La crónica oficial buscó ensalzarlo con un tono épico que, quizá, le calzaba un poco grande.
En octubre de 2014, el exgobernador Sergio Urribarri viajó con el entonces ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, a la Guyana francesa, para participar del acto de lanzamiento al espacio del satélite argentino Arsat -1.
“Ojalá pronto en la Argentina pudiéramos dimensionar en toda su extensión y en todas sus implicancias el significado de esta entrada de la Argentina en la elite de los países de tecnología aeroespacial”, dijo Urribarri, y remató, con un tono para la historia. Así lo escribió la prensa gubernamental: “Parafraseando a Neil Armstrong, Urribarri señaló ´es un paso adelante para las comunicaciones mundiales y un salto gigante para la Argentina´ que se ubica en la elite mundial de los países con tecnología aeroespacial”.
Al Arsat -1 le siguió, en septiembre último, el lanzamiento del Arsat-2, y que la inversión millonaria que se hizo durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner lejos está de resultar provechosa para el país.
Ambos satélites demandaron una inversión de 700 millones de dólares. El Arsat-1 estaba usando el 70% de su capacidad a fin de año; el segundo, aún no tiene clientes. Así lo revela hoy un informe que publicó el periodista Pablo Fernández Blanco en el diario La Nación.
“El gobierno de Cristina Kirchner destinó US$ 1236 millones al desarrollo de una red kilométrica de fibra óptica para mejorar las comunicaciones en todo el país, pero a fines del año pasado sólo les prestaba servicio a 19 localidades, sobre un universo potencial de más de 3000 distritos”, dice el informe, y agrega: “Lejos de la Tierra, orbitando a 35.786 kilómetros de altura, está en la posición 81° Oeste el Arsat-2, el segundo satélite argentino de comunicaciones, que se lanzó al cielo bajo la bandera de la soberanía espacial en septiembre del año pasado, en vísperas de las elecciones presidenciales. El acontecimiento valió una celebración por cadena nacional, pero hoy es un fenomenal pedazo de tecnología casi en desuso porque ningún cliente contrató sus servicios”.
“Para el Gobierno, ambos ejemplos, que suman unos US$ 1500 millones, muestran la lógica faraónica que le impuso el kirchnerismo a ArSat, una empresa que recibió US$ 3148 millones -según el informe que presentó la Jefatura de Gabinete a la Cámara de Diputados- y se encarga de administrar ambos negocios, y de transmitir la Televisión Digital Abierta (TDA).”, cuenta la crónica de La Nación.
El plan del kirchnerismo consistía en construir una red troncal de 32.000 kilómetros de fibra óptica, de los cuales hizo la obra civil para 25.000 kilómetros, pero «iluminó» (el paso previo para conectar el servicio) sólo 6500 kilómetros.
El objetivo de la nueva gestión es conectar 1147 localidades en los próximos años. Lo notará el 30% de la población que habita el 70% del país. Según Rodrigo De Loredo, actual presidente de la compañía estatal de comunicaciones y yerno de Oscar Aguad, el ministro del área, el kirchnerismo manejó la empresa como si los recursos del Estado fuesen inagotables. «En lugar de hacer, por ejemplo, 2000 kilómetros de obra civil para la fibra óptica, «iluminarlos» y conectarlos para explotarlos comercialmente, recaudar y usar menos recursos públicos, se hizo una megaobra que estaba casi sin uso», explicó a La Nación.
Su antecesor en el cargo Matías Bianchi sostuvo que esos números son falsos. «Dejamos la gestión con 12.000 kilómetros iluminados y un plan para poner en operación los restantes antes de agosto de este año. Si hubo un punto que podría haberse mejorado es el hecho de haber generado expectativas de disponer de la red operativa en tres años a partir del lanzamiento. La realidad requirió mucho más tiempo. Pero la red está y hoy están basando su plan en ella», explicó.
La inversión satelital fue menor, pero también se mide en millones de dólares. De 2010 a 2015 se destinaron US$ 700 millones para el ArSat 1, que usaba a diciembre un 70% de su capacidad, y el ArSat 2, de similar capacidad, que orbita vacío sin los regionales para utilizarlo. Según el informe que envió Marcos Peña al Congreso, la inversión satelital tiene un uso promedio del 35%. Ése fue uno de los motivos por los que el gobierno de Mauricio Macri suspendió la construcción de un tercer satélite.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.