Ya no da más misas de esas en las que llevaba junto al altar un lavarropas, un microondas, un torno donde fungía de alfarero.
Ya no hay un cura que se disfraza con ropas de ocasión para subirse al púlpito, ni su vozarrón se escucha en las naves de la parroquia San Lucas Evangelista, uno de los edificios que sobresalen en este pueblo de casas bajas, Lucas González, a 135 kilómetros de Paraná, en el departamento Nogoyá.
Lucas González cambió -¿cambió?- su rutina de pueblo que existe a partir de un cura carismático, una iglesia que reúne a muchos, los propios y los ajenos que iban en busca de un alivio, ese alivio que prometía el cura sanador Juan Diego Escobar Gaviria. Decía eso: que era sanador.
Untaba con aciete que se consigue en las góndolas del super, echaba unas gotas que bendecía con rezos propios los portarretratos, las lleves del auto, y eso, decía, servía para curar a los enfermos. Así construyó un personaje extraño: un cura que se ganó fama de sanador y que así recorría la provincia. Eso, en tiempo pasado.
Hace poco más de un año todo eso empezó a cambiar.
Fatalmente todo cambió.
El 28 de octubre de 2016 dos monjas del Colegio Castro Barros San José, de Lucas González, interesaron al defensor oficial de Nogoyá Oscar Rossi sobre la denuncia de abuso de un alumno de 11 años. Fue la llave que abrió las puertas del horror. Después, tres casos más, y la prisión preventiva del cura, en la cárcel de Victoria, y el juicio, y la sentencia: 25 años de prisión por los delitos de abuso y corrupción de menores.
Escobar Gaviria está en la cárcel desde el 21 de abril de 2017.
¿Qué pasó en Lucas González después de todo eso, las denuncias, el juicio, la condena?
El martes 17 de octubre último, el arzobispo Juan Alberto Puiggari hizo una puesta en escena: viajó a Lucas González y se entrevistó con las víctimas y sus familias, y prometió pedirles perdón públicamente y encarar cambios en la iglesia de Lucas, y reparar todo aquello que se había roto.
El martes 28 de noviembre, Silvia Muñoz, la mamá que más férreamente sostuvo las denuncias contra Escobar Gaviria -su hijo R, de 11, fue la primera víctima que llegó a la Justicia- cree que nada cambió, que la Iglesia prometió cambios que no cumplió, y que todo sigue lastimosamente más o menos igual.
«Nada ha cambiado para nosotros», dijo.
Nanci Ruiz Díaz, mamá de Alexis Endrizzi, otra de las víctimas de Escobar Gaviria, tampoco ve que la Iglesia haya hecho algún cambio. «Nada, no cambió nada, porque para la gente de Juan Diego, el cura sigue siendo inocente, y para el defensor (Milton Urrutia) está todo mal hecho, así que la gente se prende de lo que dice el abogado», cuenta.
«Yo se lo dije a Puiggari el día que vino: que la Iglesia nos había dado la espalda», recuerda.
Sandra Mujica, mamá de S., el chico de 17 años que es la quinta víctima del sacerdote, y cuya denuncia abrió una nueva investigación penal, lamenta la quietud, la monotonía, la cotidianeidad del pueblo, todavía agobiado por las divisiones:. «Sigue el pueblo dividido. Y las otras madres no pueden entrar a la parroquia por que sigue la misma comisión y los mismo colaboradores de cuando estaba Juan Diego. Ni siquiera tenemos cura propio y ya ha pasado un año. Yo voy a misa por obligación, porque mi hijo toma la comunión el 8 de diciembre. Después, no creo que vuelva. Sigo siendo creyente católica. Pero siento el desprecio y las miradas dentro de la parroquia. Me condenan por decir la verdad y defender a mi hijo. No piensan en los chicos y hay madres y abuelas dentro de la parroquia», cuenta.
Silvia Muñoz recuerda que la abogada María Inés Frank, designada por Puiggari al frente de la Comisión de Protección de los Menores de la diócesis y nexo con familiares y víctimas, mantuvo un asiduo contacto por chat hasta que un día le envió una captura de pantalla con una noticia: la denuncia de dos casos de abusos a menores en los que estaría involucrado el párroco de Oro Verde, Alfredo Nicola. «Lo leyó y no me contestó más. Antes de eso, nos decía que se acordaba de nosotros y que rezaba. Pero después de lo de Nicola no mandó más nada; y acá la iglesia sigue manejada por la gente de Escobar Gaviria», señala.
En la Iglesia, todo igual. Igual que en Lucas González
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.