Por Keili González (*)
Seguimos diciendo que las violencias hacia las feminidades no son hechos aislados. Vivimos en una sociedad que produce sistemáticamente formas que devalúan, violentan y desaparecen nuestras vidas y Nogoyá no es la excepción.
Hace unos años, cuando Manuel Adur violentó a una piba a la salida de un boliche lo denunciamos en ATE y nos tildaron «oportunistas electorales». Simultáneamente la Justicia Patriarcal y Machista, que nunca está al servicio de las mujeres y las disidencias sexuales y afectivas, le dio una probation, que jamás controlaron, de 6 meses. Al poco tiempo, este macho fue elegido secretario general de la seccional del sindicato en Nogoyá.
Fue ATE y la Justicia quienes le garantizaron la impunidad. Por eso se necesita de la construcción de sindicatos al servicio de las trabajadoras y con perspectiva de género. Los pedidos de ayuda por violencias de género ya no pueden encontrar puertas cerradas y oídos sordos, mínimamente debe ser expulsado inmediatamente del sindicato y la comisión provincial de ATE debe pronunciarse al respecto.
Además, el Estado tiene la obligación de responder porque tenemos derecho a tener vidas vivibles. Son nuestras demandas, son nuestras conquistas, es algo que dicen las leyes, que reclaman las organizaciones y debería desvelar a funcionaries de los distintos poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Todo se revela insuficiente cuando vemos a las mujeres y las disidencias sexo-afectivas padecer las practicas violentas y hasta pagar con nuestras vidas.
Hay responsabilidades por intención, acción u omisión porque la violencia machista y patriarcal que se alienta desde los fundamentalismos cada vez que se quiere demonizar la Educación Sexual Integral, cada vez que impone como destino único la maternidad y la heterosexualidad obligatoria, cada vez que se pretende que los deseos sean silenciados, allana los caminos para que la violencia impregne en la cotidianeidad resistiendo en las arcas de la moral.
Gritaremos cada vez que nos culpabilicen por movilizarnos libremente, por vivir y expresar nuestros deseos, por hacer visible nuestra fuerza, cada vez que nos piden moderación en nombre de una falsa pluralidad que no es más que una máscara para volver a fortalecer los pactos patriarcales que intentan silenciarnos.
Nos duelen las cuerpas descartadas y violentadas que nos trae de inmediato a la sensibilidad colectiva.
Detenido por violación; antes condenado por violencia de género
(*) Keili González es activista trava trans en Nogoyá y militante del MST.