Las ciudades y los pueblos con frecuencia tienen, en este lado del mapa, determinadas señales de proyectos truncos. Cosas que se pensaron como grandes ideas y zozobraron ni bien lograron zarpar, porque en realidad no se desarrolló una planificación conveniente. No se pensó mucho en el asunto, hay como raptos, impulsos, acciones inconclusas y frustradas de las que quedan, a veces, algunas huellas avergonzadas. Hay, además, intentos de negocios que naufragan. Otros, en cambio, funcionan y es peor.
Hay muchos ejemplos. En Villa Urquiza, a 40 minutos de Paraná, hay una suerte de estadio abierto cerca del río, que cedió en su construcción defectuosa y parece un coliseo en ruinas. En la capital de la provincia, pasando el centro Mariápolis, los pastos y el abandono ya se tragaron el paseo que alguna vez se nombró Parque Costero y se extendía en el borde de una de las barrancas más encrespadas. Ya casi ni se menciona, pero en la Toma Vieja funcionó un boliche, se planeó un parque termal y la gestión anterior batió un récord: construyó una bajada al río que a los tres meses de inaugurada estaba destruida.
En la reunión que sostuvieron este lunes el Foro Ambiental de Gualeguay y la Fundación M´Biguá, Ciudadanía y Justicia Ambiental en la histórica Biblioteca Popular Carlos Mastronardi, entre tantas otras cosas, se habló de eso: los resultados de la imprevisión. Y las facilidades que ofrece el Estado, a veces, para los negocios de privados que no concilian con los intereses de la comunidad, ni armonizan con las características del paisaje y sus recursos naturales. Más bien se comportan como la maleza cuando no hay control: avanzan sobre el resto. Lo fagocitan.
El Honorable Concejo Deliberante de Gualeguay desdijo en una reunión extraordinaria y llamativa –entre gallos y medianoche-, lo que ya se había resulto en otra dirección. Esto sucedió el 30 de agosto cuando el HCD aprobó el proyecto del oficialismo local (Cambiemos) para crear un área industrial a orillas del río, en plena zona de humedales, a nada más que 7 kilómetros de la cabecera departamental.
La iniciativa fue promulgada a medida de los proyectos planteados y presentados en la Comuna -con algunos manuales pero sin grandes detalles- por Frontera S.A (del grupo La Forestal), relacionada Victorio Américo Gualtieri, nada menos que el empresario preferido durante la era Eduardo Duhalde y condenado por fraude al fisco en 2014.
El futuro Parque Industrial de Gualeguay tenía un emplazamiento definido, aprobado por ordenanza municipal en abril de 2013: se ubicaba en un predio de poco más de 200 hectáreas, al sur de la planta urbana, camino a Puerto Ruiz. Sin embargo el plan cambió de sentido con el proyecto de Gualtieri.
¿Cuál es el proyecto Gualtieri? En principio una planta de generación de energía renovable mediante la utilización de biomasa forestal, pero también incluye una planta de fabricación de materiales sofisticados para la construcción y un proyecto de extracción de arena del río Gualeguay, con fines que no se expresan de modo abierto, pero estarían orientados a hacer negocios con una técnica recientemente prohibida en Entre Ríos. En pocas palabras: la arena del Gualeguay, al perecer, es óptima para fraking y Gualtieri lo sabe.
Todo ese armado industrial no tiene hoy más de 2.8 hectáreas a disposición, a través de la compra por parte de Frontera S.A del predio que pertenecía a la estancia Dos Cabezas, a orillas del río Gualeguay, en Puerto Ruiz.
El acceso al río, claro, está garantizado, como los millones de litros de agua a altísimas temperaturas que necesitará la planta de biomasa y que podrían ser volcados al río aniquilando diariamente la vida mansa del agua.
Gualeguay
En la Municipalidad de Gualeguay hay un servicio curioso. Es conocido como el libro de los olores. Los vecinos van a la Comuna, cuando se acuerdan o se indignan y lo piden para anotar ahí, cada una de las veces que sintieron el aire contaminado por el olor a podrido. Los datos deberían cooperar para la actuación de los agentes municipales, pero en general se trata de una instancia que no supera su aspecto testimonial. Un libro de catarsis. Mientras tanto el frigorífico avícola Soychú “hace lo que quiere”, dicen desde el Foro Ambiental y no solo entrega un olor pestilente y cotidiano, mas de una vez se advierte una fina capa de polvo sobre las veredas y los coches que provienen de la planta. También coopera, desde el sureste de la ciudad, Soluciones Ambientales, la firma que se dedica a reciclar residuos peligrosos y fue clausurada en distintas oportunidades –la última en abril de 2016-, aunque de todos modos ha logrado seguir firme en el rubro.
“A eso hay que agregarle, el humo de las quemas en el basural”, dice Mariana Jurco, presidenta del Foro y repite un par de veces: “No queremos una contaminación más”.
