Un proyecto de ordenanza, impulsado por la concejal María Marta Zuiani (Cambiemos), dispone que la Municipalidad de Paraná no organizará, avalará, ni auspiciará, de manera directa e indirecta, elecciones de reinas y/o concursos de bellezas, en celebraciones populares que se lleven a cabo en espacios públicos del municipio, sean estas con motivo de fiestas nacionales, provinciales y/o municipales o cualquier otro evento abierto al público en general.
La iniciativa, que ingresará formalmente a tratamiento del cuerpo legislativo en la continuidad de la sesión ordinaria convocada para este lunes 26, establece que la Subsecretaria de la Mujer deberá realizar actividades de concientización y sensibilización sobre violencia simbólica, con el fin de desalentar en el ámbito privado la realización de concursos de belleza y/o elecciones de reinas.
En la exposición de motivos, Zuiani sostiene que la ley 26.485, de “Protección Integral de las Mujeres”, dio un marco legal integral que conceptualiza a la “violencia simbólica” como la que, a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, iconos o signos, transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad.
La legisladora refiere también que la Subsecretaria de la Mujer de Paraná ha expresado en múltiples oportunidades que estos certámenes lo primero que producen es discriminación; ya que las mujeres postulantes deben cumplir determinadas características físicas y biográficas obligatorias, dejando por fuera a quienes no las posean, siempre sobre la base de la arbitrariedad de imposición de éstas.
Alude asimismo que la Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF) sostuvo, en el caso puntual de un concurso provincial, que la exclusión que impone el reglamento a las adolescentes casadas o con hijos para acceder al concurso referido, es una categoría sospechosa, injustificada, que implica una arbitrariedad absurda y manifiesta, por lo que resulta axiomático concluir opinión sobre la invalidez constitucional de la misma.
Finalmente puntualiza que en estas prácticas es el hombre quien califica y decide el valor de la mujer, y esto siempre sobre la base de su belleza.
“Primero se decide su valor y después se califica, siempre mediada por la mirada lasciva de un jurado que aparece como el representante de la autoridad, de la verdad y, en este caso, mayormente del estado”, concluye.