Se fue a Buenos Aires antes de cumplir los 20 años. Trabajó de periodista y creó un blog que en plena crisis del campo resultó un verdadero fenómeno: con República Unida de la Soja, Carrasco solo alcanzó a equiparar el lectores -por momentos- a diarios como Perfil. Lo hizo explotando sus mejores recursos narrativos y una ironía punzante, que hace reír y doler, depende del lugar en que uno lea.
Los máximos referentes del kirchnerismo lo quisieron tener de su lado y Carrasco fue columnista de Duro de Domar y 6-7-8. De los dos programas de Diego Gvirtz se fue en medio de escenas raras para la televisión porteña, escándalos, pero propios, de su estilo.
En 2011, cuando Amado Boudou era el preferido de Cristina, Carrasco lo definió, al aire, como un payaso liberal. Los panelistas no entendían nada. Daniel Togneti no entendía nada. Cómo un tipo que estaba sentado ahí, le va a decir eso al elegido de Cristina, de la jefa. Lo dijo y se fue o lo corrieron.
De un modo parecido o casi, terminó lo que quedaba de su camino en los medios k. Se peleó al aire, con Dante Palma, en uno de esos debates que después del ruido dejan un silencio hondo. También salió de Radio Nacional luego de un cruce con un operador técnico.
De bloguero k y rebelde preferido del kirchnerismo, Carrasco pasó al otro lado, sin saltar a otro lado, pero con su ex aliados como enemigos definitivos. Dijo que el kirchnerismo había ingresado en su etapa “religiosa”, se río de Máximo en TN, los trató de ladrones y, algunos meses después, volvió a Paraná.
En Buenos Aires, además, quedaron archivadas publicaciones con su nombre en revistas de espectáculo, donde supo aparecer relacionado con la “gallega” Anabel Cherubito, la actriz Julieta Ortega o la modelo Emilia Cluadeville.
Otra vez en la ciudad, armó Noticias de Entre Ríos, una tentativa de “periodismo salvaje” que se autodefinía desde la portada: “sabemos mucho, contamos todo”. Desde ese espacio hizo todo lo que pudo para horadar al urribarrismo, a plena conciencia, muchas veces con humor, otras tantas de un modo un tanto más truculento.
Polemista rápido y agresivo, Carrasco trabaja con la palabra y conoce a fondo el oficio, aunque no se esfuerza en controlar nada si tiene que aplastar al adversario en un debate. Suele salir bien parado o ganar por demolición.
Ese, de un modo ligero, es el perfil del periodista que vuelve este martes en el espacio donde logró mayor alcance radial en Paraná cuando iniciaba –casi- el camino: radio La Voz. Carrasco, en principio, hará El Pase con Rubén Almará “es un tipo talentosísimo en la radio, pero no compartimos nada ideológicamente”, dice el periodista. Luego, claro, tendrá su propio programa, en compañía de otros periodistas de su web.
“Vamos a hacer un quilombo de la concha de la lora”, promete desde una entrevista en Noticias de Entre Ríos. Y así será.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora