Por Silvio Méndez (*)

 

Por un grupo de whastapp que a los tumbos se mantiene activo, en la tarde de este 14 de octubre recibimos la noticia del fallecimiento de Guillermo Huber.

“Guille” fue uno de los más de 80 trabajadores de prensa que, en 2018, los socios de El Diario de Paraná dejaron en la calle, sin ningún tipo de reparación económica que establece la ley.

“Guille” falleció esperando que se haga justicia, esa justicia que además de ciega, parece lenta y retorcida. “Guille” murió luego de padecer situaciones traumáticas y extremas, muchas de ellas producto de las condiciones humillantes en las cuales los responsables del centenario matutino dejaron a los que desechó hace más de cinco años.

Guillermo, como los también difuntos Javier Acosta y Gustavo Sánchez Romero, fue parte de otra era del periodismo, ese que se cocinaba en las redacciones, que hoy son cáscaras vacías y que en algunos casos funcionan como centro de cómputos o lugar para el mitin de algún psicópata delirante que aspira a la Gobernación.

Guillermo Huber tenía 65 años, cumplidos el último 4 de agosto. Era oriundo de La Paz. Había estudiado Historia: llegó hasta el último año. En Paraná se casó y tuvo tres hijos: Xavier, Gala y Julián. Un colega periodista con los que en algún momento se frecuentaba recuerda que en una de sus primeras casas donde vivió en la capital entrerriana conservaba una gran biblioteca, heredada de su padre, Enrique, un reconocido odontólogo de La Paz. Precisamente, la Escuela Secundaria de Adultos Nº 3 lleva el nombre de su papá: “Dr. Enrique Huber”.

Guillermo era afín a las reuniones de camaradería, esas de sobremesas prolongadas, donde las charlas derivan entre situaciones jocosas del oficio y metafísicas de la vida. En confidencia, una madrugada, Guillermo contó que había escrito una novela, todavía inédita.

A El Diario ingresó en el año 1988, como corrector. Estuvo un tiempo al frente de una sección donde ponía a prueba sus saberes. El espacio se llamaba “De ayer para hoy” y encabezaba la Segunda Sección un día de la semana. En una de las cuantas transformaciones que padeció el matutino, al desaparecer la figura de corrector, pasó a la sección Deportes, donde se desempeñó cubriendo distintas disciplinas. En Deportes llegó a ser segundo jefe escoltando a Javier Acosta, otros de los cesanteados que falleció el 28 de abril de 2021.

 

Los despidos en El Diario, perpetrados entre mayo y junio de 2018, tomó “desarmados” a la gran mayoría, a algunos más que otros. Ese fin de año fue nefasto. Guillermo, sin ningún mango en el bolsillo y separado de su pareja, alquilaba una casita al sur de Paraná que, en la Nochebuena, mientras estaba ausente, desvalijaron. Pasó el tiempo y lo que alguna vez se configuró como una esperanza de cobrar algún tipo de resarcimiento por haber sido echados sin causa justa ni previo aviso, se la llevó el lento proceso en el que aún continúa tramitándose el concurso de acreedores en el del Juzgado Civil y Comercial Nº 9, a cargo de Ángel Luis Moia.

Guillermo tomó algunas changas, fue chofer de remis en esos horarios que nadie toma, y a duras penas llegaba a fin de mes. Se enojó con todo, se fue del grupo de whatsapp de los ex trabajadores y al poco tiempo volvió a tomar contacto con algunos que sentía más cercanos. Pero la cuestión de fondo no funcionaba, no iba para ningún lado, y el expediente del concurso de El Diario en el Juzgado Nº 9 seguía en una dinámica en la todo se dilata exprofeso a favor de los dueños: Ramiro Héctor Nieto, Leonor Barbero Marcial, viuda de Etchevehere; y sus hijos Luis Miguel, Sebastián y Juan Diego. Sebastián Etchevehere, uno de los hijos de la accionista, es candidato a gobernador de La Libertad Avanza.

Con pocas o nulas opciones para rehacerse en Paraná, Gala invitó a su padre a ir un tiempo a San Martín de los Andes, donde ella vivía con su familia. Guillermo se instaló en ese lugar paradisíaco de la Argentina para intentar una nueva vida. Fue allí donde se enteró de una oportunidad de trabajo, en Viedma. Pensando en no ser un mayor obstáculo para su hija, partió para realizar esa entrevista laboral, con la idea que podía realizar a pie parte del trayecto cuando se le terminara el escaso dinero. Nunca imaginó que eso era una misión casi imposible y cayó desfallecido al costado de una ruta en esa inmensidad de la Patagonia. Un milagro hizo que alguien advirtiera de su situación y casi al límite lo rescataron, deshidratado, en muy mal estado. Se recuperación tomó un tiempo, asistido en un lugar lejano por compañeros de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa de Carmen de Patagones.

 

Luego de un tiempo en el Sur, Guillermo volvió a Paraná, para intentar iniciar un trámite de jubilación que le permitiera contar con algunos ingresos, ya que del pago de El Diario toda novedad halagüeña naufragaba. Aquí se hallaba tratando de sobrevivir y rehaciendo su vida. Tuvo un problema de salud hace poco tiempo, se recuperó, y todavía tenía esperanzas de tomar un café con un compañero de sección, para rememorar años más felices, cuando en la mañana de este sábado lo encontró la muerte.

El expediente por el cual se lleva el concurso de El Diario en la Justicia, bien, gracias. Está en una nueva etapa de masturbación administrativa donde el juez Moia va y viene con el tasador oficial, que tiene que ponerle el precio a la empresa, y así ver si con un número puede abrir el período de rescate de ese despojo como medio de comunicación que, hoy por hoy, es un tesoro inmobiliario de las propiedades que muchos pretenden. Si no hay rescate, hay quiebra, pero de eso, quién sabe, tal vez sepamos algo el año que viene. Mientras tanto, un ex trabajador hoy murió, esperando justicia como tantos.

 

 

(*) Silvio Méndez es periodista.