La estatua del general José de San Martín, en Plaza 1° de Mayo, se ha convertido en un palomar ad hoc. Las palomas se posan en cualquier parte de la estructura que representa a San Martín. Revolotean, van, vienen, y también cagan: en el sable, sobre el caballo, en el pedestal. Todo el monumento está rodeada de excrementos de paloma, una compañía involuntaria del Libertador.

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.