Por José Dumoulin (*)

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(La Iglesia hizo circular este domingo, a través de la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA) un comunicado del Tribunal Interdiocesano de Buenos Aires, que ahora tramita la investigación diocesana del caso del cura Justo Ilarraz, y dijo que esa causa “nunca sufrió paralización”, aunque admite que empezó en 2013. Es decir, no cuando las autoridades eclesiásticas supieron del caso, en 1995, sino cuando las víctimas impulsaron la apertura de la causa.

A partir de ese texto http://www.aica.org/22964-proposito-del-caso-en-que-esta-imputado-el-padre-ilarraz.html, José Dumoulin, expárroco de Santa Rosa de Lima, en Villaguay, uno de los más firmes impulsores de la investigación sobre el cura Ilarraz, escribió lo que sigue:)

 

El texto emitido no exime de las responsabilidades personales que cada uno tiene, de acuerdo a la función que desarrolla.

Sin duda que algunas de las responsabilidades mencionadas en dicho texto son exactas. Pero la obligación de efectuar la denuncia nunca estuvo presente en la conciencia ni en la intención de los obispos involucrados.

A la investigación que ahora menciona la Iglesia se llegó después de un largo proceso de insistencia, principalmente por una de las víctimas, para que se separe de su cargo a Ilarraz. No sólo no se lo separó, sino que no hubo ningún tipo de sanción.

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Es en base a la publicación periodística que todo se puso en marcha. Pero de esto pasaron casi 4 años. La Justicia Civil pudo avanzar luego de sortear múltiples obstáculos que fueron puestos en el camino por la defensa de Ilarraz.

El de la prescripción, primero, y luego el procesamiento, que también fue apelado por la defensa.

El camino que siguió la Iglesia en el año 1995 quedó ahí. No se avanzó en nada.

Quedó en la prohibición que se le impuso a Ilarraz de no venir a Paraná ni mantener contacto con los seminaristas.

Nada pasó en el medio.

Todo recién comienza de nuevo en 2012. De eso han pasado ya cuatro años. Todo extremadamente lento.

Ahora, la Iglesia abre otra vez la investigación, en el Tribunal Interdiocesano de Santa Fe. Y hasta allá tuvieron que ir las víctimas.

Se las revictimiza, porque nuevamente se los llama a declarar.

No es tan cierto que se le dio continuidad a la investigación, como dicen ahora. Se cortó, y durante muchos años. Y a alguna de las víctimas se les dijo desde la propia Iglesia que ya lo de ellos era cosa juzgada.

¿Por orden de quién? ¿Cómo? ¿Cuándo?

Si al principal involucrado nunca se le tomó declaración en la investigación interna. ¿Cómo se podía pensar en que la causa Ilarraz fuera cosa juzgada?

Un mamarracho inconcluso. Entonces, ¿de qué justicia hablan? ¿A quién le están hablando con ese comunicado? ¿Quién se quiere cubrir o es sólo para tratar de quedar bien?

En realidad, pretenden quedar bien ante la sociedad con sólo decir algo, que encima es a destiempo.

Y que sigue haciendo sangrar la herida de las víctimas. Hay elementos ya de sobra en el plano de lo eclesial para emitir una sanción acorde contra Ilarraz. Hay que concluir lo que siempre estuvo abierto y no se cerró. Nunca. Por temor o por impericia.

 

(*) Expárroco de Santa Rosa de Lima, de Villaguay.