El lunes 21 se sabrá si el cura Justo José Ilarraz es culpable, o por el contrario, se declara su inocencia en la causa por los abusos y la corrupción de menores en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo.
El juicio se extendió durante casi un mes: entre el lunes 16 de abril y el jueves 10 de mayo. Las siete víctimas que denunciaron a Ilarraz mostraron una postura monolítica, y sus testimonios fueron avalados por los peritos, citados como testigos.
Pero la fuerza de las denuncias de los sobrevivientes de los abusos, la confirmación de la afectación en su salud física y psíquica por parte de los peritos, la abundante prueba aportada por los testigos encuentra, además, una definición tajante: la declaración del cardenal Estanislao Esteban Karlic, que fue quien lo nombró prefecto de disciplina en el Seminario a Ilarraz en 1985 y quien lo autorizó a mudarse a Roma en 1993.
Karlic lo investigó al cura, cuando supo de los abusos en 1995, y al año siguiente, 1996, le impuso la condena del destierro. En la Justicia, en 2014, en la etapa de instrucción, y en el juicio, en 2018, Karlic contó que Ilarraz siempre supo que estaba siendo investigado, que aceptó los ilícitos cometidos, y que le pidió perdón. Y que ese arrepentimiento lo expresó de dos modos: ante él, en forma personal, en una especie de confesión, y en una carta pública, que firmó en Roma, en 1997.
Karlic supo de los abusos. Su sucesor, Mario Maulión, también. Y lo supo el actual arzobispo Juan Alberto Puiggari.
Veinte años duró el gobierno de la Iglesia de Paraná por parte de Adolfo Servanto Tortolo, entre 1963 y 1983. Lo sucedió Estanislao Estaban Karcli, que duró otros veinte años, hasta 2003. A la renuncia del arzobispo Estanislao Karlic, en 2003, lo sucedió Mario Maulión.
Mario Maulión asumió el gobierno de la diócesis el 9 de julio de 2003 y se mantuvo en el cargo hasta que alcanzó la edad límite para el servicio activo, los 75 años. El 4 de noviembre de 2010 el papa Benedicto XVI aceptó su dimisión, y designó en su reemplazo al entonces obispo de Mar del Plata, exrector del Seminario Arquidiocesano de Paraná, exobispo auxiliar de Paraná, Juan Alberto Puiggari, que tomó posesión de su nueva función el 7 de marzo de 2011.
Los fiscales Álvaro Piérola y Juan Francisco Ramírez Montrull apuntaron la acusación en el juicio sobre Ilarraz, no sobre Karlic, Maulión o Puiggari. No juzgaron el rol de la Iglesia Católica tampoco. Aunque no obviaron hacer referencia al explícito encubrimiento que permitió que Ilarraz gozara de impunidad durante tres décadas, hasta por fin sentarse en el banquillo de los acusados.
“Este es un juicio por la responsabilidad de Ilarraz en los hechos de abuso y corrupción. Hasta ahí. ¿Hubo encubrimiento? Sí, claro. Se probó en el debate el encubrimiento. Pero no era el objeto procesal. No se juzgaba el encubrimiento en este juicio”, dijo el fiscal Piérola.
La petición de los fiscales al tribunal conformado por los camaristas Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel es una condena de 25 años de prisión, más la prisión preventiva hasta que la sentencia quede firme. Con matices, a ese pedido se sumaron los siete querellantes, Marcos Rodríguez Allende, Walter Rolandelli, Lisandro Amavet, Santiago Halle, Victoria Halle, Milton Urrutia y María Alejandra Pérez.
Todas las partes están esperanzadas en la condena, y que en el fallo condenatorio haya un apartado especial dedicado a la cúpula de la Iglesia, y particularmente al encubrimiento que hubo sobre Ilarraz. Los fiscales dicen que, luego de que se conozca la sentencia, se podrá definir si avanza una investigación penal sobre los obispos.
¿Se abre una investigación posterior por encubrimiento?
-¿Si es posible? Sí, es posible, Entendemos que sí. Pero no es una cuestión que a nosotros nos interese ahora. Ahora nos interesa la responsabilidad de Ilarraz. Y por eso vinimos a este juicio -de ese modo respondió el fiscal Piérola.
Karlic dice que no denunció los delitos porque prefirieron resguardar a los seminaristas y sus familias; Puiggari dice que esa tarea le correspondía a las propias víctimas y sus familias; y Maulión trató de convencer de que nunca supo nada, pero varios testimonios lo desmienten. Además, un aspecto que reveló el juicio es que la Iglesia supo antes de 1995, cuando abrió la investigación diocesana, de lo que ocurría con Ilarraz y los menores que cursaban la secundaria como pupilos en el Seminario, y que terminaron siendo sus víctimas.
El lunes 21, a las 12,30, el tribunal dará a conocer su veredicto. Si Ilarraz será condenado, la cúpula de la Iglesia se enfrentará a un sombrío horizonte, y ya no valdrá la pena golpearse el pecho o publicar un comunicado para mantenerse al margen del naufragio.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.