La mañana del 3 de abril de 2021 MES se quitó la vida.
Desde mediados de 2019 había comenzado a denunciar a su expareja, padre de su hijo de 9 años, por violencia física y psicológica y por las constantes amenazas que recibía.
La Justicia le impuso restricciones pero hizo caso omiso; la mujer tenía botón antipánico, pero él se las arreglaba para arrebatarle el celular e impedir que pidiera ayuda. Después de que la relación se había terminado, la acosaba de mil formas para obligarla a volver a convivir: hasta le dijo que prendería fuego la casa con ella y el pequeño hijo de ambos adentro.
Un día, cuando ingresó a la casa de la exmujer, violando las restricciones que le había impuesto la Justicia, hizo la puesta en escena de un suicidio: tomó un cuchillo de cocina e intentó cortarse las venas. Su exmujer se lo impidió, y terminó ella lesionada.
La investigación judicial sobre ese caso determió que el suicidio fue la consecuencia de un resquebrajamiento de la salud mental de MES derivado de «reiterados golpes y violencia física sostenida en el tiempo; amenazas tales como que la iba a matar, que le iba a romper la cabeza; hostigamiento, desprecio y manipulación psicológica».
Se había separado de su expareja, Omar David Romero, un auxiliar de educación en el Complejo Educativo Sara Salas de Bersisso, de Gualeguay, un hombre de 31 años apodado «Ñandú», quien en 2013 había sido condenado por la Justicia por robo con uso de arma. La separación, sin embargo, fue un calvario: el hombre insistía de modos violentos para recomponer la relación.
El 18 de noviembre de 2019 la Justicia de Familia de Gualeguay le impuso a Romero restricciones ante una denuncia de MES por violencia de género: por un plazo de 90 días le prohibieron acercarse a su expareja y «producir cualquier tipo de actos molestos o perturbadores de naturaleza amenazante o violenta, telefónica verbal o física o mediante las redes sociales (whatsapp, Facebook, messenger, etc) ya sea por sí o por interpósita persona».
No acató esa restricción judicial. El 1° de diciembre el hombre «aprovechó el ingreso de su hijo menor a la finca para entrar a la misma sin autorización. En dicha secuencia, inició una discusión con MES, diciéndole que ella lo quería dejar para luego intentar autolesionarse con un cuchillo». Alertada, la Policía se hizo presente en el lugar, pero el hombre, lejos de allanarse ante la fuerza, salió en fuga. Un patrullero siguió su vehículo y le indicó la voz de «Alto», pero hizo caso omiso. Amagó detenerse, y cuando vio que los policías hacían lo mismo, salió raudamente del lugar. Fue detenido finalmente en su casa.
Esa vez, cuando su expareja invadió su casa, MES no había podido activar el botón antipánico por cuando le había quitado el celular y se lo había escondido.
Por esos hechos, el hombre cargó con varias imputaciones: desobediencia judicial, violación de domicilio y resistencia a la autoridad.
Pero nada de todo eso bastó para detener su acoso costante a MES. La rodeó de tal manera, la abogió con tan malos modos que llegó a quebrantar su salud psíquica y eso la llevó al suicidio en abril de 2021.
Casi un año después de la muerte de MES, su expareja se sentará en el banquillo.
El Ministerio Público Fiscal lo lleva a juicio al hombre y pide 8 años de prisión de cumplimiento efectivo. El juicio arranca este miércoles, en Gualeguay.
La Fiscalía le imputa a Romero los delitos de amenazas coactivas, desobediencia y violaciónde domicilio, resistencia a la autoridad y, el más relevante, lesiones graves agravadas por haber sido cometidos contra una persona con quien se mantiene una relaciónd de pareja y en contexto de violencia de género, que tiene una pena de hasta 10 años de cárcel.
En el escrito de remisión de la causa a juicio, la fiscal María Delia Ramírez Carponi, de la Unidad Fiscal que tiene jurisdicción sobre Gualeguay, Victoria y Nogoyá, señala que «desde mediados del año 2019, Romero profirió maltratos físicos, verbales, psicológicos, consistentes en hostigamiento y desprecio constantes hacia su pareja, MES, con quien convivía en la vivienda sita en calle Mitre de la ciudad de Gualeguay; conductas con las cuales por su duración y sostenimiento provocaron un debilitamiento permanente de la salud mental de MES, que derivaron en un cuadro de stress post-traumático que la llevaron a tomar la decisión de quitarse la vida (…) . Las conductas que implicaron este menoscabo sostenido en la salud mental de MES consistieron en reiterados golpes y violencia física sostenida en el tiempo; amenazas tales como que la iba a matar, que le iba a romper la cabeza; hostigamiento, desprecio y manipulación psicológica. En dicho contexto, Romero no le permitía a MES mantener estabilidad en su vida emocional, financiera y habitacional. Todas estas conductas y manipulaciones psicológicas fueron generando en MES angustia, desesperanza y tristeza, cuadro psicológico que era conocido por Romero, quien se desinteresó por su salud y la dejó abandonada a su suerte. Como consecuencia de las acciones descriptas, MES sufrió un estado de estrés post- traumático tal que, en el contexto referido, la llevó a tomar la decisión de quitarse la vida, profundamente afectada por la situación apremiante en la que fue sometida por Romero».
Después del suicidio de MES, su expareja acumuló más incriminaciones. El 17 de septiembre de 2021, cinco meses después del desenlace fatal, amenazó a una testigo que declarará en su contra en el juicio. Al encontrársela, «bajó el vidrio del lado del chofer y la amenazó al extender el dedo índice y pulgar con la mano izquierda, simulando tener un arma de fuego, señalándola como si le disparara», dice el escrito judicial.
El 21 de septiembre se encontró con un testigo hombre, y también lo amenazó. «Mirá, vos declaraste en contra mía, si no cambiás la declaración a tu mujer le va a pasar lo mismo que le pasó a la mía, vos ya sabés cómo me manejo».
En el juicio que se inicia este miércoles pedirán para el ordenanza de una escuela de Gualeguay la pena de 8 años de prisión de cumplimiento efectivo, un caso que puede sentarse precedente por lo elevado de la pena para un caso de violencia de género con la víctima ya muerta.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora