Este viernes 9 de julio reabre el comedor comunitario que funciona en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, de barrio La Floresta, en Paraná.

Después de los trabajos de remodelación y requipamiento, el comedor, que entrega viandas de comida a una población creciente, funcionará, de momento, solo dos días a la semana.

El arranque será con 200 raciones de comida, aunque esperan que los comensales crezcan al ritmo de la crisis social. También, que crezca la solidaridad en el aporte de mercadería por cuanto, aseguran, los fondos que reciben desde el Ministerio de Desarrollo Social «no nos alcanza».

Hambre urgente: daban 160 viandas; ahora, 450

«Lo principal que necesitamos es la carne, que está cara y nos está faltando. Sabemos que en el mes de diciembre teníamos gente en lista de espera, y esa gente se va a sumar al  comedor. Vamos a empezar funcionando dos veces a la semana, hasta que podamos reunir más dinero», dicen desde la parroquia.

El comedor de Guadalupe estuvo cinco meses sin funcionar por una razón de fuerza mayor. «Se nos fundieron los quemadores, la cocina y hasta el horno -explica Ricardo López, párroco de Nuestra Señora de Guadalupe-, y por eso hicimos una renovación total. Vamos a cocinar dos días a la semana, porque el presupuesto no nos da para más».

Las viandas se van a entregar martes y jueves para una población creciente de los barrios San Martín, Antártida Argentina, Humito, Mosconi y alrededores. «Antes atendíamos todos los días. Ahora, la idea es volver a hacerlo.  Pero no nos dan los recursos, sobre todo en carnes y verduras».

Impacto de la crisis: un comedor parroquial que hace malabares

El comedor de Guadalupe funciona mediante la entrega de viandas -no hay lugar físico para montar un comedor- y si antes entregaban las raciones de comida a personas adultas o con alguna discapacidad, ahora los comensales son de todas las edades, fundamentalmente jóvenes, familias completas, dice el sacerdote. «Nosotros estamos en un lugar de la periferia, muy complicado, pero lamentablemente no es el único. Hay muchos asentamientos con muchas necesidades. Y la situación es que trabajamos cada vez con menos medios, con menos fondos, con menos capacidad de solidaridad. Antes la gente aportaba alguna ayuda para el comedor, pero ahora no puede porque tampoco tienen», señala el sacerdote.

El aumento de comensales viene en forma sostenida desde 2019, y la pandemia no hizo sino agudizar la demanda.

 


De la Redacción de Entre Ríos Ahora