menos de forma inmediata. Javier y Gabriel, en cambio, se dedicaron a pergeñar soluciones tecnológicas para personas con discapacidad por cuenta propia.
Algunos de sus trabajos lograron difusión en medios locales y nacionales. En estos años de profesión los bioingenieros investigaron y dieron respuestas a las dificultades cotidianas de mucha gente reducida en su movilidad. Crearon equipos de higiene, una camilla y una bañera portátil, que le facilitó la vida a muchas personas y también a los trabajadores de la salud. Más adelante, desarrollaron un elevador adaptado para personas con discapacidad que ha permitido el acceso de muchos pacientes a piletas e incluso se ha trasladado al uso domiciliario para el baño de todos los días. Esos proyectos tienen una parte que no se ve y son horas y días enteros de los profesionales en hogares, sanatorios y clínicas, observando detalladamente los problemas de las personas para acceder a algo tan básico como la higiene de todos los días.
Al mismo tiempo que Javier y Gabriel le daban forma a la empresa que hoy se llama DosBios, Gastón profundizaba su formación en los más altos centros académicos del mundo. Realizó un doctorado en Francia y un pos doctorado en el MIT de Boston. Javier Fontana, por su parte, siempre estuvo dedicado a un emprendimiento de características familiar, pero muy cerca de los dos bioingeneros para colaborar en aspectos mecánicos y tecnológicos de sus desarrollos.
Hace ya seis años, en las pausas del trabajo, los dos profesionales y Fontana resolvieron comenzar a desarrollar un hobby común, aún no tan difundido por aquí en ese entonces: hacer cerveza. Los tres disfrutaban, como tantos, de compartir la bebida, pero no estaban conformes con las ofertas industriales en el rubro.
En este caso, claro, dadas las características de los personajes y la tendencia a la obsesión en el desarrollo de los procesos, la nueva práctica trascendió las característica de un hobby al poco tiempo del inicio, más allá de que ellos identifiquen el cambio hacia algo más serio recién al momento de comenzar a vender su producto, que no va más allá de un año atrás.
El equipo Oro Verde, al que se sumó Gastón de regreso luego de sus periplos por el mundo, integró el team fundador de Cerveceros Artesanales de Entre Ríos y a fuerza de compartir experiencias y poner el viejo método en práctica de prueba y error, fueron mejorando su producto. “Nosotros privilegiamos la calidad, tiene que salir la cerveza que queremos tomar y siempre poniéndole un toque especial, la cerveza que nos gusta es la que vendemos, si a veces sale una que no nos convence a nosotros, no se vende”, garantiza Javier.
Hace ya un año trabajan en una planta de fabricación que, proyectan, producirá unos 5000 litros mensuales. La ventaja comparativa respecto a otros emprendimientos es que entre los tres bioingenieros, con la experiencia de Fontana en el desarrollo de tecnologías, fabrican sus propios equipos, de acuerdo a las necesidades y la visión profesional de cada uno de ellos.
En la tarea de hacer cerveza están los cuatro, el último en incorporarse fue Gastón. “Siempre nos traía lupúlos de distintas partes del mundo donde viajaba”, revela Javier. Miño volvió al país a raíz del programa de repatriación de científicos y actualmente ejerce la docencia y trabaja en el Conicet. Pero también hace la misma tarea que sus colegas, en todos sus detalles.
“Es loco ver a un científico con la formación de Gastón, limpiando un fermentador como cualquiera de nosotros. Pero es también esa energía la que tratamos de llevar a la cerveza”, sintetiza Javier, en referencia al trabajo en equipo y al placer de hacer en conjunto.
Como cerveceros están preocupados y ocupados en dar respuesta a una demanda que sobrepasa las iniciativas locales por cientos de litros. “Si vos vas a un bar, te vas a dar cuenta de que muchas veces tomás cervezas que vienen de Córdoba o Santa Fe, porque están más organizados y pueden ofrecer mayor producción”, describe el bioingeniero.
El secreto para lograr resultados en este caso -como se formula a veces aunque como una muletilla-, es sentir que no estás trabajando. Javier lo explica mejor: “Estás en el hacer, pero no sentís que tenés que cumplir, que estás exigido, porque hacés algo que te gusta. Entre DosBios y Oro Verde hay una coherencia, no tenés jefes, no tenés techo, pero tampoco piso, es como escribir en una hoja que no está cuadriculada, está en blanco, exige ciertas conductas, claro, porque tenés que sustentar cada proyecto con pensamiento y acción, es una elección de vida” define.
Y dice un poco más el bioingeniero y cervecero artesanal sobre las gratificaciones del emprender: “Nos genera mucho placer que alguien nos diga que su vida cambió a partir de un desarrollo nuestro para la higiene o que te lo digan las enfermeras, que deben lidiar con eso todos los días, que las ayudaste y mucho en su forma de trabajar”. Pero también, reconoce Javier en paralelo, “te hace feliz que alguien que tomó tu cerveza te diga impresionante che, me encanta lo que hacen”.
Javier Copetti y Javier Fontana, Gabriel Mottola, Gastón Miño, serán unos de los tantos expositores en la Open Beer que se hará el viernes. El visitante los va a ver en su faceta de cervecero abocados a realizar la mejor cerveza que puedan crear en equipo, pero tal vez no se enteren de que en ese stand pervive la historia de profesionales de la ciencia en búsqueda de la mixtura perfecta entre el placer, el crear y el hacer.
“Este de la cerveza es un proyecto real, serio, de desarrollo. Que por ahora es como un segundo trabajo, pero tranquilamente se podría convertir en una forma de vida. Tenemos ejemplo de amigos, que abandonaron sus carreras para dedicarse a full a trabajar con la cerveza”, piensa en voz alta Javier.
Julián Stoppello de la Redacción de Entre Ríos Ahora