Sergio Decuyper fue abusado por su tío, el sacerdote José Francisco Decuyper. Lo abusó siendo niño, en la casa de sus abuelos, en Puiggari.

Lo pudo contar muy de grande. Se lo pudo contar a sus padres. «Queridos papá y mamá, lo que me hizo el tío José no es culpa de ustedes. Entiendo que les cueste este paso de denuncia que hago porque la sociedad en la que ustedes viven ahí los va a juzgar. Pero esta denuncia nos hace nobles, fuertes y nos llena de salud. Esa sociedad marcadamente religiosa y católica ve en mi denuncia el escándalo, mi denuncia pone en manifiesto la tragedia del Amor mal explicado, de la sexualidad mal orientada, del miedo absurdo en el que nos han enseñado a vivir allí. No es tu culpa papá, no es tu culpa mamá. El tío José, mi abusador, escondió su enfermedad dentro de esa forma de religión mal estructurada y vivida. El tío José también es víctima de esa religión, y forma de vida, del barrio Gazzano, de Paraná en los años 80 y 90…¿y de ahora?».

Puiggari despidió el año junto a un cura denunciado por abuso

Ahora fue ese sábado 19 de septiembre de 2020 cuando Sergio denunció a su tío José ante la Justicia. Lo escucharon, vía Skype, los fiscales Leandro Dato y Fernanda Ruffatti, de la Unidad Fiscal de Violencia de Género y Abuso Sexual del Poder Judicial. Durante más de una hora y media contó, desde Vitoria-Gasteiz, en el País Vasco, donde vive desde octubre de 2019, cómo ocurrió el abuso, siendo un niño, en la casa de sus abuelos, en Puiggari, de qué modo se silenció el delito, y cuál fue el destrato que recibió de la Iglesia de Roma cuando viajó a entrevistare con el papa Francisco para ponerlo al corriente de las tropelías cometidas por uno de los suyos.

Su tío, el cura Decuyper, es considerado el «padre fundador» de la Escuela Privada N° 116 San Joaquín, en Paraná. Nacido en Halle, Bélgica, el 26 de abril de 1935, el segundo de ocho hermanos, ordenado sacerdote el 10 de marzo de 1966 en Paraná, por años párroco en Santa Ana y en Virgen de la Medalla Milagrosa, en Paraná, pero también con destino en General Ramírez y Las Cuevas, en el departamento Diamante, desde 2004, alojado en el hogar sacerdotal Jesús Buen Pastor. Tiene Alzheimer.

Otro cura denunciado en la Justicia por abusos

El caso fue derivado desde la Unidad Fiscal de Violencia de Género y Abuso Sexual de Paraná a la Unidad Fiscal de Diamante, y allí el caso quedó en manos del fiscal Gilberto Robledo, que no habla de la causa.  «Este tipo de causas tratan temas muy sensibles. Se recabó información. Disculpe pero no voy hacer declaraciones al respecto», contesta el fiscal a Entre Ríos Ahora.

«Rece por mí»: la respuesta de Francisco al entrerriano que denunció abusos

«Está difícil que avance la causa», admite Sergio Decuyper, en diálogo desde el País Vasco. Acepta que la Iglesia Católica de Paraná colaboró poco y nada y agradece lo hecho por los fiscales, aunque sabe que no puede esperar demasiado de la Justicia. «La leyes no nos amparan. Las víctimas damos igual. Nuestra salud da igual», lamenta. «Estoy agradecido con los fiscales -señala-. Pero me hubiese gustado que avanzaran más».

El miércoles 30 de junio, Sergio Decuyper escribió el texto que sigue:

 

 

 

No es enojo…

No es rabia…

No es inmadurez…

No es desequilibrio…

Es la certeza de que son lo más parecido a una secta machista de hombres inmaduros emocionalmente, afectivamente, sexualmente, conductualmente y psicológicamente inmaduros.

Hombres que trabajan en grupo, muy bien jerarquizado, donde el chisme, la descalificación y competencia entre ellos es perversa. Bajo el amparo de la pobreza viven cómodamente.

Bajo el amparo de la castidad integran a pederastas, mantienen dobles vidas, viven frustrados en su heterosexualidad, homosexualidad, etc. y se convierten en psicópatas sociales.

¿Estoy generalizando?

Me dirán algunos. Cada uno sabrá. Tanto el que comparte, calla, mira hacia otro lado. Todos encubren. El daño social y cultural es inmenso. Germen de intolerancia y violencia desde un pedestal del que debieran bajar.

Si Dios existe me ha demostrado que no es del clero católico, ni mucho menos.

Silencio atronador que revictimiza, es la técnica más despiadada que utilizan.

Lo mejor es pedir justicia. Denunciar. Sanar y olvidarse de esta lacra.

 

Sergio Decuyper.

 

 

 

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora