«No cuestiono la cuarentena, pero no entiendo por qué no se nos permite brindar misa”, dijo el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, en referencia al planteo hecho por los tres obispos de Entre Ríos al gobernador Gustavo Bordet -oficiar con fieles en los templos-, que de momento no ha tenido respuesta.
El tema derivó en un conflicto en Bovril,en el departamento La Paz, jurisdicción del Arzobispado de Paraná, que comanda Puiggari: el cura del plueblo, Marcelo Bravo, ofició el último sábado un casamiento lo que generó la repulsa pública del intendente Fabián Valenzuela, y una actuación policial por violación al aislamiento.
Sobre la petición a la Provincia, Puiggari sostuvo que «nosotros pedimos la misa. Propusimos un protocolo. No pretendo misa para 100 personas, sino para 10 o 20, como pueden ir a bares y restaurantes. Eso es lo que nos cuesta entender. El protocolo está previsto: no hay beso de la paz, la eucaristía se entrega en la mano, se respetan las distancias… Está previsto que se usen barbijos, que haya alcohol en gel en el acceso al templo».
Respecto del escenario que plantea la pandemia de coronavirus, sostuvo: «Hoy estamos en cuarentena, con miedos que nos paralizan, pensás dos veces cuando tenés que comprar algo, ves que lo negocios hacen lo posible para subsistir, endeudándose, postergando pagos, todos esperando la vacuna, porque la normalidad llegará cuando se conozca la vacuna… cuando me hablan de la nueva normalidad no la creo. No creo en una normalidad en que vigilen, que esté observado».
Durante una extensa entrevista con el sitio Dos Florines, el jefe de la Iglesia paranaense se quejó de los controles. «Se habla de la nueva normalidad, y yo lo acepto como una fase más de todo esto. He tratado de cumplir con todo. Pero yo lo veo como un paréntesis, no puede ser para siempre. Yo pretendo volver a la vieja normalidad, y espero no tener que estar pidiendo permiso para ver a un vecino o que nos estén controlando dónde voy con aparatitos que aún no se han usado en la Argentina».
-¿Está diciendo que el Estado se ha excedido en los controles?
-En este momento no hago juicio por la situación, pero si esto fuera definitivo no acepto la nueva normalidad. Es una fase más. Hay una crisis y el Gobierno la va manejando de acuerdo a sus criterios.
Puiggari habló de la intimidad en la residencia episcopal del Parque Urquiza, donde convive con su asistente, el cura Mario Gervasoni -condenado en la Justicia por el delito de falso testimonio- y ha dicho: «Yo también tengo los horarios atravesados. Me cuesta dormirme porque me quedo leyendo hasta tarde y de mañana trabajo mucho con el Zoom y el Whatsapp con los sacerdotes y colaboradores. Además, no se olvide que tengo que encargarme de esta gran casa, limpiar, lavar, cocinar. La señora que nos ayudaba es población de riesgo y no ha venido este tiempo, así que no se da una idea el trabajo que implica encerar los pisos”.
Después, observó de modo crítico el cumplimiento de la cuarentena. Dijo: «Quiero hacer juicios relativos porque he cumplido rigurosamente la cuarentena y no tengo contacto real con las personas. Pero si puedo decir que la gente ha hecho un esfuerzo muy grande, sobre todo en los primeros meses. Ahora me parece que esta situación de distanciamiento no es clara, y entonces veo que ha aflojado mucho el cuidado y se ven personas tomando mate de la misma bombilla, o paseando sin distancias. Tengo miedo que, como ha pasado en otros lugares, se pueda disparar el virus incrementando los contagios. Me parece que habría que ser más claro en lo que se puede y lo que no se puede. No sabemos si hay que andar con barbijo o no, cuántos pueden ir en un auto… Creo que se han relajado un poco las normas. Evidentemente como pueblo tenemos que tener madurez porque esto viene para muchos meses y si nosotros no nos cuidamos será casi imposible poder abrirlo. Yo también lo entiendo al pobre comerciante que tiene que vender para poder comer y pagar sus gastos».
También habló de la situación social en pandemia y del trabajo que realizan los curas en la asistencia de los necesitados. «Los curas van y van y asisten en los comedores. Se han triplicado y cuatriplicado las porciones que se piden y hay que buscar donaciones y conseguir lo que se necesita a diario. Hay problemas en La Paz, Santa Elena y muchos lugares. Estamos muchas horas hablando por teléfono para contenerlos», cuenta.
«Cuando la pandemia pase no será alegre -sentenció-, va a dejar mucho dolor. Hay que estar muy preparados para la postpandemia, porque será muy difícil en lo económico pero también en lo humano. No nos puede encontrar indiferentes».
De la Redacción de Entre Ríos Ahora
sentencia. “Yo no me quejo en lo personal, y no tengo derecho porque estoy en un lugar grande, con vista privilegiada, pero me preocupa todo esto. Preocuparme no significa que cuestione, porque en realidad creo que no hay otra alternativa”.