La casa de Juanele en Puerto Ruiz
Gualeguay ha intentado buscar un perfil turístico y también ha manejado la idea de recostarse sobre su curiosa historia cultural. Los más grandes artistas de la provincia, con fuerte gravitancia nacional e incluso internacional, provienen de su tierra. Desde Carlos Mastronardi y Amaro Villanueva a Bernaldo Cesáreo de Quiroz, Juan José Manauta, Ema Barrandeguy y el gran poeta: Juanele Ortiz nació y se crió, justamente, en una casa de esas que sobreviven en su modestia costera, entre las nueve manzanas que se nombran Puerto Ruiz, donde la gente pesca, anda a caballo y contempla el paisaje. Ahí, justamente, la firma de Victoria Américo Gualtieri quiere implantar
El camino tuvo alguna vez los beneficios del ripio, pero el paso de los vehículos y el agua que a veces lo alcanza en las crecidas, fue horadando ese recuerdo. Ahora es apenas transitable. En principio se había anunciado, entre los múltiples beneficios del arribo industrial, la pavimentación del trayecto de siete kilómetros que separan Gualeguay y Puerto Ruiz, pero en la Audiencia Pública celebrada el 17 de abril último, los responsables de la iniciativa por parte de la empresa, pasaron en limpio que no habrá tal beneficio. No habrá nuevo acceso, los camiones no lo necesitan.
A un lado del camino se ve el terraplén donde se iba a instalar el área industrial, en las proximidades de una planta que funciona en el lugar. Cerca de allí, pero del otro lado, está el frigorífico de caballos. Pero todavía faltan más de 5 kilómetros para Puerto Ruiz. Un monte de espinillos y algarrobos domina el paisaje. Hay algunas cabañas que esperan turistas y un aleteo silvestre levanta vuelo entre los ceibos.
Ya por ingresar al pueblo se ve una pobre defensa establecida para hacer frente a las inundaciones. El tiempo parece detenido algunas décadas atrás. Las casitas son bajas, no hay asfalto, sí grandes charcos de agua a un lado y al otro. No se escucha ruido de autos, tampoco se ven vehículos. Andan a pie los pescadores cargando al hombro el resultado del día. En casi todas las casas se vende pescado, también hay una señora que ofrece una miel muy buena proveniente de los panales en la zona de islas. Hay, también, bolichitos viejos, en penumbras, con algunas provisiones y sin clientes a media mañana.
Hay un destacamento policial y una oficina de Prefectura. Una cuadra más y se ven los dos galpones del puerto, las vías, los restos de un muelle de madera que se vino abajo, una oficina comunal que no abrió a las 9 de la mañana. El paisaje del río. La sombra que se recuesta sobre los galpones y el suelo humedecido. Un hombre arrastra unos siete caballos por el río, apenas se les ve la cabeza a los animales sobre el pelo del agua. Después emergen, en partes, hasta sacar las patas y se ponen a tascar en la isla.
“Acá la gente no quiere saber nada con esto de las fábricas”, dice el hombre que custodia la guardería de lanchas en el puerto. No caben todas adentro en el galpón y algunas duermen afuera. “Primero decían que iban a dar como ciento y pico de trabajos y ahora resulta que no son más de 40”, se queja.
La Comuna llevó adelante una audiencia pública el 17 de abril con el propósito de legitimar la instalación de Frontera S.A en Puerto Ruiz, pero el resultado fue adverso para la gestión del intendente Federico Bogdan. “La asamblea resultó en un rotundo no social”, señalaron desde el Foro Ambiental. “La sociedad gualeya está despertando y conscientemente se expresó”, dijeron.
El avance del proyecto, de todos modos está en manos de la Comuna y de la Secretaría de Ambiente de la Provincia –que no participó de la audiencia-, mientras que la empresa espera conseguir lo que no obtuvo en octubre pasado: acceder a la licitación del Ministerio de Energía y Minería de la Nación, en el marco de las leyes de fomento al uso de energías renovables y el Programa RenoVar del Gobierno Nacional.
La voluntad política, se ve claro, acompaña la ambición de Gualtieri para implantar en Puerto Ruiz un predio industrial de envergadura, con fuerte riesgos para la plataforma natural de la zona y en contraste con todos los proyectos que pude sugerir el paisaje, la cultura y la historia del lugar.
“Imaginate eso acá”, dice Carlos Weber, propietario del predio vecino al de Frontera S.A y como si descorriera una cortina, recorre con un brazo la zona que va desde el río hasta los silos parados sobre la orilla. “Es un monstruo, un monstruo ahí”, señala y casi que se puede ver el modo en que la gente de Puerto Ruiz avizora el plan que se asoma para aplastar el silencio, la contemplación y la calma del puerto olvidado.
Julián Stoppello
De la Redacción de Entre Ríos Ahora