Diego Rausch es el cura párroco de Santa Teresita, el templo a donde la Iglesia dice que hay una imagen de la Virgen de los Dolores que llora sangre.
“Es verdad”, dice el cura en una entrevista con Canal 11 cuando le preguntan por la sangre que supuestamente brotan de una estatua de yeso.
En su afán por catequizar a cada momento, el sacerdote dice que se trata del mismo mensaje que dio la Virgen en Fátima a los pastorcitos que acaba de santificar el papa Bergoglio. “Hace 100 años se apareció la Virgen de Fátima, ella pedía a los pastorcitos que rezaran el rosario, les pidió oración, ayuno y conversión de los pecadores, ese es exactamente el mismo pedido”, dijo, en relación al «mensaje» de la Virgen que llora en Santa Teresita.
La Iglesia de Paraná no le fue en saga, y ya hizo su propia interpretación del hecho, en una rapidez de reflejo que no ha tenido, por ejemplo, con los casos de los curas denunciados por abuso.
“Habiendo tomado conocimiento de que una imagen de la Santísima Virgen presentó en su rostro signos de una sustancia que, aparentemente, es sangre, el Párroco del lugar informó al Arzobispo de este hecho.
“¿Qué lectura debemos hacer del mismo? Es algo materialmente constatable, está allí, es visible; el fruto que dé será obra del Espíritu Santo en cada uno. La Iglesia como Madre nos da su consejo de no sacar de ello interpretación alguna.
“¿Dios quiere decirnos algo a través de esto? No más de lo que ya nos ha dicho en su Hijo Jesús, por lo que un primer fruto de este hecho es volver a escuchar a Dios donde Él nos espera: su Palabra en la Iglesia.
“¿La Virgen quiere decirnos algo con sus lágrimas? No más de lo que ya nos dejó cuando lloró ante su Hijo en la cruz, en el Calvario. Unida a Él ofrece el sacrificio de su corazón traspasado “por una espada”, la del amor por los hombres, invitándonos a reconocer la infinita Misericordia de Dios que no se deja ganar por la multitud de nuestros pecados. Nos invita a volver a la fuente de esa Misericordia de la que el pecado nos quiere alejar pero no puede, porque Dios no se resigna a perder a sus hijos y redobla su búsqueda.
“Éste debe ser un claro camino de discernimiento necesario para que, a su debido tiempo, se llegue a conclusiones ciertas.
“Cualquiera sea el resultado de tal investigación, debemos utilizar este tiempo para renovar nuestra fe y devoción a nuestra Madre Santísima, como camino que nos lleva a Jesucristo, y para ayudarnos a conmovernos y a responder, con solícita caridad fraterna, a las lágrimas que brotan del corazón de los hermanos que sufren en su cuerpo y en su alma.
“Conforme se vaya haciendo la investigación correspondiente, se darán a conocer las conclusiones.”
Pero el tema es Diego Rausch, el párroco de Santa Teresita.
El cura Rausch, hincha acérrico de Patronato, testimonió en la causa Ilarraz, otro hincha de Patronato, por haber sido, además, uno de los amigos más próximos que tuvo el sacerdote ahora a punto de ir a juicio oral por los abusos en el Seminario de Paraná.
Uno de los testimonios que está incorporado al expediente de la causa Ilarraz da cuenta de ese trato cercano que mantenía Rausch con el cura imputado por graves delitos de abuso. Dijo DC , testigo en la causa judicial, que el ahora sacerdote Rausch, siendo seminarista, “tenía la llave de la habitación” de Ilarraz, uno de los pocos, y que también “hasta copia de la llave del auto”,
Un “amigo de la secundaria” de Rausch declaró en la causa Ilarraz y contó que “vino a verlo después que salió todo esto a la luz, porque sabía que él le iba a aclarar muchas cosas, ya que él fue muy amigo del padre Justo. Le preguntó si a él le había pasado algo de lo que se dice y le dijo que nunca lo había tocado, que nunca le había pasado nada y que había vivido lo mismo que él. Le contó que cuando H (una de las siete víctimas de Ilarraz que fue a la Justicia, NdelR) le contó a él lo que le pasaba, Diego no le creyó porque pensaba que eran celos”.
Rausch le dijo a ese testigo que “no vio ni supo que el padre Ilarraz se acostase con alguno de los seminaristas luego de apagarse las luces en el pabellón. Le parece imposible”.
Otro testigo da cuenta que Rausch e Ilarraz mantenían en el Seminario una relación “estrecha”. Un testimonio más refiere que juntos hicieron viajes, entre otros lugares, a las Cataratas del Iguazú.
Otro testigo de la causa, el canciller de la Curia, el sacerdote Hernán Quijano, dijo en la Justicia que “tomó conocimiento de la investigación eclesiástica hecha entre 1995 y 1997, porque colaboró con el abogado Mario Martínez en el envío de documentación al Juzgado, de lo que viene la información que aporta. Monseñor Puiggari dijo que en 1995 cuando era Rector del Seminario, recibió una denuncia contra Ilarraz, que al día siguiente se la comunicó a Monseñor Karlic y se inició investigación. Nunca vio nada que lo hiciera sospechar lo que se está investigando. Coincidió durante un viaje por Europa con Ilarraz que estaba con Diego Rausch y no vio nada raro”, según se lee en el voluminoso expediente Ilarraz.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.