A cada paso, la ciudad ofrece postales de lo que es y no debería ser. No hay buen trato a la ciudad: el paranaense actúa por propio instinto, y rara vez importa el semejante. A veces, los actos impropios son del ciudadano de a pie; en ocasiones, también del Estado que no hace, que deja hacer. La maleza que crece en las esquinas, la basura que se dispersa cerca de las veredas, un camión que descarga a deshora, y estaciona mal. Y el control que no está, el aseo que no existe, y la nave que va.

 

 
De la Redacción de Entre Ríos ahora.