¿Qué te creés, Raota?, le dijo una chica en Buenos Aires cuando José Luis Raota intentaba hacer una fotografía en un espacio histórico. El apellido funciona como una marca y esa marca la creó Pedro Luis Raota, fotógrafo chaqueño, afincado en Villaguay y reconocido en el mundo a través de sus imágenes y los premios obtenidos.
José Luis es un hombre delgado, de mediana estatura, gafas permanentes y una sonrisa de tono cálido y natural. Es y ha sido fotógrafo, como su padre. Ha realizado exposiciones en diferentes lugares del mundo, desde Washington y Los Angeles hasta Trento (Italia) o South (Africa). Ha ganado numerosos premios y trabaja como free lance para las principales compañías de imágenes del mundo. Pasa diez días en Villaguay, diez en Buenos Aires y otros diez en algún lugar del mapa, insospechado.
En Europa, José Luis se dedicó al diseño y se asomó también a la arquitectura, pero lo ganó la fotografía, quizás a través del legado paterno, aunque para él fue más bien su propuesta de libertad. Como buen especialista en imagen, tiene una hermosa historia para graficar esa victoria.
Raota cuenta que cuando andaba por Villaguay, allá por los primeros años de los 80´, salía en su escarabajo por el campo, camino a Corrientes, por Santa Anita. Escuchaba música clásica en el escarabajo y observaba detenidamente el paisaje rural. Frenaba, apagaba el motor, elegía su lugar, la luz. Disparaba. “Hacia fotografía y viajaba, también me iba para el lado de Misiones, creo que así encontré hacer lo que me gusta”, describe.

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Ahora acaba de salir de un encuentro con el vicegobernador de la provincia de Entre Ríos, Adán Humberto Bahl y se va a reunir con Carlos Asiaín para hacer el primer relevamiento de las fotos que concursan en el certamen Identidad y Libertad que organiza la Vicegobernación. Raota es jurado, junto a Asiain y Roberto Romani.

SU TRABAJO, SU LUGAR.

La elección de una imagen, de una foto, dice Raota, no proviene del ojo específicamente, sino de algo que resuena interiormente. “Está el factor humano, me tiene que decir algo, algo que me despierta a mí para después comunicarlo y creo que también tiene que ver con lo que querés contar de tu vida”.

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Habla en voz baja José Luis, las palabras fluyen, a una cadencia casi de susurro, impecables.
“El año pasado hice una muestra que se llamaba Amigos de Fierro y era toda sobre personas que habían tenido o tienen un mismo auto durante mucho tiempo, el Fitito, un Chevrolet, un Falcon. Lo hice en blanco y negro, en película, analógico, pero después vi la foto y dije ¿qué falta acá? Faltaban los tallares mecánicos. Los hice todo en color para completar la mirada. Eso se va sumando, vas como teniendo una mirada y van surgiendo ideas”.
Con más de 25 años de experiencia, Raota renueva el asombro ante el prodigio de la fotografía. “Lo humano me interesa, claro, pero también los edificios, la arquitectura me gusta mucho. Uno de alguna manera tiene una mirada arquitectónica de la luz. Fijate el poder de la fotografía y de la luz que aún de noche y con iluminación podemos crear el día. Es el poder de la luz”.
Dice que ha elegido y elige, siempre que puede, lugares despejados para vivir. Despejados de ruidos y de construcciones. Por eso, entre otras cosas, vuelve permanentemente a Villaguay. “Yo digo que tenemos el mismo cielo, pero distinto horizonte. Creo que me encuentro en ese horizonte. Igualmente siempre estoy en la búsqueda de mi lugar”, confiesa.
La mirada va cambiando dice Raota y no necesariamente para bien. “Imaginate que uno va sumando vicios, cuando sos joven tenés ese ímpetu, querés fotografiar, equivocarte, desarrollar nuevas tendencias, nuevas técnicas y cuando empezás a crecer vas adoptando una mirada más clásica o estructurada”, describe. Por eso, sostiene, el tema es renovar la mirada y “estar mucho con gente joven para que me diga otras cosas, que irradian otro enfoque”.
El lugar de la fotografía hoy, híper presente, no lo aturde. Más bien le llama a atención que “estamos viciados de no vivir” y cuenta que “me ha tocado estar fotografiando las ballenas en Puerto Madryn y la gente en vez de vivir la situación busca sacar la foto. Todo pasa a través del celular”.
El lugar de la fotografía para José Luis Raota es otro y requiere, sobre todo, tiempo. Tiempo para encontrar lo que se busca. La convicción de que todas las condiciones sean las adecuadas a la hora de disparar y todavía algo más. O algo anterior: eso que lo definió en el comienzo por la fotografía, cuando andaba por el medio del campo escuchando clásica y persiguiendo la imagen que imprimiría una visión propia de la belleza para siempre.

Julián Stoppello
De la Redacción de Entre Ríos Ahora