El salón colmado de la Escuela Normal, en el que se hicieron notar los pañuelos verdes de las organizaciones feministas, fue el escenario en el que se vivió, en Paraná, la ceremonia de entrega del título Doctora Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) a la antropóloga Rita Segato.

Segato, que se ha convertido en guía del movimiento feminista y de la lucha contra el patriarcado en América Latina, llegó a la capital provincial para participar, como testigo de contexto, en el jury  al juez Carlos Rossi, el magistrado que dispuso la liberación de Sebastián Wagner, quien se convirtió en el femicida de la estudiante  Micaela García, hecho que ocurrió el 1° de abril de 2017, en Gualeguay.

La antropóloga fue convocada para dar su perspectiva ante el jurado por la Asamblea Participativa de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans, organización que fue protagonista de la ceremonia y de un conversatorio posterior con Segato.

Aníbal Sattler, rector de la Uader, puso de manifiesto los fundamentos de la Univerisdad para la máxima distinción, aprobada por unanimidad del consejo superior en su quinta sesión ordinaria. “Rita Segato es desafío, provocación, interpelación a los huesos de nuestra razón misma de ser universidad pública. Rita es incitación a la pregunta sobre cada paso que damos como institución que se pretende promotora de los Derechos Humanos y de la perspectiva de género. Rita es exhortación permanente a repensarnos, a seguir adelante sin pisar en falso, sin desconocer el lugar que nos toca, hurgando a ciegas los límites, asumiendo responsabilidades”, dijo Satller.

El rector dijo encontrar en los textos de Segato cabales fundamentos para “proyectos tan nuestros como los de educación en contexto de encierro”, que enlazan con su perspectiva antipunitivista. “Rita es también recurso y guía para un camino que nos ratifica, con la mirada puesta en ‘ser comunidad’, en abonar ‘lo regional’ y ‘local’, en no abandonar la política en clave territorial como lo hacemos desde la Universidad Autónoma de Entre Ríos”, enumeró Sattler, junto a otras iniciativas que exponen la acción en pos de “una universidad inclusiva” que no pierde de vista su meta de ser “incluida” por la comunidad.

Valoró la perspectiva de la autora de «Las estructuras elementales de la violencia» en tanto exhorta a la academia a “desmontar la colonialidad del saber” lo que para ella supone “estar atentos a lo que nos pregunta la gente, disponibles, poner nuestras cajas de herramientas porque -como advierte Rita- la pregunta siempre llega”.

A su turno, Segato valoró haber sido comprendida y sintetizada en los fundamentos de la Uader para la distinción.

Cuando habló en el salón de actos de la Escuela Normal José María Torres, aconsejó al mundo de la academia un camino elegido por ella en ese sentido: “Se trata de colocar en primer lugar los vínculos, la amistad, la simplicidad, lo que somos de verdad. Es una manera de ser en la Universidad, es una manera de ser autora en la cual no hay una separación entre el ‘yo doctor’ y el ‘yo de la vida’. Las mujeres lo podemos hacer con más facilidad. La distancia burocrática, la distancia autoral del estilo masculino puede ser suplantada por hombres y por mujeres”, convocó.

Instó a “traer la vida autoral a la vida real”. “Ése ha sido mi esfuerzo y hoy puedo reflexionar sobre eso y decir que da resultados, es un camino que premia y lo recomiendo porque además de ser grato, de permitirnos ser fieles a lo que somos, da resultados en los vínculos que se establecen con las personas que nos leen, a partir de una verdad despojada de pretensiones”, agregó Segato.

Confió que un día dejó de “esperar de la Universidad” en los términos y con la dinámica habitual en la carrera académica. En cambio, apostó a “hacer lo que tenía que hacer, sin mirar a los lados, sin atender a la mirada de los otros ni a los resultados”. Además, se dispuso a “pedirle a la vida que me permita ser un canal, un vínculo por el que pasen las palabras que le sirvan a los que están escuchando”. Usó como metáfora la idea de “escribir como quien tira una botella al mar”.

Contó luego la seguidilla de encuentros y vicisitudes que derivaron en que pudiera publicar su primer libro en castellano, Estructuras elementales de la violencia (Editorial Prometeo) luego de un texto en portugués, fruto de su trabajo en universidades de Brasil, país que la alojó en su exilio forzado, durante la dictadura en la Argentina.

Relató luego su pesar por esa condición, mencionó su pretensión cotidiana, nunca aminorada, de “volver al país, recuperar mi lugar”. Confió su cotidiano “mirar el horizonte en Brasilia” y preguntarse “cómo hago para encontrar el camino de regreso”.

“Hoy veo que lo conseguí”, remarcó la antropóloga y concluyó: “Ese primer libro, en castellano, fue una puerta. Y este premio es, realmente, consolidar que existo en mi país”.

 

 

 

 

 

Fuente: área de Comunicación Uader.