Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, la banda que acompañó por años al Indio Solari, se presenta este sábado en Paraná. A las 14 se abrirá el predio del Camping Toma Vieja donde se levantó el escenario. Eduardo Sempe, organizador del show, dice que esperan 15 mil personas, aunque las entradas siguen a la venta y se podrán adquirir en la puerta del predio.

La presentación de Los Fundamentalistas requirió la implementación de un operativo de seguridad y de ordenamiento del tránsito en la zona. Juan Carlos Brambilla, director de Tránsito de la Municipalidad de Paraná, dijo al programa oPuro Cuento de Radio Plaza 94.7 que se dispondrán de tres cortes de calle: en Jozami y Rondeau; Jozami y Blas Parera;  y Echeverría y Blas Parera. A partir de Jozami y Blas Parera  y hasta llegar al predio de la Toma Vieja, se permitirá solo tránsito peatonal.

El operativo de tránsito y policial arrancará a las 13 de este sábado y se prevé la participación de 45 inspectores.

 

Gaspar Benegas, Pablo Sbaraglia y Baltasar Comotto son Fundamentalistas de la primera hora. En 2005 fueron convocados por Hernán Aramberri para integrar la banda con la que el Indio Solari volvería a los escenarios, luego de la separación de su socio creativo en Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Skay Beilinson. En el estudio Luzbola de Parque Leloir, también estaba el bajista Marcelo Torres y pronto se sumarían los vientos de Miguel Ángel Tallarita y la voz de Déborah Dixon.

 

«Era todo una incógnita. Había mucha presión también por lo que fueron los Redondos y con Gaspar teníamos la responsabilidad de cubrir el rol de Skay. Pero nos supimos adaptar muy bien. Arrancamos en Luzbola y después nos mudamos a una discoteca para preparar esos dos primeros shows, en el Estadio Único de La Plata. Fue un momento de mucha adrenalina y de asimilación de repertorio, de El tesoro de los inocentes, que era el primer disco que había editado Indio, y también de los temas de Redondos», recordó Comotto aquellos inicios.

Los Fundamentalistas fueron bautizados antes de nacer. «Sin aire acondicionado, la vida no vale la pena, por eso yo mismo me convertí en un fundamentalista», contaba Solari en las primeras entrevistas post Redondos. «Es un chiste, como cuando le puse los Redonditos de Ricota. Después esos nombres se cargan de importancia no por el bautismo en sí, sino por lo que pasó con el proyecto. Los Fundamentalistas serán algo significativo si pasa algo, si no, nadie se acordará de ellos».

Para Hernán Aramberri, el músico que se sumó como técnico a los Redondos a mediados de los 90, acompañó a Solari en sus primeros años solista y se encargó de reclutar a este seleccionado de músicos en los inicios, la configuración de Los Fundamentalistas tenía que ser una suerte de continuación del camino sonoro que Patricio Rey había tomado, especialmente en su último álbum, Momo Sampler. «También me gustaba que algo de esa mística de los Redondos perdurara en Los Fundamentalistas. No era solo ir, tocar e irse. Había que ponerle la entraña. Indio no quería que fuéramos músicos contratados, sino que se tratara de una banda propiamente dicha. Él quería trabajar en conjunto con nosotros, armar un equipo de trabajo que le sirviera para su nuevo proyecto», contó Aramberri, el primer Fundamentalista y director musical del grupo hasta 2016, cuando repentinamente la sociedad creativa de más de veinte años con Solari se quebró, y fue reemplazado por Martín Carrizo, baterista y productor que ya venía colaborando con la banda desde hacía unos años.

 

Fue en esa misma movida de tablero también cuando Marcelo Torres dejó a Los Fundamentalistas y su lugar lo tomó Fernando Nalé, cambiando simbólicamente el peso de otros dos referentes del género dentro de la banda: de dos ex Spinetta (Torres y Comotto) a dos ex Gustavo Cerati (Carrizo y Nalé). «Que Los Fundamentalistas funcione realmente como una banda llevó su tiempo», sostiene Sbaraglia. «Fue difícil en el sentido de que todos éramos personalidades muy diferentes, de extracciones distintas, de posturas filosóficas y musicales diferentes. Al principio costó por eso. Uno trata de hacer lo que uno sabe y no entiende al otro. Milagrosamente, un poco por la convivencia, que fue bastante, porque antes de cada show ensayábamos como seis meses, de lunes a viernes, se fue armando. Eso, sumado a todo lo que significan los conciertos que, como en cualquier hecho potente, generan una unión, unos lazos muy fuertes con los que comparten con vos ese momento, misteriosamente se balanceó la química entre los cinco y ahora la banda no solo suena buenísima, sino que nos llevamos bien, lo cual es raro viniendo de lugares tan distintos».

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora