El desembarco se produjo en mayo de 2013.

La Asociación Clerical Cruzada del Espíritu Santo entonces buscaba asentarse y conformarse como una congregación religiosa y para eso requería de un responsable diocesano, el arzobispo de Paraná, y una sede donde estuviera ese arzobispo. O sea, una sede en Paraná

La Cruzada del Espíritu, entonces liderada por el cura Ignacio Peries, de la parroquia Natividad del Señor, de Rosario, comenzó a poner pie en Entre Ríos en 2006, bajo el gobierno de Mario Luis Bautista Maulión, que fue arzobispo entre 2003 y 2010.  Entonces, llegó una oleada de curas de esa congregación, la mayoría extranjeros: dos colombianos, Juan Diego Escobar Gaviria, condenado 25 años de cárcel por abusos y corrupción de menores, y Hubeimar Alberto Rua Alzate, ahora denunciado por abuso de menores.

La casa de la Cruzada, en enero de 2017.

La casa de la Cruzada en junio de 2018.

La excasa de la Cruzada en septiembre de 2018.

 

También llegó Henry Wilson Echavarría, ahora al frente de la Cruzada del Espíritu Santo. Echavarría y la mayoría de los sacerdotes de esa congregación fueron yéndose de a poco.

Aquí quedó el delegado a cargo de la sede central de la Cruzada en Paraná, en calle Comandante Espora al 500, el cura rosarino Leovigildo Escorcia, que todavía se mantiene en la ciudad.

Pero cuando a finales de octubre de 2016 el escándalo de los abusos de Escobar Gaviria ganó la consideración pública, la Cruzada empezó a sentir los efectos del descrédito.

Hoy, la Cruzada enfrenta una demanda millonaria por las víctimas de los abusos de Escobar Gaviria, y se ha desprendido de aquella sede que se abrió en Paraná. La casa de calle Comandante Espora se vendió, la ocuparon nuevos dueños y está en proceso de reformas.

Esta casa –contó en 2013 Leovigildo Escorcia, rosarino, hijo de padre colombiano, el primer sacerdote argentino de la Cruzada– es la sede de la secretaría de la congregación. El Vaticano nos pide un domicilio canónico, que hasta ahora no lo teníamos. Nuestra idea había sido siempre contar con una parroquia en Paraná, pero hasta ahora no ha sido posible. Entonces nos decidimos por esta casa. Y funcionará como la secretaría general”.

La casa de la Cruzada empezó a funcionar en mayo de 2013. Pero en septiembre de 2018 ya no existe más.

Como la Cruzada del Espíritu Santo está en camino a ser reconocida por el Vaticano necesita, antes, dar algunos pasos clave.

Contar con una embrionaria casa general, es uno de ellos. Esa casa debe estar ubicada allí donde está su obispo benévolo o benefactor, que es el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari. La Cruzada necesita de un obispo benefactor que ampare su existencia. Ese amparo lo tiene desde 2006, en Paraná.

En 2006, el entonces arzobispo Mario Maulión decidió auspiciar el crecimiento de la Cruzada del Espíritu Santo y resolvió la incardinación (en lenguaje eclesiástico, la decisión de vincular de manera permanente a un sacerdote en una diócesis determinada) de todos los integrantes de la Asociación Clerical Cruzada del Espíritu Santo en la diócesis de Paraná. Desde entonces y hasta hoy, religiosos de Gran Bretaña, Venezuela y Estados Unidos están incardinados en Paraná, y por eso el Vaticano pide que la primera casa de la congregación del padre Ignacio se fije aquí y no en otro sitio.

Pero los escándalos de abuso que rodearon a la Cruzada pusieron a esa congregación en retirada.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.