La Fiscalía pidió hoy la pena de un año y medio de prisión condicional para el cura Mario Gervasoni, secretario privado del arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, llevado a juicio bajo la acusación de haber incurrido en el delito de falso testimonio cuando declaró en la instrucción de la causa al sacerdote Justo José Ilarraz, condenado en 2018 a 25 años de cárcel por abuso y corrupción de menores.
En su alegato de clausura, el fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull sostuvo la misma pena que había solicitado en el pedido de remisión a juicio de la causa y en el alegato de apertura, el miércoles 18. “La Fiscalía va a sostener el pedido acusatorio por el delito de falso testimonio, fundado en un cúmulo de pruebas que permiten tener por acreditado el hecho, como fuera atribuido y por ende la responsabilidad penal de Gervasoni, descartando que haya actuado por una razón que lo justifique”, dijo el fiscal.
La investigación en torno a Gervasoni ocurrió luego de que se presentara como testigo a brindar su testimonio en el marco de la causa “Ilarraz Justo José s/Promoción a la corrupción agravada”, el 8 de abril de 2015.
El cura acudió a Tribunales para aportar su testimonio, pero la evaluación del Ministerio Público Fiscal de esa declaración fue que hubo más silencios que palabras. Y que no contó todo lo que sabía, y por eso se impulsó la investigación por falso testimonio.
En realidad, el secretario privado del arzobispo de Paraná ya había tenido un primer contacto con la causa Ilarraz en 1995, cuando el entonces arzobispo Estanislao Esteban Karlic ordenó una investigación diocesana, al tomar nota de las primeras acusaciones por los abusos.
Gervasoni formó parte del grupo de seminaristas a quienes el actual arzobispo Juan Alberto Puiggari, entonces rector del Seminario Nuestra Señora del Cenáculo –donde Ilarraz ejerció como prefecto de disciplina entre 1985 y 1993- convocó para que den testimonio respecto a si habían observado conductas desordenadas de parte de Ilarraz. Gervasoni dijo haber escrito de puño y letra su declaración, y que luego se la entregó a Puiggari.
En Tribunales, en 2015, Gervasoni dijo: que supo que se hicieron actuaciones diocesanas. “Si mal no recuerdo las fechas, se comenzaron en el año 1995, creo. Es lo que sé. Lo sé porque en el año 1995 se me pide a mí un testimonio de si había visto alguna conducta inusual o algo raro que haya visto en ese tiempo, a lo cual yo respondo que no, que no percibí nada inusual o fuera de lo común.Me pidió que declarara en esa época el padre Puiggari y la declaración la hice en el Seminario, porque yo en esa época todavía estaba allí”.
“La declaración la hice por escrito y se lo di al padre Puiggari. Se nos pidió que seamos reservados. Por mi manera de ser, nunca lo comenté porque no me parecía que correspondiera comentarlo”, contó.
En la etapa del juicio oral a Ilarraz, Gervasoni estuvo en la lista de testigos, pero luego fue desechado su testimonio en función de la causa por falso testimonio que ahora se encamina hacia el juicio oral.
Habló Gervasoni
Este martes, en la clausura del juicio por falso testimonio, Gervasoni ejerció su derecho y manifestó su inocencia del delito que pesa en su contra. Respecto de la declaración que hizo en la Justicia en 2015, ante la jueza de Transición Susana María Paola Firpo, recordó: “Sobre eso quiero aclarar que se me preguntó si conocía los hechos, e interpreté que me preguntaban si había sido testigo o había visto algo. Aclaré que no. También quiero aclarar con respecto a esto, la reunión que se nombró o no existió o yo no estuve (el excura José Carlos Wendler habló de una reunión de la que participó Gervasoni en 1995, cuando se contó un caso de abuso de Ilarraz), como dijeron (Ramón) Zapata o (Jorge Charreun). Está confundido (Wendler). Cuando hablé con la jueza Firpo y se me preguntó sobre la pesquisa, yo aclaré que no, que no se me dio causa ni motivo, ni víctima ni victimario, que me enteré (de los abusos de Ilarraz) por los medios. La pregunta que me hacen es si había hablado con Puiggari. Y sí, yo hablo con él,pero él es muy reservado. Las charlas que tuvimos fueron por lo que había salido en los medios”, contó.
Respecto de un incidente citado por el testigo Hernán Rausch, que contó que Gervasoni fue a increparlo a su trabajo –es preceptor en el Colegio del Huerto-, oportunidad en la que le habría dicho que no le importaba la suerte de Ilarraz, pero que no se metiera con el Seminario, el secretario de Puiggari minimizó el hecho. “No fue una charla para reprochar, sino que yo estaba de acuerdo con la denuncia. Lo que no me parecía era que haya metido a todos los sacerdotes en la bolsa. Y quiero aclarar que todo lo que supe, lo supe por los medios. Mi rol es de secretario. Nunca fui notario ni escribiente ni presencié audiencias”, cerró Gervasoni.
La acusación
Lo primero que señaló el fiscal Ramírez Montrull fue en relación a la presentación que hizo el defensor de Gervasoni, Guillermo Vartorelli, de un documento, firmado por el vicecanciller de la diócesis, Héctor José Rodríguez, en el que consta que el secretario de Puiggari asumió su función en 2011 con juramento de guardar secreto en todo lo relacionado a su oficio. Por eso Vartorelli pidió la nulidad de aquella declaración de 2015 incorporada a la causa porque, aseveró, antes de recibir el testimonio, la jueza Firpo debió haberlo relevado de ese secreto.
“La Fiscalía entiende que es contradictorio el secreto, porque sería admitir los hechos”, analizó. “Gervasoni ocultó datos que no podía ignorar de Ilarraz. Lo supo desde un inicio, o poco tiempo después de acontecidos los hechos, en 1994, cuando Puiggari le pide que declare en el juicio diocesano, respecto de situaciones poco habituales en distintas declaraciones. Puiggari dijo primero que no le había dado precisiones sobre lo que investigaba. Pero ahora en su declaración en esta causa habla de conductas poco habituales”, subrayó Ramírez Montrull,
Puiggari declaró en la causa Gervasoni por escrito y fue un testigo presentado por la defensa. “En su declaración por escrito, dijo que no se interrogó a Gervasoni durante la investigación diocesana, sino previamente. Y se lo interrogó sobre conductas indebidas por parte de algún sacerdote en relación a seminaristas. Fue a principios de 1995”, destacó.
Ese dato, juzgó el fiscal, resulta novedoso. Nunca antes Puiggari había hecho alusión a que en aquella instrucción previa a la investigación que Karlic ordenó en 1995, en su función del rector del Seminario había indagado sobre las conductas de Ilarraz. “En su declaración en el juicio a Ilarraz, Puiggari dijo que no tuvo ninguna intervención en la investigación diocesana. Sin embargo, recibió la denuncia de D.C, que está sumado al sumario diocesano. Puiggari se lo recibió (al testimonio de D.C.). Ahora dijo que no llevó a cabo la investigación diocesana y por lo tanto que desconoce qué declaraciones se tomaron. Pero en el debate Ilarraz dijo que había empezado a recabar toda la información posible. Resulta totalmente contradictorio Puiggari”, hizo notar el fiscal.
Ramírez Montrull afirmó que en aquella investigación diocesana –la previa de Puiggari, y la instrucción que llevó adelante Karlic- todos los testigos sabían que se les preguntaba sobre conductas de Ilarraz con seminaristas. “En la información sumaria, estaba claro cuál era el objeto de la investigación. Gervasoni, en la testimonial, manifiesta que él declaró en ese sumario”, planteó.
Luego, el fiscal hizo notar la sugestiva “desaparición” del legajo Ilarraz de la declaración que hizo el seminarista Sebastián Martínez, y apoyado en esa situación sostuvo que en esa tramitación interna de la Iglesia “declararon los testigos que convenían a la investigación. A Gervasoni le pidió que declare el rector del Seminario, Puiggari”.
Le llamó la atención al fiscal lo “desmemoriados” que resultaron ante el tribunal los curas Ramón Zapata y Jorge Charreun. Y recordó que el sacerdote Silvio Fariña, abogado, que instruyó la investigación Ilarraz en 1995, contó en la Justicia que tuvo conocimiento de los abusos en el Seminario por boca de Zapata, aunque, anotó, “llamativamente Zapata no recuerda todo lo que pueda involucrar a Gervasoni o a Puiggari. Recuerda que fue a visitar a Wendler a la Parroquia de Luján. Pero no recuerda esa recriminación que le hizo a Wendler por involucrarse en el caso ilarraz, cuando le habló de una cacería de brujas de unos curas contra otros. Zapata dijo no recordar esa conversación”.
“Zapata, Charreun, Gervasoni están bajo el ala de Puiggari y no han hecho el esfuerzo en su memoria para esclarecer estos hechos. Hay que tomar con reserva las declaraciones de Charreun y de Zapata”, pidió.
Comparó después la declaración de Daniel Ponce, quien ejerciera la función de secretario privado del ex arzobispo Mario Maulión, quien contó de su trabajo, relató que ejercía de notario, que participaba de las reuniones del obispo y que no se amparó en ningún secreto para declarar en el juicio a Ilarraz, y lo relacionó con la postura de Gervasoni. “Y Ponce estuvo un año solamente junto a Maulión, En cambio, Gervasoni está junto a Puiggari desde 1996 en adelante. Gervasoni tenía cabal conocimiento del tema. Y teniendo conocimiento fue y cuestionó a Rausch”, señaló, en relación al incidente que tuvieron ambos en el Colegio del Huerto.
En su declaración por escrito, Puiggari dijo que se trató de “diferencias personales entre compañeros de trabajo”. Al respecto, el fiscal se preguntó: “¿Cómo supo de esto Puiggari? ¿Habrá hablado con Gervasoni? ¿De esto sí habla Puiggari con Gervasoni, y del caso Ilarraz no?”.
