El cura Alfredo Nicola fue enviado a cuarteles de invierno.

Aunque no oficialmente, fue recluido en el Hospital Fidanza, de Colonia Ensayo, donde cumple funciones de capellán, a las órdenes del Ministerio de Salud.

Después de una sucesión de situaciones comprometidas en las que quedó expuesto entre 2016 y 2017 -se llegó a hablar mediáticamente de situaciones de abuso-, el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, decidió sacarlo del centro de la escena, y lo envió al ostracismo.

Nicola está sin destino. No tiene parroquia a cargo y su destino es incierto.

«Alfredo no tiene destino. Se le ha sugerido menos exposición pública», dijo una fuente de la Iglesia de Paraná ante la consulta de Entre Ríos Ahora.

El cambio de situación es relevante: históricamente, Nicola, alineado con la Renovación Carismática, se sumó a la ola de los curas sanadoras y ha protagonizado multitudinarias misas de sanación.

Ahora, nada de eso: está recluido, y no tiene parroquia asignada, lo cual puede puede traducirse como un castigo por otros métodos.

 

Escándalos y excusas


Nicola viene de meses complicados.

Encima, el Ministerio de Salud de Entre Ríos decidió abrir una investigación ante la sospecha de que podría haber incurrido en alguna falta por su desempeño como capellán -empleado del Estado- en el Hospital Fidanza.

Finalmente, nada ocurrió y Salud resolvió mandar al archivo esa investigación que había abierto  ante la sospecha que estuviera envuelto en denuncias judiciales por abuso o corrupción de menores.

Los capellanes de los hospitales públicos son empleados que integran la plantilla de empleados del Estado. Nicola, además de sacerdote, es personal de planta del Ministerio de Salud. En el área que está bajo el mando de la ministra Sonia Velázquez se había abierto el expediente número 2060809.

Se trató de una investigación de oficio ordenada por la ministra Veláquez a partir de las publicaciones periodísticas –más específicamente de la revista “Análisis”- que daban cuenta de una situación  delicada en la que se vio involucrado Nicola: supuestas denuncias por abusos a menores.

Abierta la investigación, se puso en conocimiento del propio sacerdote para que efectuara un descargo: lo hizo negando la existencia de esos hechos. Y además, agregó una certificación, firmada de puño y letra por el vicario general de la diócesis de Paraná, Eduardo Tanger, en la que la curia deja constancia de que no existen presentaciones contra Nicola.

 

Nicola fue, hasta su reemplazo por orden del obispo Juan Alberto Puiggari, párroco en la Parroquia Jesucristo Maestro y Señor de la Humanidad y Nuestra Señora del Rosario de Pompeya de Oro Verde.

Luego de la designación de un reemplazante en Oro Verde, Hernán Arismendi -asumió en febrero último-, Nicola quedó sin destino: no tiene parroquia a cargo, vive en su casa, aunque sigue empleado en el Estado, como capellán, en Colonia Ensayo.

En esa tarea, reemplaza al cura Carlos Barón, muerto en 2014, quien había llegado al Hospital Fidanza en 2002, y allí se quedó por el resto de sus días. Barón fue noticia ese mismo año cuando se supo que, a su muerte, la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Entre Ríos decidió otorgarle una pensión a la mujer que había convivido con él en los últimos años.

Barón fue empleado del Estado, y aportante a la Caja por su labor como capellán del Hospital Fidanza. Y logró lo que ningún cura ha logrado aquí: que la pensión pasara a la mujer con la que había compartido los últimos años de su vida.

A través de la resolución N° 4.558, del 27 de noviembre de 2014, la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Entre Ríos reconoció el beneficio de pensión para SSR, la mujer que convivió con el cura Barón hasta la muerte de éste, en junio de 2014.

Nicola se vio envuelto en una denuncia periodística polémica.

De acuerdo a lo que publicó la revista “Análisis”, “Puiggari conoce de las denuncias en contra de Nicola desde hace –al menos- cinco años. De hecho, el arzobispo ya sabe que no fueron dos los que denunciaron al cura Nicola sino tres. El tercer caso en realidad fue el primero al cual tuvo acceso la máxima autoridad de la curia entrerriana. El hecho sucedió en Luján –provincia de Buenos Aires- allá por 2012, cuando el propio Doumolín le hizo llegar a Puiggari la existencia de una víctima de Nicola que había decidido escribirle una carta al arzobispo donde señalaba que había sido abusado por el actual párroco de Oro Verde”.

Nicola protagonizó un pequeño sainete en Oro Verde antes de ser reemplazado. Se fue de modo intempestivo de la parroquia de Oro Verde el 25 de octubre de 2017 por un cuadro de estrés, según se encargó de explicar, pero volvió antes de que cante el gallo: el miércoles 29 de noviembre apareció, aparentemente recuperado de su cuadro de salud, y exultante. El cura Daniel Rodríguez, que había sido vicario -un escalón por debajo de párroco- y fue promovido a administrador parroquial durante la ausencia de Nicola puso el grito en el cielo con ese regreso sorpresivo. La indignación de Rodríguez fue tal que hasta manejó la posibilidad de renunciar al sacerdocio, y marcharse de vuelta a su ciudad, La Paz.

En medio de la ausencia de Nicola, sucedió el escándalo con el profesor de música de la escuela parroquial de Oro Verde. Gabriel Flores, oriundo de Misiones, fue denunciado en la Justicia por un caso de abuso. En un confuso episodio, Flores despareció una noche, se fugó de Oro Verde, apareció en el Paraje La Virgen, de allá volvió, se entregó en la Policía y después declaró en la Justicia. Al final, fue condenado, en juicio abreviado. Fue condenado a tres años de pena condicional por el delito de abuso sexual simple agravado por ser encargado de la educación de la víctima

El asunto derivó en el apartamiento de la directora de la Escuela Parroquial Jesús Maestro y Señor, Daniela Cabrol.

Antes Nicola ya había estado bajo la lupa. El fiscal Federico Uriburu, de la Unidad Fiscal de Nogoyá, que llevó adelante la instrucción de la causa del cura Juan Diego Escobar Gaviria, pidió a Puiggari el legajo del sacerdote cuando éste fue citado por la defensa en el juicio que se desarrolló en Gualeguay. Pero el arzobispo sacó un as de la galera: impidió que Nicola declarase en el juicio, y al responder la petición del fiscal, expresó que el mismo se había tornado “abstracto”, y dejó a buen resguardo los antecedentes del párroco de Oro Verde.

Respecto de los supuestos casos de abuso, Nicola los desmintió en forma pública y después acudió ante la curia para conseguir una especie de salvoconducto que lo dejara a salvo de las sospechas.

“El que suscribe, Monseñor Eduardo Tanger, Vicario General del Arzobispado de Paraná, CERTIFICA que en dicho Arzobispado no existe ningún expediente sobre abuso de menores referido al Pbro. Alfredo Luis Marcelo Nicola (D.N.I. 23.341.742).

“Se extiende la presente certificación en la ciudad de Paraná, a los 11 días del mes de diciembre de dos mil diecisiete.”

Eso dice el documento, que el sacerdote presentó al Ministerio de Salud y que derivó en que su caso fuera enviado, de momento, al archivo.

Desde entonces, y tras atravesar todo ese tembladeral, la vida de Nicola no volvió a ser la misma.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.