No son buenos días para la congregación que supo timonear el padre Ignacio Peries, el más destacado de los curas sanadores.
La congregación que integra y que supo dirigir, la Asociación Clerical Cruzada del Espíritu Santo, abrió su casa central en Paraná en mayo de 2013, y a modo de cumplir con un requisito que le impuso el Vaticano para una congregación en crecimiento.
Pero tres años después, y sacudida por el escándalo de uno de los suyos, el cura Juan Diego Escobar Gaviria, la “casa” del padre Ignacio permanece casi todos los días con sus puertas cerradas.
Leovigildo Escorcia, el sacerdote a cargo, va pocos días por allí, y el lugar ha dejado de tener el ajetreo de los primeros días. Entonces, el cura Ignacio solía visitar la casa, recibir fieles y hasta bendecir a los curiosos que se acercaban para conocerlo de cerca.
Pero el sacudón del caso Escobar Gaviria parece haber afectado la buena marcha de la «casa» paranaense de la Cruzada.
El celular de Escorcia ya no contesta.
Y en la casa ni siquiera hay un cartel que diga qué días está disponible y cuáles no.
«El sábado estuvo. Pero en los últimos días no lo hemos visto», dijo un vecino la mañana del miércoles.
Escobar Gaviria llegó a Lucas González, como párroco de San Lucas Evangelista, en 2005 como parte de la oleanda de la Cruzada que vino a estas tierras. Sucede que todos los miembros de esa Asociación están incardinados en la diócesis de Paraná mientras la congregación no alcance reconocimiento del Vaticano.
Pero el 27 de octubre último fue suspendido como sacerdote por el arzobispo Juan Alberto Puiggari tras conocerse una denuncia por abuso presentada en la Justicia.
La casa está en calle Comandante Espora al 500.
La sede responde a una exigencia del Vaticano.
La orden religiosa Cruzada del Espíritu Santo no ha cumplido todas las formalidades que exige el Vaticano, y por eso requiere de un obispo diocesano que les dé acogida.
En 2006, esa acogida se la dio el arzobispo Mario Luis Bautista Maulión, que se convirtió así en el obispo benévolo de la Cruzada del Espíritu Santo, y ese hecho se tradujo en la incardinación en Paraná de todos los sacerdotes que dependen de Ignacio.
Desde entonces, religiosos de Gran Bretaña, Venezuela y Estados Unidos están incardinados en Paraná. Por eso, cuando el Vaticano pidió una nueva formalidad al padre Ignacio, contar con una casa de la congregación, el lugar adonde se ubicara no podría ser otro que la capital de Entre Ríos: es la casa que quedó formalmente inaugurada el lunes.
En la fase actual, la Cruzada del Espíritu Santo no es una orden religiosa con todas las formalidades como los benedictinos, los agustinos o los jesuitas, la orden del Papa. Es, para los cánones vaticanos, una asociación de fieles de derecho diocesano; si avanza en el cumplimiento de las obligaciones que impone Roma, podrá convertirse en un año en congregación de derecho canónico.
Pero el caso Escobar Gaviria la obligado a replegarse, y por lo menos aquí en Paraná la «casa» de la Cruzada permanece bastantes días en silencio.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.