Por Roque Santana (*)
Por estos días, como a todo hijo de vecino, en mi rol de supervisor de Jóvenes y Adultos me llegó un correo de una autoridad de la modalidad diciendo que el presidente del Consejo General de Educación (CGE), José Luis Panozzo, quiere que informemos nómina de docentes adheridos a los paros.
La verdad, que todavía no salgo del asombro, pero debo ser serio y dar las razones de por qué no lo voy a informar.
El derecho a huelga está consagrado en la Constitución Nacional y distintos tratados internaciones, es tan derecho, como el que gozan quienes son autoridades de ser electos , como el salario digno, la seguridad social, el alimento, la vivienda, la educación, la salud y el trabajo.
Como ciudadano, debo decir que gozo de esos derechos, como gozamos todos, ¿qué es esto de pedir a uno, renunciar a derechos constitucionales?
¿Autoincriminarse, acusarse uno mismo de ejercer un derecho y ser juez a la vez?
Como trabajador de la educación en cargo de jerarquía, no voy a informar el ejercicio de un derecho, sí informaría un delito, un robo, una carencia que deba saldarse para que el sistema educativo cumpla su fin de asegurar educación pública para todos los habitantes de este país.
No me autoincriminaré, ni voy a incriminar a mis compañeros docentes de algo que es un derecho que como trabajadores tenemos y está consagrado en el artículo 14 Bis de la Constitución Nacional.
Como docente sindicalizado, digo que los trabajadores de la educación, más allá del rol y función que detentamos en el sistema educativo, nos debemos a lo resuelto por las bases docentes, las cuales resuelven democráticamente y si no estamos de acuerdo tal vez, entiendo, deberíamos renunciar a la afiliación a estos sindicatos.
Tengo más de 23 años de docente, y he visto a muchos que han sido funcionarios y actualmente lo son, a varios de ellos los veía antes en los congresos de Agmer arengando huelgas, pintándose la cara como luchadores y diciendo defender a los trabajadores de la educación y la escuela pública.
No acuerdo que uno cambie las conductas, dependiendo de en qué vereda me paro, esto de no ser coherente le hace mucho mal a la creencia de quienes son autoridades. Pero lo peor, lo hace injusto, solicitar que uno informe qué compañero se adhiere a un paro, resuelto democráticamente, para que ese docente con sueldos bajos que no llegan a la línea de la pobreza, reciba un descuento y poner a esa familia docente en la línea de la indigencia, es de poca nobleza y muy lamentable.
Como supervisor, sí voy a informar las novedades inherentes al funcionamiento del hecho educativo, y les informo que no todas las escuelas reciben partidas de limpieza, y las que la reciben, les son insuficientes, y no pueden afrontar una higiene de acuerdo a las normas de salubridad nacionales. Que hay escuelas que no tienen garantizadas las normas de arquitectura escolar, luminarias, espacios, calefacción, matafuegos, baños de acuerdo a la cantidad de alumnos y docentes, cloacas en condiciones, electrificación en condiciones, revoques y pintura, vidrios, puertas, etc., y que hay docentes que no tienen escuelas.
También les voy a decir que son miles los docentes que hacen dedo para concurrir a trabajar, les voy a dar la novedad de que cada vez hay más procesos de integración truncos por falta de cargos y horas cátedras que aseguren una intervención como corresponde, bajando categorías a las escuelas no incluyen o integran, sino que por el contrario agudizan la exclusión social.
Normas hay muchas, con buenos sustentos teóricos, leyes de educación, ensayos, resoluciones, disposiciones, circulares, pero la obligatoriedad no se está cumpliendo de acceder y culminar los estudios secundarios, porque muchos hoy en día no culminan el nivel primario, ya que, la deserción, el abandono escolar, la repitencia es fruto de improvisaciones, tras improvisaciones en las políticas educativas.
Concluyo que no hay abandono escolar, hay expulsión escolar, y si no se invierte para revertir esto, proseguiremos con maestros y profesores mal pagos, con escuelas en condiciones precarias y con alumnos que no cuentan en su mayoría con las condiciones objetivas para concurrir a las escuelas.
Como supervisor he observado no pocas veces, a mis compañeros docentes, no declamar la solidaridad, por el contrario ser solidarios con todas las letras, compartiendo con sus alumnos los elementos didácticos, con nuestros gurises entrerrianos. Niños, jóvenes y adultos. Comedores con partidas insuficientes, falta de cargos y horas cátedras, falta de mobiliario, falta de escuelas, son novedades que venimos informando desde hace décadas, tal vez estos datos, podrían ser tenidos en cuenta para implementar políticas educativas, con inversión que evitarían que haya necesidad de hacer paro docente, para que lograr salarios y condiciones dignas para enseñar y aprender.
Humildemente, doy las razones porque no me autoincriminaré o incriminaré a mis compañeros, porque en realidad deberíamos estar felicitándolos por su trabajo en vez de intentar penalizarlos por pedir lo que nos corresponde a todos los habitantes de este bendito suelo argentino.
(*) Supervisor escolar en la modalidad de jóvenes y adultos. Exsecretario general de la seccional Paraná de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer).