Martín Müller es oriundo de Gualeguay, y tiene 38 años. Es profesor de Historia y licenciado en Historia egresado de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y asumirá al frente del Consejo General de Educación (CGE) en reemplazo de Marta Irazábal de Landó, 70 años, maestra normal nacional, asistente social y profesora de Historia.
Müller forma parte del equipo de Landó como director de Educación en Gualeguay, cargo al que accedió en 2015. Tres años antes, la actual titular del CGE se hizo cargo de la Departamental de Educación de Gualeguaychú. En diálogo con Entre Ríos Ahora, dice que pretende sumar la experiencia de Landó y de quien lo acompañará en la gestión, la victoriense Graciela Bar, que dirigió la política educativa durante las dos administración de Sergio Urribarri, hasta 2013. «Yo quiero resaltar el trabajo hecho por Landó. Y en cuanto a Graciela Bar, su incorporación nos va a permitir aprovechar su experiencia y el prestigio que tiene en la docencia entrerriana», apuntó.
Muller dice que está trabajando en un paquete de medidas para los primeros 100 días de gestión, y que se plantea “objetivos a largo plazo, porque educación tiene tiempos propios, y no hay que tomar decisiones que generen algún terremoto. Venimos con una mirada en la educación a largo plazo”.
El designado nuevo titular del CGE ve con beneplácito que en la Nación haya un gobierno del mismo signo político que en la Provincia. “Es una buena noticia tener un gobierno nacional del mismo color. Ahora vamos a trabajar en recuperar el valor de la escuela pública, y detrás de eso, a recuperar el financiamiento que tanto ha retrocedido”, apuntó.
Müller apuntó a “mejorar la calidad educativa. Hemos avanzado en inclusión, nos falta la cuestión del abandono en la secundaria. Y por eso hay que trabajar mucho en la centralidad de la escuela pública”.
Tiene, además, una clara definición respecto de la aplicación de la Educacinó Sexual Integral (ESI) en la escuela pública.
En Entre Ríos rige, desde 2003, la Ley N° 9.501, y en el país, desde 2006, la Ley N° 26.150 que ordena su instrumentación en todos los niveles y modalidades. Pero su instrumentación a nivel de las escuelas suele tropezar con algunos imponderables.
«La causa de la resistencia a la aplicación de la Educación Sexual Integral tiene que ver con la desinformación, el desconocimiento y los prejuicio», ha dicho Müller.
«Este año ha sido muy movilizador respecto de la Ley de Educación Sexual. Venimos desde 2016 con marchas y contramarchas, con resistencias de los propios docentes, y con cuestiones externas que atraviesan a la escuela, que no es una isla. Pero hemos empezado un buen trabajo, con la tarea que desarrollan los coordinadores de Educación Sexual. Son docentes pares, que tienen la particularidad de haberse formado con postítulo en ESI. Están generando una pequeña revolución al interior de las escuelas», aseguró durante una entrevista con Radio Costa Paraná 88.1, que Entre Ríos Ahora reprodujo en agosto pasado.
Su política en la Dirección Departamental de Educación de Gualeguay para aplicar los lineamientos en materia de educación sexual se ha centrado en el diálogo con todos los sectores para superar entredichos. Así, dice, ha logrado un entendimiento con católicos y evangélicos, férreos opositores a la ESI. «Con los privados se ha dado un buen transitar. Lo que hemos hecho, porque han surgido cuestionamientos, no tanto desde la escuela, sino desde afuera, padres que concurren con notas a las escuelas, rechazando que sus hijos reciban educación sexual, es dialogar. Hemos mantenido reuniones con el colectivo de estas iglesias para aclarar qué es lo que se enseña», sostiene.
«Nosotros creemos que, ante estas situaciones, lo mejor es dialogar. No debemos perder el foco, el eje, que son los derechos del niño. Por eso nos interesaba convocar a las iglesias, hablar, aclarar, respetar la diversidad de opiniones. Sé que hay una pelea con cuestiones que ellos consideran ideología de género. Nosotros queremos desdramatizar la cuestión. Lo que debemos enseñar tiene que ver con tomar la palabra, desarrollar el respeto, el conocimiento de nuestro cuerpo, de nuestro lugar frente al otro, de la autoestima. Son cuestiones importantes que hoy no podemos descuidar, que la escuela no puede descuidar. Nosotros entendemos que la cosa pasa por llevar información. Hay resistencia, silenciosa, de algunos docentes también, que resisten la educación. Creo que hay una cuestión generacional. Todo tiene que ver con desdramatizar sin banalizar. El enfrentamiento nos termina perjudicando y embarrando la cancha», plantea Müller.
Sabe de la postura de la Iglesia Católica respecto de la educación sexual, apunta, pero enseguida plantea su convencimiento respecto a que «también hay un debate que nos sana, nos mejora. No creo que haya que censurar el debate. Hay que valorar lo que significa esta revolución, este movimiento alrededor de los derechos y el empoderamiento de las mujeres. Esto nos hace bien como sociedad. Yo apoyo esa lucha. Veo con muy buenos ojos el protagonismo de las nuevas generaciones, de nuestras adolescentes, en las escuelas, tomando la palabra, muchas veces con su impronta, yendo al choque, y eso genera incomodidad. Pero pienso que es positivo. Del conflicto pueden surgir cosas superadoras», señala.
En el la discusión del debate por el aborto legal, se posiciona a favor de una legislación que respete los derechos de las mujeres. Y afirma: «Me parece que es necesario que se den estos debates. No debemos ponerlo en el primer plano ahora. No digo que no sea urgente, pero creo que la crisis económica social es muy profunda, y su solución debe ser prioridad de cualquier gobierno».
Dice que tiene diálogo directo con la jerarquía de la iglesia católica y los evangélicos. «Sé que hay una postura toma en contra de cualquier proyecto de interrupción voluntaria del embarazo -plantea-. Pero hay protocolos, como el protocolo de aborto no punible, que deben ser aplicados. La salud pública ha dado pasos importantes en esto, y no podemos retroceder».
Dice que volver atrás en el debate por una legislación que dé marco a la interrupción voluntaria del embarazo supondría «retroceder, sería una pena en términos de derechos de mujeres que no tienen voz, y que están vulneradas. Esto sería otro retroceso más».
De igual modo, dice, el aborto no está incluido en los programas de educación sexual, así que no entiende cuál es la oposición de católicos y evangélicos. «Entonces, no debería haber oposición. Hay que tratar de trabajar en esto, de otro modo nos corremos del eje por desconocimiento. Acá se habla de que es todo una cuestión de ideología de género, cuando no es así», afirma.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.