El vocero del arzobispado de Paraná, Ignacio Patat, dijo que la Iglesia ha «evolucionado» respecto de cómo actuar ante denuncias de pederastia que afectan a miembros del clero. Respecto de lo que ha ocurrido con la curia paranaense y el caso del cura Justo José Ilarraz, desde el 16 de abril sometido a juicio oral por siete denuncias por corrupción de menores en el Seminario Arquidiocesano, explicó: «La iglesia reconoce que deben ser juzgadas determinadas situaciones que sucedieron en esa época. La justicia dirá si sucedió o no».

Dijo Patat que el arzobispo Juan Alberto Puiggari «ha hecho pedidos de perdón en reiteradas ocasiones, en la última ocasión, a las puertas del juicio… es un camino de evolución distinto. Y es pararnos y decir: gente, no sólo pido perdón por esto o aquello sino porque no supimos cómo hacerlo. No sólo con un caso… cuando uno se encuentra con situaciones que no sabe abordar… y creo que por eso pidió perdón, porque entendió que no lo supo abordar. Hizo su camino de aprendizaje, con los protocolos, con las normas, con la creación de programas de ambiente seguro. Eso muestra, de un tiempo a esta parte, la iglesia en Paraná, con toda la sociedad en su conjunto, ha hecho un camino de evolución».

El pensamiento de Patat trasunta una idea muy extendida entre el clero paranaense: «Les creemos a las víctimas, pero…». La esquizofrenia es clara: por un lado se pide perdón, pero por otro lado se instala una cuota de duda respecto de si ocurrieron o no los abusos. La investigación que ordenó el ahora cardenal Estanislao Karlic, en 1995, estableció, en base a las denuncias de cuatro víctimas, que los abusos existieron. Aunque en 1996, Karlic cerró el proceso con una sanción leve para Ilarraz: le aplicó el destierro.

El viernes, cuando declaró como testigo en el juicio a Ilarraz, el instructor de justicia de la diócesis, el abogado sacerdote Silvio Fariña, dijo que en aquel proceso, que él comandó, se probaron los abusos, y que, según Karlic, Ilarraz mostró arrepentimiento por los sucedido en el Seminario y le pidió perdón.

En declaraciones al diario Clarín, Patat explicó: «El arzobispado pide perdón por no haber sabido cómo obrar en aquel momento en el cual se conocieron las denuncias y no saber cómo proceder. Pide perdón en nombre de la iglesia por no saber obrar. Hoy sí hemos hecho un camino para saber cómo obrar. Hay normas: ante la primera situación el sacerdote debe ser apartado. Nosotros tenemos normas que rigen las conductas sino todo aquello que tienen el cuidado de menores en ámbitos pastorales, educativos y parroquiales. Tenemos un modo de proceder: qué hay que hacer y cómo. Si eso se hubiese estado 30 años atrás no estaríamos en este lugar ¿Qué puede pasar con Ilarraz? Yo no puedo emitir una palabra de lo que la justicia tenga que decir. La iglesia, todos, esperamos que se haga justicia y que la verdad quede puesta sobre la mesa. Cualquiera sea el resultado. Y que esos muchachos que denuncian puedan cerrar sus historias».

Según el sacerdote Leonardo Tovar en su declaración en Tribunales, Patat fue una de las voces críticas cuando el tema de los abusos irrumpió a modo de escándalo en 2012, y la curia citó a una reunión urgente de todo el clero en el Centro Mariápolis El Salvador. «En esa reunión de Mariápolis, Patat se paró, ante la mirada cómplice de Puiggari, y dijo: ´Acá lo que hay que salvar es el sillón supremo. Y si en el medio tenemos que caer nosotros, caeremos. Pero tenemos que cuidar el sillón del obispo´. Eso dijo Patat en Mariápolis. Le preocupaba más que el obispo Puiggari no quedara expuesto. Y si fuera necesario, había que tapar todo».

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.