No lo dijo en la fesitividad de san Miguel, declarado patrono de Entre Ríos por la Iglesia.

El 29 de septiembre, en el oficio religioso que hubo en la parroquia San Miguel, el arzobispo Juan Alberto Puiggari prefirió concentrar su artillería verbal contra el aborto, y no dijo ni una palabra de los abusos que salpican al clero, luego de que uno de su rebaño, el cura Juan Diego Esobar Gaviria fuera condenado a 25 años de prisión veinte días antes.

Entre los que peregrinaron con el santo patrono estaba el cura Leovigildo Escorcia, miembro de la Asociación Clerical Cruzada del Espíritu Santo, a la que todavía pertenece Escobar Gaviria, preso desde el 21 de abril en la cárcel de Victoria. Escorcia fue el único miembro del clero de Paraná que viajó a Gualeguay, donde se lo enjuició a Escobar Gaviria, y se mostró públicamente del lado de los seguidores del cura ahora condenado.

Este sábado, en la celebración de la patrona de Paraná, Nuestra Señora del Rosario, y ante una masiva presencia de fieles frente al atrio de la Catedral, Puiggari habló, aunque con medios tonos, de los abusos del clero.

«Somos concientes de las grandezas de nuestra Iglesia arquidiocesana, de la generosidad y entrega de muchos sacerdotes consagrados y laicos. Pero también, que dentro de nuestra Iglesia han sucedido hechos gravísimos que nos avergüenzan -aseguró-. Precisamente por eso, por las dramáticas experiencias vividas, es que nos sentimos urgidos en el compromiso que nos pide la Virgen de Fátima: conversión, penitencia, purifcación, y ante todo lo que está pasando en el mundo y en la Iglesia, ¿qué podemos hacer, qué debemos hacer? Ciertamente que cada vez más el cristiano tiene que sentirse comprometido ,según su vocación, según el lugar que ocupen en la construcción de un mundo mejor, como nos pide el Concilio».

Puiggari no hace examen de conciencia del clero paranaense –tres de su rebaño están con causas penales por abusos a menores: Escobar Gaviria, ya condenado; Justo José a Ilarraz, que irá a juicio el 13 de noviembre; y Marcelino Moya, que está peleando el olvido de su causa a través de un recurso de prescripción– ni pide perdón a las víctimas de los abusos, ni dispone la separación de los sacerdotes condenado o sospechados.

Puiggari se siente avergonzado, pero no actúa en consecuencia.

Alertó en su homilía el obispo por «algunas patologías» que «van en aumento: el miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga; la falta de respeto y la violencia crecen, la inequidad es cada vez más patente».

«Comprobamos con dolor que se naturaliza el aborto y la eutanasia, reflejando así un creciente desprecio de la vida, la cual posee un valor inalienable desde el momento de la concepción hasta su término natural», aseguró.

El remedio para los males del mundo moderno que enumera Puiggari están, según su pensamiento, en la «conversión», el rezo delo rosario y en sentirse los cristianos «corresponsables de la evangelización. Reparen, hagan penitencia, ofrezcan los dolores y sufrimientos de cada día por la conversión del mundo», pidió.

 

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.