La ausencia de controles por parte del Estado deriva en una situación preocupante en la ciudad: cada quien actúa a su antojo. Ocurre con los carriles exclusivos para el transporte público –que duraron nada–, o la línea amarilla en la acera que impide estacionar –y se estaciona igual–, o la prohibición para dejar el vehículo en lugares no permitidos –se lo deja igual–: todo es relativo. En ocasiones, lo público se confunde con lo privado, y viceversa. El caso de la vinería ubicada en Avenida Blas Parera y Circunvalación. Después del ensanche de Blas Parera, el tránsito se pensó más fluido. Pero no es tan así: el caso de la vinería, por ejemplo. Utiliza la calle para carga y descarga y ocupa media calzada en esa tarea; la vereda, otro tanto: sirve para carga, descarga y descanso de la mercadería antes de embalarse en el depósito. Nadie controla. Y todo da igual.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.