El cura carapintada José Miguel Padilla, superior de la Fraternidad de Belén y responsable del colegio secundario Nuestra Señora de Luján, de intendente Alvear, en la provincia de La Pampa, denunciado en la Justicia por abusos por un exseminarista entrerriano, presentó la renuncia a sus cargos, según reveló el obispo Santa Rosa Raúl Martín.
La información fue confirmada este lunes a El Diario, de La Pampa, por el obispo Raúl Martín. “El padre presentó la renuncia el Instituto (Nuestra Señora de Luján) este sábado, y además pidió un tiempo de licencia del oficio pastoral”, destacó el prelado santarroseño. El cura Padilla había sido citado el viernes en la Justicia para prestar declaración como imputado en la causa por abusos sexual que pesa en su contra, presentada por Vicente Suárez Wollert, un joven de Santa Elena que llegó a esa provincia a los 19 años para convertirse en monje de los Capuchinos Recoletos y después, dijo, terminó abusado por el religioso.
Padilla llegó a los Tribunales pampeanos acompañado por su representante legal, Jorge Salamone para la audiencia de formalización del delito que se le imputa, trámite a cargo del juez de Control, Alejandro Gilardenghi. La fiscal interviniente, Ivana Hernández, explicó cómo se procedió en este sentido: «Este es el inicio formal de la investigación tendiente a acreditar si existen los hechos que constan en la denuncia». Consultada por la declaración realizada por el imputado, añadió: «El señor Padilla negó los hechos. Negó que haya ocurrido lo que estaba expuesto en la denuncia. Efectuó apreciaciones negando los hechos y haciendo manifestaciones en ése sentido».
El obispo de Santa Rosa, La Pampa, confirmó este lunes que entre “hoy y mañana” la Iglesia Católica estará respondiendo el pedido de información solicitado por la Justicia. Padilla tuvo que presentarse ante el juez Alejandro Gilardenghi el viernes pasado. Lo hizo acompañado por su abogado Jorge Salamone. Se lo acusó y se lo investiga por “delito contra la integridad sexual agravado por ser miembro de un culto”.
La Justicia ya hizo un allanamiento en la iglesia Inmaculada Concepción y en el convento de Intendente Alvear, en el marco de la denuncia que radicó un joven oriundo de Santa Elena.
El hecho habría ocurrido cuando integraba la Fraternidad de Belén, una comunidad religiosa de Capuchinos Recoletos fundada por Padilla y de las más conservadoras dentro de la Iglesia Católica.
Padilla es una persona muy conocida e influyente dentro de la comunidad de Intendente Alvear. Hace 16 años que es el párroco de la localidad y su congregación maneja además un establecimiento educativo: el religioso es el representante legal del Instituto Comercial Nuestra Señora de Luján.
Días después de conocerse la denuncia pública, la agrupación Sororas Libertarias hizo una protesta en la localidad contra el cura. El viernes 8 de noviembre, antes de que se conociera que la denuncia sería formalmente realizada en la Justicia, le enviaron una nota al obispo Raúl Martín. Allí le reclamaron el apartamiento de Padilla “hasta tanto se resuelva la situación judicial”, advirtiendo que mientras tanto “la jerarquía católica hace oídos sordos”.

Quién es Padilla
El padre superior de la Fraternidad e Belén es el cura José Miguel Padilla. Es el mismo que en su rol de capellán del Ejercito acompañó, en 1988, el alzamiento carapintada contra el gobierno de Raúl Alfonsín. La primera chirinada tuvo lugar el 17 de abril de 1987 y se originó por la negativa del mayor Ernesto Barreiro a presentarse a declarar en la Justicia por delitos cometidos en la última dictadura. No hizo eso sino que se refugió en su regimiento, medida que fue acompañada desde Campo de Mayo por Aldo Rico.
En enero de 1988, cuando Rico fue llevado a la Justicia por aquel primer levantamiento, se produce el segundo movimiento carapintada, esta vez con el acompañamiento del capellán José Miguel Padilla.
En 2013, en Alvear, provincia de La Pampa, Padilla adquirió triste notoriedad por distribuir entre los alumnos del Instituto Nuestra Señora de Luján un material que contenía un feroz ataque a la presidenta de entonces, Cristina Fernández, por «no decir la verdad sobre la guerra contra la subversión llevada adelante por las Fuerzas Armadas» contra las «minorías rebeldes extremistas», enrostrándole al mismo gobierno nacional el hecho de «exaltar la gallardía de sus patéticos y deplorables protagonistas, hoy apañados».
El caso Pernini

El obispo Martín también fue consultado por sobre la denuncia a otro integrantes de la Iglesia Católica, el cura santarroseño Hugo Pernini.
“A Pernini se le hizo un proceso (dentro de la Iglesia Católica) desde hace un año, algo que incluso está canónicamente estipulado, por dichos de la supuesta víctima. Porque la supuesta víctima, tanto como la madre, tardaron en venir a dar el testimonio personal”, aclaró Martín desde un primer momento.
“Apenas ellos hicieron la denuncia (ante el Obispado) nosotros comenzamos el proceso…para ello se requiere un testimonio y todo lo hizo un canonista del Tribunal Diosesano de Buenos Aires. Siempre se hace así. Y una vez concluido se toma una medida, que fue la que tomé el 19 de noviembre”, agregó.
Y apuntó: “No hubo ninguna demora de la Iglesia como se dice, sino que la supuesta víctima no presentaba su testimonio. En la primera semana de noviembre, durante la Conferencia Episcopal yo mismo aproveché la situación y mandé a Roma el instructivo que había completado. Mi intervención protocolar fue separar al padre Pernini de su cargo”.
“Fue una decisión que tomamos antes de que actuara la Justicia…de hecho a nosotros nos sorprendió lo de la Justicia. Ese fin de semana era el último día que tenía (Pernini) para leer un comunicado para que lo compartiera con la comunidad, nadie nos avisó nada. Aunque parezcan cosas parecidas son muy distintas”, añadió.
“Yo al padre Pernini lo trasladé hace dos o tres años…hay que ser muy tonto (sic) para esconder a alguien, como dicen, en la parroquia de al lado. Hasta eso suena hueco (sic)…decir que la Iglesia esconde porque traslada”, sostuvo el obispo.
“Así como alguien habla a escondidas detrás de un nombre con afirmaciones que son muy discutibles….no es verdad que monseñor Poli no le dio bolilla (sic). No todo lo que dice la posible víctima tiene calidad de verdad”, deslizó.
– Por sus afirmaciones pareciera que no le cree al denunciante…lo trata insistentemente de “supuesta víctima”, se le hizo notar en la entrevista al obispo Martín.
– No es una cuestión de creer…es la Justicia. Esto por ahora es una denuncia…yo no me pongo a discutir en absoluto si hay culpabilidad o inocencia. Yo lo que pongo en discusión es lo otro…yo creo en la víctima y la Iglesia quiere acompañar a la víctima. Lo que pasa es que todo el acompañamiento desde hace un año parece desdecido a través de afirmaciones públicas. Nosotros no hemos terminado el proceso y la Justicia recién empezó. De ninguna manera dejo de creer en la víctima. Lo que digo es que no responde a cierta calidad de verdad. Nosotros queremos estar como nos dice el Papa al lado de la víctima aunque no la conozcamos. Queremos estar cerca creyendo en quien hace una denuncia. Si es importante la búsqueda de la verdad, expresemos la verdad…obremos todos con verdad.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.