El arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, presidió este martes el tradicional Tedeum en la capilla del Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, ubicado en la zona del Brete, aunque lo hizo sólo rodeado de sacerdotes y seminaristas, y sin la presencia de autoridades ante la situación de confinamiento que se aplica desde el sábado 22, una estrategia del Gobierno Nacional que apunta a bajar los contagios y el índice de fallecidos por Covid-19 en esta segunda ola de la pandemia.

Puiggari no pudo obviar el contexto de emergencia sanitaria y habló de la situación social del país en medio de la pandemia, y para eso citó primero el último documento de la Conferencia Episcopal Argentina, pero antes citó al Papa Francisco. Al respecto, al parafrasear al Pontífice, señaló que “las circunstancias actuales desenmascaran nuestra vulnerabilidad y dejan a la luz las falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestros proyectos. Esta pandemia pone al descubierto todos los intentos de cajonear y olvidar lo que nutrió el alma de nuestro pueblo; todas las tentativas de anestesiar con aparentes propuestas salvadoras, incapaces de apelar a nuestras raíces”.

 

“Esta crisis es una gran oportunidad para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”, dijo el arzobispo de Paraná en su homilía. Entonces, citó el pronunciamiento del Episcopado: “Queremos pedirles a los dirigentes de todos los sectores, auténtica capacidad de liderazgo para ejercer con nobleza la vocación política, comunicando claramente la situación en cada momento, suscitando y alentando el compromiso y el empeño de todos, dejando de lado descalificaciones y posturas que promuevan el resentimiento y la división” .

“La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo”, sostuvo.

Luego, dijo Puiggari: “A la dramática extensión de la pandemia con su secuela de enfermedad y muerte, se han acentuado otros problemas: la pobreza, el hambre, la falta de educación, de trabajo y de salud. Nos  preocupa también otros problemas no medidos por las estadísticas económicas pero no por eso menos graves: la pérdida de valores, especialmente el de la vida, la ley del aborto, la violencia e inseguridad siempre amenazante,   la tentación de las adiciones para nuestros jóvenes que no encuentran horizontes, las heridas que se siguen abriendo en vez de cerrarse… la falta de virtudes ciudadanas, de respeto al prójimo;  podríamos seguir con una larga lista de lamentos que desgarran nuestra alma de argentinos”.

 

El jefe de la Iglesia paranaense sostuvo que “no es el momento de bajar los brazos, de quedarnos en la actitud pasiva del llanto, sino que hay que reaccionar como Jesús, amando”. Y añadió:  “Así debe ser la actitud del cristiano, superar la parálisis frente al mal, vencer la tentación de la queja inútil, de la protesta por la protesta. Como respuesta al momento tenemos que cultivar en nosotros el patriotismo, virtud olvidada y callada, que procura cultivar el respeto y amor que debemos a la patria, mediante nuestro trabajo honesto y la contribución personal al bienestar común, que nos lleve a todos sin excepción a preguntarnos qué puedo, y qué debo hacer para cooperar al bien de nuestra querida Argentina. La indiferencia o él no te metas, es imperdonable ante tanto sufrimiento”.

 

Volvió a citar a Francisco y aseguró: “No esperemos a ver qué hacen los otros, no miremos con indiferencia lo que no me toca, despertemos de la inmadurez de pretender un estado paternalista. La Argentina es una obra de todos, que se hace con el deber de cada día, hecho con esfuerzo, con honestidad pensando más en los otros que en el propio interés. Actitud que supone heroísmo para no cansarse, para no claudicar, para comenzar cada mañana, en nuestro lugar, para creer y esperar que con la gracia de Dios otra Argentina es posible legar a nuestros hijos”.

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora