A la Iglesia Católica de Paraná le cuesta avanzar con las investigaciones propias de los casos de abusos que involucran a miembros del clero.
Le cuesta avanzar. No avanza.
Hay una acepación burocrática de que no se puede hacer nada, ni mucho ni poco, y entonces las investigaciones quedan en manos de la Justicia. El clero hace poco, poquísimo.
Siempre hay excusas.
Ocurrió así con el caso que involucra al cura Marcelino Moya, que fue vicario en Villaguay a comienzos de la década de 1990, y que en junio de 2015 fue denunciado en la Justicia por abusos.
Pablo Huck, uno de los denunciantes, le ha reprochado de frente al arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, la escasa atenión de la Iglesia a las víctimas. Y la falta de contención.
«Nunca tuvo la fina maldad de acercarse y darme un abrazo», dijo alguna vez Pablo Huck de Puiggari.
Se lo dijo el sábado posterior a la Navidad de 2015, durante una reunión en la Parroquia Santa Rosa de Lima, de Villaguay. «Yo fui abusado por el padre Moya», dijo frente a Puiggari.
Una fiscal, Nadia Benedetti, de la Unidad Fiscal de Villaguay, lleva adelante la causa contra Moya.
La Iglesia no, ha hecho poco. Al final, se ha mostrado vencida la Iglesia ante la imposibilidad de avanzar y pidió a la fiscal parte de la investigación para enviar a Roma.
No pudo hacer nada por su propia mano la Iglesia.
Pablo Huck le reprochó eso a Puiggari. «A mí nadie me preguntó ni cómo estaba ni si había sufrido o no», le dijo a Puiggari: «Lo escuché hablar a usted con la voz bastante quebrada, y creo que esa cuestión nerviosa que tiene es porque usted, en el fondo, sabe lo que esconde. La Justicia, en algún momento, lo va a dar a luz y usted también va a recibir condena, de eso estoy más que seguro».
Había tropezado con una investigación previa, la que hizo por los abusos del cura Justo José Ilarraz: la curia investigó pero después guardó todo lo colectado en el archivo secreto y no puso en conocimiento de ese delito a la Justicia.
Ahora pasa lo mismo con el caso del cura Juan Diego Escobar Gaviria, también denunciado por abusos.
Silvio Fariña, el cura abogado encargado de tramitar la investigación interna en la Iglesia, ha tenido un trato descortés con la familia de una de las víctimas, un nene de 11 años.
El miércoles 14 Fariña prometió viajar a Lucas González a tomar los testimonios. Se pone en contacto con la mamá del chico y le dice que el miércoles viaja a Lucas. Pero el martes llamó a la mamá, le avisó que no podía viajar, que mejor vinieran ellos desde Lucas a Paraná.
A veces el acompañamiento a las víctimas corre el serio riesgo de convertirse en una frase escrita en una plantilla de word, que casi nada tiene que ver con los hechos.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.