Respecto del secreto en el que se ampara Gervasoni ahora, el fiscal dijo que le preguntó a Puiggari si tenía algún reparo para declarar y que el arzobispo le contestó que no, porque ninguna de las preguntas que le hicieron por escrito afectaba el “sigilo sacramental”, contenido en el Código de Derecho Canónico, y que se refiere al secreto de confesión.
“¿Qué sigilo sacramental tiene Gervasoni? ¿Qué confesión recibió”, planteó Ramírez Montrull.
En función de eso, cerró el fiscal, “pido que se lo condene por falso testimonio” a Gervasoni, con una pena de 1 año y 6 meses de prisión condicional, y la obligación de realizar tareas comunitarias no remuneradas durante un plazo de 3 años.
La defensa
El abogado Guillermo Vartorelli, que ejerció la defensa de Gervasoni, ratificó “lo dicho en el alegato de apertura. No se ha demostrado el falso testimonio que se ha invocado en la imputación”.
E insistió con un planteo que formuló en septiembre de 2018, en la audiencia de remisión a juicio y en el comienzo de los debates, el miércoles: que se declare la nulidad de la declaración que hizo Gervasoni en el marco de la causa Ilarraz por cuanto no se le garantizó el derecho a levantarle antes el secreto del oficio.
“Concretamente, se violó la obligación que tiene el juez, ante el testimonio prestado por un representante del culto religioso, de hacerle saber que tiene la posibilidad de abstenerse de declarar si considera que con su declaración viola un secreto de su oficio o de su estado”, planteó Vartorelli. En 2015, recordó, regía el artículo 244, y con la reforma, esa garantía está contenida en el artículo 289 del Código Procesal Penal.
“El juzgado debió haberle hecho saber a Gervasoni que tenía esa posibilidad”, insistió. “Eso amerita una grave sanción de nulidad al que viole esta advertencia. Es una cuestión de orden público. Los ministros de culto deben abstenerse”.
“La informalidad propia del sistema no implica dejar de lado normas de orden público, obligatorias para los operadores judiciales”, aseveró el defensor.Y en respuesta al fiscal, aseguró: “Desconozco los motivos de los otros sacerdotes de por qué no lo invocaron, o desconozco si se les hizo saber del derecho que tenían antes de declarar. Tal vez sintieron que podían declarar libremente, o no se dieron cuenta. No tuvieron asesoramiento. Pero en el caso de Gervasoni, se hizo el planteo desde el inicio. No tuve intervención en el juicio a Ilarraz. Pero desde que tomamos esta causa, que otros no lo hayan hecho, no invalida mi planteo”.
Sin dejar de lado ese planteo de nulidad, Vartorelli igual ejerció la defensa sobre los cargos que pesan sobre Gervasoni. “Le preguntaron sobre el conocimiento que tenía de los abusos de Ilarraz. Es una pregunta muy amplia que según la respuesta que dé, es el grado de mentiroso que se puede considerar. Si a mí me preguntan qué sé de la muerte de Gardel, si digo que no sé nada, me acusan de falso testimonio porque debía haberlo leído o escuchado. Si digo que sé, también me acusan de falso testimonio, porque me reprocharán que no estuve en el momento de su muerte”, ilustró el defensor.
Se refirió después a la extensa declaración del sacerdote Leonardo Tovar –que tildó de caradura y mentiroso a Gervasoni- y sostuvo que fue al tribunal a testimoniar “con gran animosidad hacia mi defendido y hacia otros actores de la Iglesia. El de Tovar es un testimonio que hay que analizar con pinzas, porque ha demostrado un encono particular con lo que denomina el grupo de Gervasoni”.
Vartorelli también cuestionó las declaraciones a la prensa que formuló Tovar en las que dio a entender que Gervasoni también pudo haber sido abusado en el Seminario, al hablar de que utilizaba los baños de los superiores para ducharse. “Afortunadamente, no es una situación que haya ocurrido. Pero lo dio a entender. Pregunto, ¿esa es la manera que tiene de proteger a las víctimas?”, planteó el defensor.
“Entiendo que fue vergonzosa la intervención de quien dice haberse ido voluntariamente. No fue echado como se ha señalado”, dijo Vartorelli en referencia a Tovar.
Después, se ocupó del testimonio del excura José Carlos Wendler y puso en duda el dato que aportó respecto de aquella reunión en el Seminario en la que Gervasoni se habría enterado por primera vez de los abusos de Ilarraz. “Zapata y Charreun echan por tierra el testimonio de Wendler. Charreun dice que nunca existió esa reunión en el Seminario, que se enteró por los medios.El propio Wendler incurre en contradicción enorme en su propia declaración”, apuntó.
Al final, planteó que “no se ha probado el falso testimonio”, y por eso pidió al juez de juicio José María Chemes que “disponga sin más la absolución de Gervasoni por el hecho que fuera traído a este debate”.
La decisión de Chemes se conocerá el 1° de octubre, a las 12,30.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.