Por Liliana Rodríguez (*)

 

 

El lunes ha ocurrido en Paraná un acto de reparación personal y social: cuatro sobrevivientes de los abusos del cura Justo José Ilarraz realizaron el reconocimiento del lugar donde ocurrieron los hechos delictivos, el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo.

Fue una inspección judicial decidida en el marco del juicio oral al cura Ilarraz a partir de siete denuncias de víctimas de los abusos en el Seminario, donde el sacerdote fue prefecto de disciplina entre 1985 y 1993. Los sobrevivientes volvieron al Seminario junto a los jueces del tribunal, los fiscales y los abogados querellantes.

Fue un acto de valentía y de generosidad, porque redunda en cada uno, en su entorno afectivo, y en una sociedad que reclama #NuncaMásUnNiñeAbusado.

Para ello, en cada uno se reactualizaron las marcas traumáticas.

Sus cuerpos y subjetividades volvieron hacia atrás para dar testimonio; los cuerpos, en ese espacio físico, recuperan memoria y lo sensorial trae datos, recuerdos,superposición de pasado y presente.

Ellos sintieron la obligación y la responsabilidad de recordar, para después soltar, para no quedar atrapados allí donde fueron vejados.

Hoy pudieron mostrar el Poder de ocultar, aquello que estaba a la vista de todos, los que callaron, los cómplices, los que todavía viven encerrados en su secreto dolor.

Hoy se vivió lo que Ilarraz, allá lejos, con su Poder y creencia de que era Dios, nunca imaginó.

Hoy estos hombres con su valentía inclinaron la balanza.

Hoy los Sobrevivientes le han devuelto a Ilarraz su condición de delincuente, de Abusador.

Hoy gritaron aquello que en su niñez no sabían ni nombrar.

 

 

 

 

(*) Liliana Rodríguez es psicóloga de la Red de Abuso Sexual Eclesiástico en Argentina.